Estamos de vuelta después de una semana de mochila y bordón en la que este observatorio –peregrinando por tierras de pan llevar– no ha perdido de vista la actualidad taurina. Ha pasado la feria de Málaga; comienza -con muy pobres entradas- la de Bilbao y concluye la de Cuenca mientras España, a pesar de los pesares, arde en fiestas. El 15 de agosto, que ya no es el día más taurino del año, marca una frontera invisible que define el primer podio de la temporada. Qué le pregunten a Roca Rey… también a Ponce.
Mientras tanto, el productor Simón Casas sigue dando forma a su enésimo invento: las combinaciones de una Feria de Otoño que saldrá de la incertidumbre de ese bombo que girará el próximo lunes. Parece ser que Diego Urdiales, un torero con más culto que contratos, ha sido el primero en apuntarse a este asidero. Simón también cuenta ya con Ginés Marín y Emilio de Justo y suenan también los nombres de Octavio Chacón, Ureña y hasta el sevillano Juan Ortega. Pero la pregunta del millón era: ¿estará Talavante? Pues sí, dos tardes. El diestro extremeño, expulsado de los vagones de primera clase por sus cuitas con los Matilla, sigue trufando siestas y genialidades mientras porfía por elevar su caché. Ésa es la verdadera clave del asunto.
Pero no hay que olvidar que el ciclo otoñal de monsieur Casas incluirá la apuesta en solitario de otro ‘outsider’ como Diego Ventura, que contempla desde su montura –paciencia y memoria– el sonrojante paseo por las primeras plazas del circuito del tal Guillermo, retoño de su íntimo adversario Pablo Hermoso de Mendoza. Si el portentoso rejoneador navarro fue el gran promotor de la última vuelta de tuerca de la especialidad ecuestre –a cada cual lo suyo– también está siendo el responsable más directo de su decadencia. Ya lo decían los viejos juramentos: si es así, que Dios os lo premie. Si no, que os lo demande… Pues eso.
Juan Ortega y Velázquez: el contrapunto
En la semana taurina que se fue se habló de otras cosas, algunas en clave hispalense. Comenzaremos, como en el chiste, por la noticia buena: es la excelente dimensión de torero mostrada por el diestro Juan Ortega –un sevillano hecho académica y taurinamente en Córdoba– en la corrida de La Paloma de Madrid. El nombre de Ortega se une a otros como el de Aguado que volvió a mostrar en Baeza que está hecho de buena madera. No, no nos olvidamos del faenón de Fortes en Málaga.
Toreros hay para dar otro aire a ciertos carteles… Pero tenemos que ir con la mala noticia: fue el indisimulado fracaso del avejentado novillero algabeño Javier Velázquez, anunciado en los Madriles justo un año después de aquella huelga de hambre agosteña que entretuvo los informativos en las aburridas parrillas estivales. Ya lo dijo Guerrita: lo que no puede ser, no puede ser…
Del calamitoso momento de las novilladas
Y ya que hablamos de un novillero es justo hablar de novilladas. El periodista Juanma Lamet nos refrescaba la memoria en Canal Toros, poniendo sobre la mesa -las cifras cantan- la catastrófica situación del escalafón menor que lastra la renovación de los estratos superiores de la profesión.
El ejemplo andaluz es elocuente. En 2017 se celebraron en nuestra región sólo ¡catorce! novilladas con picadores. Pero, ojo, esta cifra sólo pudo alcanzarse gracias a los siete festejos programados dentro del abono de la plaza de la Maestranza. Esas siete novilladas fueron las únicas que se montaron en una plaza de primera, dejando tres para los cosos de segunda. En las de tercera se contabilizaron las cuatro restantes.
En las provincias de Granada, Málaga y Córdoba no se llegó a organizar ni un solo festejo picado. La falta de demanda y apuesta; los costes inasumibles y la alta fiscalidad; las trabas organizativas impuestas por el propio sector profesional -sumido en un afán proteccionista contraproducente- y la falta de novilleros con auténtico tirón se encuentran detrás de este desplome que amenaza la propia línea de flotación de un negocio anquilosado y falto de músculo que cuenta con un enemigo invisible e imparable: la falta de fe y la derrota de sus gestores, que empiezan a rebañar el plato sin disimulo. Ya saben: el último, que apague la luz.
►Los trabajos originales de Álvaro R. del Moral, cronista de “El Correo de Andalucía”, se publican en su blogs “Con la tarde colgada a un hombro”, al que se puede acceder a través de nuestra sección “8 opiniones 10” y en las direcciones electrónicas:
http://blogs.elcorreoweb.es/latardecolgadaaunhombro/
http://elcorreoweb.es/toros/
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