Ya lo dijo Joselito: «Los toreros que no torean la feria de abril, ni son toreros ni valen un real»

por | 25 Oct 2014 | La opinión

Como es de toda lógica, Sevilla ocupa ya el primer plano en la opinión y la propia operativa taurina de cara a 2015. Mientras que el pleito de la Maestranza no quede resuelto de una forma que lo sea en beneficio de ese espacio común que compartimos todos y que se llama la Fiesta de los toros, la normalidad no habrá vuelto, con un perjuicio que excede con mucho a los protagonistas de este caso.

Se parte de la base, aún no proclamada de manera oficial, que el G-5 en la práctica ya es un mero ente de razón, en la medida que cada uno de sus integrantes han decidido tomar su propio camino, después de una experiencia que no ha rendido rédito alguno a los que la pusieron en marcha.

No sería nada extraño que más de uno entre los cinco abajofirmantes –pero también en la parte oponente– hayan caído en la gran verdad que ya dijo Joselito el Gallo en 1917, cuando no se vio anunciado en los carteles de la Maestranza: “los toreros que no torean la feria de abril, ni son toreros ni valen un real". En sus diferencias con la empresa gestora entonces del coso maestrante, no le consolaba al mítico torero de Gelves que estaba en puertas de abrir el que fuera uno de sus sueños: la Monumental de Sevilla, que inauguraría un año más tarde, pero luego tuvo de efímera vida.

Y las palabras de "Gallito" constituyen mucho más que un reproche a sí mismo: fue i sigue siendo una sentencia irrefutable que en el caso que nos ocupa afecta por igual a todos los protagonistas del pleito, tengan por oficio la gestión empresarial, tenga la del toreo, o incluso constituyan la propiedad del coso.

Más allá de que la Casa Pagés haya actuado bien o mal, que como recuerda el viejo dicho “ahí habrá de todo, como en botica”, la realidad es que la alteración de la paz taurina que supone esta confrontación afecta luego al propio devenir de la Fiesta. Nada es lo mismo con una Sevilla normalizada o situada en el enfrentamiento.

Ante el riesgo evidente de que este pleito se convierta en una realidad sin marcha atrás, que eso y no otra cosa es que “la enquistada cuestión del G-5 y Sevilla sigue enquistada como un infección resistente a los antibióticos”,  escribía hace pocos días Zabala de la Serna[1] en su blogs “La hora de la verdad”, que “si entramos en terrenos cerriles y escasamente diplomáticos, si se enrocan posiciones, si se interpreta el acercamiento como una bajada de pantalones, volverá a hacerse un daño irreparable a la Tauromaquia, no ya a Sevilla”.  No se puede estar más de acuerdo con esta observación.

Y es que Sevilla, gestione quien gestione su Plaza,  ha sido y siempre seguirá siendo el punto de arranque en el que se marca el camino de las cotizaciones taurinas.  Para quienes se proclaman figuras –que es título que nadie expide ni certifica– y para quienes con mayor modestia se  autoexcluyen de ese círculo. En esta Bolsa del toreo, Sevilla marca el precio de salida de esta especie de OPV permanente en la que vive la Fiesta y que Madrid hará baja o subir, según discurran las cosas. Lo que luego haya que “recoger” por el resto de las ferias viene condicionado por esos dos factores.

Pero no es sólo algo que afecte a los profesionales del traje de luces. Todo eso trasciende a la economía global de la actividad taurina, que para cada una de las ciudades que la que se protagoniza constituye un elemento capital de rentabilidad para los negocios locales. Si Juan Medina no estuviera en su voluntario “paro estacional” nos podría decir casi al céntimo lo que han perdido los negocios de Sevilla –que tienen al mes de abril como uno de los salvavidas de su año económico– con la ausencia de los 5 en los carteles abrileños. Pero no sería menos significativo que nos evaluara los efectos que en cadena todo este conflicto ha generado más allá de la capital andaluza, que en expresión gallega “haberlos, haylos”.

Por eso, resolver el pleito de Sevilla constituye hoy un elemento crucial, si se quiere que en 2015 la coyuntura taurina resulte más ventajosa para todos. Sin embargo, por ahora no hay elementos suficientes y sólidos para el optimismo. Se dan algunos indicios, como ha adelantado Álvaro R. del Moral[2], en un reciente post en su “La tarde colgada al hombro”, cuando informaba, con un punto de analogía, que “los carteros del rey llevan y traen misivas lacradas que culminarán -según parece- en un contacto definitivo para fumar la pipa de la paz”.

Pero el cronista sevillano a continuación advertía que “algunos coroneles del extinto grupo querrían mantener esa política de bloque para afrontar los inminentes acuerdos de Yalta, que nacerán muertos si se pretende repartir papeles de vencedores y vencidos. Pero, con o sin la necesaria paz de Vergara, otros miembros del fracasado club tendrían ya más que decidida su comparecencia en la plaza de la Maestranza en la temporada 2015. El Fuenteovejuna todos a una ya no va con ellos y sus hombres están más que aleccionados para sentarse a hablar con Valencia y Canorea sin demasiados preámbulos”.

En suma, la cuestión no está resuelta ni siquiera en eso que algunos denominan “fase indiciaria”, tan sólo se cuenta con elementos muy fraccionarios que no permiten llegar a una conclusión segura. 

Pero si miramos hacia la historia, que la del toreo es tan rica que en ella  pueden encontrarse antecedentes para presagiar una cosa y su contraria, no sería la primera ocasión en que, alejados de los focos del escenario español, la coincidencia de los protagonistas durante la campaña americana, que este domingo 26 se abre oficialmente en la Monumental de Insurgentes, hace posibles acuerdos que quince días antes parecían fuera de la realidad.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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