Vísperas de expectación…, pues eso, nada

por | 19 Abr 2018 | Temporada 2018

SEVILLA. Décima de la feria. Lleno de “No hay billetes”, en tarde muy agradable. Toros de Jandilla/Vegahermoa (Borja Domecq), de correcta pero desigual presentación, faltos de bravura y raza. Antonio Ferrera (de marino y oro), silencio y silencio. Julián López “El Juli” (de ciruela y oro), vuelta al ruedo y silencio. Andrés Roca Rey (de marfil y oro), ovación y palmas.

 

Pues eso, no pasó nada. Como el dicho popular asegura que ocurre cuando se viven vísperas de mucha expectación. Y la verdad es que en Sevilla había un ambientazo por  la corrida de este jueves. Lo había desde el principio y se disparó después de la apoteosis de “El Juli”. Esta tarde, además, con numerosos aficionados con banderas peruanas por las calles. Como en los tiempos gloriosos, la reventa disparada. Y desde bastante antes de la hora del paseíllo en los alrededores del Baratillo no cabía un alfiler, aunque sólo fuera para palpar lo que allí se vivía y, a ser posible, ver pasar a los toreros, que algo es algo.

 

Pero en los dichos populares también hay otro: “El hombre dispone y el toro descompone”.  Es exactamente lo que ocurrió. La corrida de Jandilla, tan buena en la pasada feria, hoy jugó a nones. Aunque estaba bien hecha, podía haberlo estado mejor; por ejemplo, el grandullón del 2º desentonaba con respecto a sus hermanos. Pero todos se igualaron: se declararon objetores en materia de bravura y de raza. Y eso son ya palabras mayores.

 

Medio se dejó precisamente el referido grandullón,  que jugó con ventaja: le tocó a “El Juli”, que anda intratable. Y, cómo no, lo acabó metiendo en los vuelos de su muleta. No era, no podía ser, una faena deslumbrante, pero si un modelo de buena técnica. Pena que luego la espada quedara tan rinconera. Pese a todo el personal se enfadó bastante con el Palco porque no le concedió una oreja, que habría sido excesiva; en cambio, el torero dio una vuelta al ruedo como las de antes, empujado por los aficionados.

 

Pero éste caso bien puede decirse que fue la excepción, el botón de muestra. La tónica de la tarde ya vino marcada durante la lidia del que abría plaza: blandeando de cuando en vez, pasando por el caballo como el que va por la calle Sierpes: eso, de tranquilo paseo. Para luego desfondarse más bien antes de después. Y eso que Antonio Ferrera trató de todas las maneras posibles por encarrilar las cosas.

 

También Roca Rey sacó todo lo que tenía guardado. Hasta se fue a la puerta de toriles, porque era su tercera tarde y no podía pasar de vacío. Y a la arena echó las dos rodillas para comenzar su faena, con una gran emotividad. El jandilla, que era incómodo en sus embestidas, se encargó de recordarle que no había venido a la Maestranza para que le endilgara 40 muletazos de los suyos. También en este caso, la espada cayó camino de los bajos.

 

La segunda parte del festejo ya fue directamente a menos, como los tres jandillas lidiados. El que llevaba el nombre jacarandoso de “Pepe”, además de desrazado y blando como sus hermanos, llevaba puesto el piloto de lo intermitente: ahora sí, ahora no; ahora por aquí, ahora por allá. Poco cabía esperar Ferrera de sus medias arrancadas. El 5º, más feo de hechuras, tenía mal genio y andaba a tornillazo limpio; naturalmente, a “El Juli” no le tocó un alamar, pero tampoco pudo el torero explayarse lo más mínimo. Y el que cerraba la función, huía de su sombra. Ni metiéndose en sus terrenos y por abajo había forma de evitar que cogiera las de Villadiego. Roca Rey se empeñó de todas las formas posible, pero todo con poco brillo; lo más que consiguió es que le llegara un recado presidencial.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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