No adelantemos pesimismos. Pensemos que el ministro Montoro –que aunque sea diputado por Sevilla no se le conocen, que se sepa, afinidades taurinas– deje a la Fiesta tranquila, ahora que estudia subir la presión fiscal vía el IVA. Pedir que siguiera el ejemplo de su colega portugués, que pese a ser un país rescatado, ha bajado el IVA que grava a los toros, sería ya pasarse. Con que no se acuerde que la Fiesta existe, sería suficiente.
Pero si no fuera así y los afanes recaudatorios llegaron a los ruedos, una subida del IVA en dos puntos supondría un incremento en la recaudación de en torno a 6,2 millones de euros, si se realizan las estimaciones de acuerdo con los datos de la temporada de 2011. Según esta hipótesis, el IVA de las corridas de toros pasaría a ser del 20% y en los restantes festejos del 10%. Esta podría ser la hipótesis de máximo, si se confirmara una subida generalizada del IVA, que incluya también la totalidad de los espectáculos taurinos.
Como se sabe en los medios políticos se espera que el próximo Consejo de Ministros, dentro del nuevo paquete de reformar, suba el actual régimen del IVA. Todavía no ha trascendido de que forma y en que segmentos de los distintos tipos de esta tributación se verá modificado al alza. Si nos ponemos en el peor de los escenarios, los costes para el aficionado se vería incrementados en un total de 6,2 millones. Si operamos con datos correspondientes a la temporada de 2011
Estimación con datos 2011, la recaudación total estimada en las taquillas fue de 310 millones de euros, dividida a partes iguales entre corridas de toros y el resto de los espectáculos. A tenor de dichos datos, la recaudación por IVA fue de 40,3 millones de euros, de los cuales 27,9 millones correspondieron a las corridas de toros –con un IVA del 18%– y los 12,4 millones restantes a los demás espectáculos –con un IVA del 8%–.
Si sobre esta misma base se recalcula lo que supondría una subida de dos puntos en cada IVA correspondiente, hacienda incrementaría sus ingresos por este concepto hasta los 46,5 millones de euros, lo que supone 6,2 millones más que con el vigente régimen de IVA.
En esta hipótesis, en el caso de las corridas de toros la recaudación habría sido de entorno a 31 millones, en tanto los restantes espectáculos habrían aportado al erario público 15,5 millones.
¿Pueden ser absorbibles por el negocio taurino?
De acuerdo con estos cálculos, una entrada de un tendido de sombra para los Sanfermines, por ejemplo, que en estos días viene costando 66 euros, se incrementaría en torno a 1,5 euros. Pero no es menos cierto que cuando un incremento de esa dimensión se multiplica por el número de localidades que tiene la Monumental navarra, supone una mayor recaudación de por encima de los 20.000 euros por tarde, que son ya palabras mayores.
Siguiendo lo que están haciendo no pocas empresas, sobre todo las distribuidoras de gran consumo, ¿puede el organizador taurino absorber en su totalidad esa sobreprecio que supondría el nuevo IVA, para así no perder espectadores que pasen por taquilla?
En casos como el de Pamplona, o en otro sentido el de Madrid, con beneficios asegurados de antemano, es evidente que absorber esos incrementos suponen un esfuerzo importante, pero no tanto como para meterlos en pérdidas; simplemente, reduciría los beneficios.
Sin embargo, en otras plazas que vienen siendo deficitarias –que son muchas–, la situación sería mucho más compleja. De un lado, porque al empresario no se le puede pedir que asuma en solitario esta sobrecarga fiscal. Sobre todo si, además, se tiene en cuenta que también otros elementos sustanciales del espectáculo –la compra de toros o la contratación de toreros– también se verían afectado por este plus fiscal. Tendría que ser algo en el que debería ser compartido con todos los agentes que intervienen en un espectáculo.
Incluso se podría pensar en una división de este incremento, de forma una de esa subida se repercuta en el precio de las entradas y la otra sea absorbida por los responsables del espectáculo.
Todo dependerá, en el fondo, de acertar en una estimación que se impone: ¿en qué medida los mayores costes fiscales van a detraer publico de las taquillas? Y estimado este dato, valorar que conviene más: perder espectadores, o reajustar los beneficios.
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