Unanimidad sobre El Juli; diferentes matices sobre el indulto que no sobre el toro

por | 17 Abr 2018 | Temporada 2018

nIgnacio Sánchez-Mejías, en ABC

Como sé que lo primero que quieren ustedes saber es si estamos de acuerdo con el indulto, lo diremos rápido: depende. Y soy de los aficionados que piensan que el indulto es un premio excepcional para un toro excepcional en TODOS los tercios. De los que debieran de darse dos o tres al año, y no los “tropetecientos” actuales. En este sentido no estoy de acuerdo. Por otra parte, tenemos la corriente triunfalista de los que creen que cada tarde tiene que haber triunfos, y mientras más mejor. Que cinco orejas y un indulto llenarán la plaza los próximos días por las expectativas de los asistentes de volver a ver algo grande. Si a esto unimos la corriente de pensamiento acomplejado, que argumenta que, para contrarrestar a los animalistas, nosotros somos tan bueno que perdonamos la vida todos los toros que se la merecen, comprenderán ustedes que los indultos abunden. Pero el indulto este de “Orgullito” ha tenido un componente esencial, el público, influenciado por los argumentos expuestos, la ha pedido mayoritariamente, y como este es un espectáculo democrático, el presidente lo ha concedido. Punto.

La corrida de Garcigrande ha dado un gran juego, y El Juli ha sorteado un lote extraordinario. A su primero, todo lo que le faltaba de cara lo tenía de calidad y de nobleza. Obediente durante la faena de muleta y con duración, como si estuviera con el carretón (…) Su segundo no dijo nada en los primeros tercios, de hecho, El Juli ni lo toreó de capa. A la salida del último puyazo en la paletilla, el banderillero lo llevó de largo y el torero sí lo tereó a la verónica. Ahí creo que lo vio, y lo brindó al público. En la muleta fue el toro soñado, con clase, calidad, recorrido, ritmo y duración. El Juli se hizo una faena de ensueño, obligándole a cambiar de ritmo y de dirección como y cuando quiso. Una faena como supongo que habría soñado hacer en Sevilla. Ahí queda eso, cuatro orejas, Puerta del Príncipe y triunfador de la Feria.

http://blogs.sevilla.abc.es/desdeeltendido2/

 

nAndrés Amorós, en ABC 

Sólo un par de años después del inolvidable «Cobradiezmos» de Victorino Martín, la Plaza de los Toros sevillana vuelve a vivir la inmensa emoción del indulto de otro toro bravo: «Orgullito», negro listón, de 528 kilos, con cuatro años y cuatro meses, de la ganadería de Garcigrande, lidiado, en quinto lugar, por El Juli. (Otro «Orgullito», de la misma ganadería, fue indultado por Roca Rey en Albacete, el año pasado). La Plaza entera ha vivido esa comunión clamorosa: un espectáculo realmente único, la gran catarsis colectiva en honor de un toro bravo: ésa es, en definitiva, la justificación de nuestra Fiesta.

Además del indultado, han dado juego excelente los toros segundo y cuarto. El Juli, gran defensor de esta ganadería, ha vivido una de las tardes más felices de su carrera, que alcanza ya dos décadas: ha salido por la Puerta del Príncipe, el sueño de todos los toreros; la nobleza de los toros le ha permitido desplegar la mejor versión de su tauromaquia.

También ha acertado el presidente, José Luque Teruel: primero, por ser el responsable de que se lidiara el segundo toro, que ha resultado excelente; luego, por haber medido bien los tiempos y acertado en el indulto. (A él le tocó también la fortuna de presidir la corrida en que se indultó a «Cobradiezmos», como refleja un azulejo, en los corrales de esta Plaza).

Ya con la Puerta del Príncipe entreabierta, es fácil imaginar cómo sale en el quinto y tiene la fortuna de que sea excepcional: es pronto, va largo, humilla, repite, obedece: ¡vaya toro! En el mismo platillo, desmaya la muleta, manda, liga los muletazos. Va creciendo la emoción por la bravura del toro; El Juli no se cansa de torear; el tendido se puebla de pañuelos; el presidente espera lo justo y saca el ansiado pañuelo naranja: por su bravura, «Orgullito» se ha ganado el derecho a vivir felizmente, en su dehesa salmantina. En medio de la locura general, El Juli da la vuelta al ruedo con el ganadero, Justo Hernández, profundamente emocionado: sin duda, se ha acordado de su padre, fallecido hace poco.

http://www.abc.es/cultura/toros/abci-directo-ponce-juli-y-talavante-toro-toro-feria-abril-201804161738_directo.html

 

nAlfredo Casas, en ABC 

Por fortuna para aquellos que llenamos los tendidos maestrantes, el lunes 16 de abril de 2018 será recordado para los restos por la celebración de la vida. La que se ganó en el albero maestrante el bravísimo «Orgullito», un toro nacido en diciembre de 2013, marcado con el hierro de Garcigrande y el número 35, de pelo negro y 528 kilos de romana.

Es verdad, en su segunda entrada al caballo que montó el varilarguero Salvador Núñez, el acapachado, recogido, armonioso y terciado astado salmantino tomó el peto por los pechos, apoyándose en el pitón izquierdo –un inagotable filón de oro- y, más que peleando, zascandileando; haciendo como que sí pero no. Con todo, aplaudo desde esta tribuna la decisión del presidente de la corrida, José Luque Teruel. Fue «Orgullito» un toro de bravas, entregadas y profundas acometidas desde su salida por toriles. Que sí empujo de veras en el primer puyazo y que galopó con templado son en el transcurso del tercio de quites -¡lo hubo!- y de banderillas. De fija, pronta y alegre arrancada, el morlaco de Garcigrande surcó la arena baratillera con sus embestidas de principio a fin de la lidia, desde el infinito hasta más allá. De forma reiterada e incansable. Por ambos pitones. Y cuanto más por abajo le exigió «El Juli», más profunda, enclasada y determinada fue su respuesta. No, no conté el número de muletazos; el toreo no entiende de calculadoras, pero les puedo garantizar que la bravura con mayúsculas es el sustento fundamental para responder de modo tan extraordinario al severo planteamiento de muleta del maestro madrileño. Larga vida a «Orgullito» y gloria para Domingo Hernández, su ganadero.

http://sevilla.abc.es/cultura/toros/sevi-analisis-para-glorida-domingo-hernandez-201804162212_noticia.html

 

nZabala de la Serna, en El Mundo

Cuando parecía que no había un más allá, lo hubo. El Juli hizo historia con Orgullito. Número 35. 528 kilos. Nacido en diciembre de 2013. Indultado en las manos proverbiales del fenómeno. Orgullito se sumaba a la orla de Arrojado, de Cuvillo, y Cobradiezmos, de Victorino. Pero si el toro pronto, alegre, humillado, repetidor y bravo en definitiva, fue una pura maravilla, Juli lo potenció. Sin apretarle en las tres primeras series de derechazos, conjugando distancias y alturas, acompañándolo hasta el ataque que surgiría por bajo. Por las dos manos. La conjunción total. La muleta ya horadando la arena. La Maestranza era un manicomio. Con el toreo julista insuperable y con el garcigrande de gloria. El presidente dijo que siguiera ante la desatada petición de indulto. Y Juli y Orgullito siguieron. Imparables. Hasta que el pañuelo naranja asomó. La plaza deliraba. Las dos orejas paseó el maestro de San Blas en compañía de Justo Hernández. Aquello fue de rabo. La tarde entera de JL. ¿Para cuándo entonces? La Puerta del Príncipe esperaba abierta ya de par en par. La procesión soberbia. La grandeza de la fiesta.

http://www.elmundo.es/cultura/toros/2018/04/16/5ad4ee6be2704e356b8b45f4.html

 

nAntonio Lorca, en El País

La plaza de la Maestranza ha vuelto a vivir el inmenso gozo del indulto de un toro. Los tendidos rebosaron alegría, felicidad y emoción, pues eso implica que un animal se gane la vida en el ruedo. Y la tarde fue apoteósica para El Juli, que desplegó un derroche de poderío, técnica y buen gusto, y alcanzó el merecido triunfo de la Puerta del Príncipe, la quinta de su carrera.

Aplacados los ánimos tras el éxtasis vivido en los tendidos, la pregunta surge sola: ¿Qué hizo Orgullito, número 35, negro listón, de 528 kilos, de la ganadería de Garcigrande, para que el presidente sacara el pañuelo naranja?

Pues Orgullito fue un magnífico toro moderno, muy justo de trapío, que acudió inicialmente al capote sin codicia, hizo una muy desigual pelea en varas (en el primer puyazo empujó con un solo pitón y solo recibió un picotacito en el segundo), embistió con largura en un buen quite por verónicas de El Juli, y se descubrió en la muleta como un toro con clase extraordinaria, profundidad, repetición, humillación y fijeza; y algo más: fue de menos a más, y acabó tras una muy larga faena con embestidas más profundas y emocionantes. En fin, un grandísimo toro para la muleta que se encontró, además, con un torero en plenitud y entre ambos amasaron una faena que encandiló al público y al presidente.

Orgullito no debió ser indultado porque no demostró su bravura en el caballo; pero como el primer tercio está en vías de desaparición, nadie (ni la autoridad, y eso es lo peor) lo tiene ya en cuenta. Es más, podría decirse que se acaba de firmar la sentencia de su desaparición tras el indulto del toro de Garcigrande. Fue un toro de vuelta al ruedo.

https://elpais.com/cultura/2018/04/16/actualidad/1523906688_949163.html

 

nPatricia Navarro, en La Razón  

Fue aquella loca tarde que quedará para la Historia. Porque son esos momentos los que nos hacen grandes, los que construyen una memoria histórica de la tauromaquia indestructible. La tarde de ayer, de hoy, ahí está ya. En la cima de Julián. El coloso Juli que se encontró con un “Orgullito” de Garcigrande para soñarlo. Y reventarlo. Juli estuvo rotundo. Sereno. Torero. Gallardo. Sincero. Bonito. Eterno. El Juli, a sus 20 años de alternativa, no entraba en sí de gozo cuando vio asomar por presidencia el pañuelo naranja. El mismo que permitía al toro volver a la dehesa salmantina después de haber acudido inagotable, con prontitud, en la distancia y ralentizándose después a la muleta de Julián arrastrando el hocico por el albero. Fue una faena de las que conmueven el corazón, las que nos disipan cualquier atisbo de dudas y en las que no entran en juego las cuentas, porque la cuentas no suman ni restan en el torbellino de emociones en el que nos perdimos al poco de empezar. Ya a la verónica cuando lo llevó al caballo. Se justificó el toro ahí en las dos varas. Meció la embestida del animal. Un delirio vino después muleta en mano. Tan despacio todo. Tan de dentro, tan para fuera. Tan de locos. Tan verdadero. Tan delirante a estas alturas seguir comprobando que el arte enfurece, alegra, enerva, excita, te levanta el trasero del asiento y ocurre que a veces hasta lo pies. Soñemos entonces. Y lo hicimos con los ojos abiertos. De lejos el toro acudía para frenarse al encuentro del engaño y hacerlo tan lento que fuimos partícipes cautivos de todo. De ese Julián relajado, vertical, casual, sabedor de la joya que tenía delante y dispuesto no a cuajarlo, sino a crear, a deleitarse sin la presión de otros tiempos. Y el toreo fluyó. El mejor. El más rotundo, inspirado, por derechazos, que se convertían casi en circulares improvisados. Tandas tan profundas, rebozándose tanto con el animal, que no necesitaban ni final, ni remate, ni pase de pecho… Una faena muy especial con su código propio, personal, personalísimo, mágico, sólo a la altura de las obras maestras. Un Juli colosal con un “Orgullito” fiel cómplice. Tras el pañuelo naranja y el delirio el propio torero acompañó al toro a toriles, juntos hasta el final tras una faena interminable. Le esperaba el viaje de vuelta al campo. Y dos trofeos simbólicos para el torero madrileño, que no dicen nada, casi resulta hasta vulgar cuantificar lo vivido. La Puerta del Príncipe a la vuelta de la vida. Del esplendor. El camino hacia el Guadalquivir. El señuelo de los sueños de los antiguos y los recién llegados. El mito. El hito. El volcán de emociones nos precedió para inundarnos. El toreo si sigue vivo es por esto, porque cuando es auténtico pone de acuerdo a todos y las emociones van directas al estómago y amenazan con quedarse. Para siempre. A prueba de traiciones de memoria.

https://www.larazon.es/toros/julian-principe-en-sevilla-con-todos-los-honores-NK18128476

 

nÁlvaro R. Del Moral, en El Correo de Andalucía 

Apunten los datos: se llamaba Orgullito. Estaba marcado con el hierro de Garcigrande y el número 35; dio 528 kilos en la báscula y había nacido en la dehesa charra de la familia Hernández en diciembre de 2013. El Juli le abrió de nuevo las puertas del campo e inscribió su nombre en los anales de la plaza de la Maestranza. Orgullito, indultado en Sevilla, ya está en la historia.

Era la mejor manera de homenajear a una vacada y un ganadero, Domingo Hernández, tan estrechamente vinculados a la carrera del diestro madrileño que, celebraba de paso su vigésimo aniversario de alternativa en una de las plazas que mejor le han visto. Hoy igualó a Curro Romero en el registro de Puertas del Príncipe; sólo le queda una para emular a Espartaco, actual guardián del mítico arco que se mira en el Guadalquivir.

Julián ya había cortado las dos orejas del segundo cuando saltó ese Orgullito, un toro que cantó su buen aire en los capotazos iniciales a pies juntos pero, especialmente, en las estupendas verónicas de un quite que el torero madrileño remató con media de aire abelmontado. El toro metía la cara de cine en la brega y los hombres de El Juli, conscientes de lo que podía pasar, funcionaron como una maquinaria perfectamente engrasada. El elegante galope en banderillas hacía presagiar el acontecimiento que iba a llegar y el torero, arreado, lo brindó al personal entre clamores.

A partir de ahí surgió el toreo como un torrente cristalino que se acabó convirtiendo en un río desbordado. El Juli lo bordó desde el macizo inicio en una faena que comenzó fluyendo como un concertino -los muletazos a cámara lenta ya son los mejores de la feria- y acabó convirtiéndose en una orquesta desatada. Julián toreó con el alma y reveló todos sus registros. Primero se había abandonado a su alma de artista pero la bravura del animal, que se venía de largo sin ser citado, fue dando argumentos a un trasteo que que ya era un clamor cuando el grandioso diestro madrileño enterró las bambas de la muleta en la arena y tiró de aquella embestida casi perfecta. Julián se marchó de la cara y se mascó el indulto, aclamado con fuerza desde el tendido mientras la plaza se convertía en un auténtico manicomio. Pero aún había que convencer al presidente a base de series y más series de extraordinarios muletazos dichos en redondo que sólo podían tener un desenlace: el perdón de la vida del excepcional ejemplar. El Juli lo acompañó hasta chiqueros. El presidente, Pepe Luque Teruel, le concedió las dos orejas que no paseó. ¿por qué no darle el rabo que se había ganado en justicia?

http://elcorreoweb.es/toros/larga-y-fecunda-vida-a-orgullito-MM4068169

 

nLuís Nieto, en Diario de Sevilla

Llegó la primavera, la Feria y se desató el delirio en La Maestranza, que ofreció un llenazo con un público en las antípodas en exigencia del aficionado de preferia. El magnífico toro en la muleta que fue indultado, Orgullito, de Garcigrande, hizo una pelea en varas desigual y nada exigente.

Pero el primer tercio, antaño referente para ganaderos, ha desaparecido en el menú incompleto que es hoy en día la corrida de toros. Ya se sabe que los aficionados que quedan en La Fiesta y creen en un menú completo están señalados por glotones.

En cualquier caso fue una tarde histórica para Julián López, El Juli, en plena sazón y en su mejor actuación en la plaza de Sevilla, donde cortó cuatro orejas -dos a su primer toro y dos simbólicas a su segundo-, saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe por quinta vez en su carrera. Un festejo en el que como protagonista también estuvo la ganadería Gracigrande-Domingo Hernández, dos hierros de la misma casa ganadera y con el mismo encaste, cuyo propietario falleció el pasado febrero, por lo que los astados saltaron al ruedo con divisa negra en señal de luto.

Con el quinto toro, Orgullito, de Garcigrande, cuatreño, número 35, negro, bajo, de 528 kilos, muy bravo en la muleta, noble y repetidor, El Juli, que se lució en unas verónicas con mando y en un gran quite por ese palo, cuajó en los medios una gran faena, vibrante y poderosa, en la que arrastró una y otra vez la muleta por la arena, persiguiéndola con humillación el astado en muletazos ceñidísimos. Tras un comienzo soberbio, con un bello muletazo rodilla en tierra, el diestro dio a entender al toro de inmeditado quien iba a mandar, con una tanda de mano baja. Sonó la música. Con la izquierda elevó el listón en una serie de naturales con ligazón rematadas con el de pecho sin rectificar.

Luego, con la diestra, barrió literalmente el albero en dos series con el público rendido. Comenzaron a salir pañuelos blancos en petición de indulto del toro y tras unos circulares invertidos, los tendidos, nevados de pañuelos, eran puro fuego. El Juli en ningún momento quiso darse coba para indultar al astado y continuó con otra serie diestra de mano baja. Entonces, el presidente, José Luque Teruel sacó el pañuelo naranja. El toro fue devuelto a los chiqueros y El Juli dio la vuelta al ruedo con el ganadero Justo Hernández, hijo del ganadero Domingo Hernández.

Anteriormente, El Juli, con una firmeza extraordinaria y otro derroche de buen toreo, había triunfado con el segundo, otro toro bravo -con el hierro de Domingo Hernández-, altote, con calidad, pero que bajó su rendimiento al perder fuerza a mitad de faena entre otras cosas porque El Juli exige lo máximo a los toros, a los que hace humillar tras sus telas.

El torero de San Blas ganó terreno a la verónica y tras agarrar un gran puyazo su picador José Antonio Barroso, ovacionado con fuerza, realizó una faena, que brindó al ganadero, Justo Hernández, marcada por el dominio, la exposición, el gusto y pases ajustados que comenzó con la diestra, siendo arrollado y sin titubeo alguno, desde la arena continuó de rodillas toreando.

Luego de pie, suavidad y ajuste o tres naturales larguísimos sin enmendarse… Con el toro a menos, algunos naturales sueltos fueron de factura cara. En la suerte suprema se tiró a por todas y enterró el acero de manera contundente y arriba para cobrar dos orejas.

http://www.diariodesevilla.es/toros/Juli-indulta-Orgullito-Garcigrande_0_1236777046.html

 

nBarquerito, en el Grupo Vocento  

A ver a El Juli vinieron las musas todas. Una tarde de impecable gobierno: el asiento, el dominio de los tiempos, el temple, la colocación, el ajuste también, el orden, la determinación, la pura ciencia. Pero más que la ciencia o el sentido del toreo, contó la inspiración, que explotó enseguida y fue de rampante son. Ni un paso en falso, ni un lance de más. Ni siquiera los muletazos de señuelo con que en los medios El Juli provocó el indulto del quinto toro, mecido por él en una faena cumbre de medio centenar de muletazos o más. Faena rigurosa, muy labrada, destacada por su densidad, intensidad e inteligencia.

Cumbre Julián con dos toros de pareja nobleza pero distinta condición. El del indulto y, por delante, un segundo encelado en el caballo y picado por Barroso con mesura, de rico galope en banderillas y muy brioso en la muleta. El Juli lo toreó casi en un palmo de terreno. Derribado en un acostón y solo el primer muletazo de trasteo, y recién brindada la faena a la memoria de Domingo Hernández –de quien era el hierro–, El Juli hubo de improvisar de rodillas, al medio recomponerse y en la repetición del toro, una tanda primera no de aliviarse sino de ya ponerse a gobernar y a hacerlo sin dilación.

En la segunda de las dos tandas en redondo que siguieron a la inicial imprevista, ya estaba toreando El Juli a cámara lenta, poderosamente, la mano baja. Dos tandas ligadas, de rotundo efecto –en ese momento rompió la corrida a lo grande– y prólogo de una segunda y hasta tercera parte de faena igual de profusas las dos. Las dos cumplidas con llamativa sobriedad, incluso cuando, antes de la igualada, El Juli se enredó en dos ochos bien matizados, suelto el brazo, rematados los adornos con el natural de broche, que suele y debe ser hacia dentro.

El toro había tenido por la mano derecha más claro aire de salida. Cinco verónicas en corto y embraguetadas, media estupenda y un cuarto de verónica muy gracioso. Por la izquierda se entregó en cuanto dispuso El Juli. Pulso nada común, mano de seda. Una estocada hasta la bola y algo trasera, pero el toro, que se había empezado a afligir de tan sometido, dobló en tablas. Dos orejas. Fue faena redonda. Por lo preciso de los muletazos –es decir, su medida en cada tanda– y por su cima particular, que fue el toreo con la izquierda. Dos manos tiene El Juli, como todos los toreros, pero la izquierda parece más larga, la mejor de las dos. Ahora y siempre.

Cuando cundió la invitación al indulto, El Juli se fue al toreo en circulares, en la suerte natural o no, y con ellas enardeció a la gente más de lo que estaba. Toro con cuerda y corazón de reloj, pero el ritmo lo puso El Juli, que, generoso, compartió el éxito con el ganadero. Lo sacó a dar con él la vuelta al ruedo. Por el toro. Es la ley.

http://www.elcorreo.com/culturas/juli-historia-indultar-20180417223922-nt.html

nJuan Diego Madueño, en El Español 

La Maestranza se volcó a partir de mitad de faena. Orgullito llevaba un rato regalando embestidas. Sin muchas curvas, tenía el trapío medido en el lomo recto. Redondo de atrás a delante por los pitones acapachados. No era un dije. Acudía con una prontitud dorada, incluso le sorpendió en alguna ocasión a Juli, que improvisaba tandas encauzando la revolución que llevaba dentro el garcigrande, lanzado el toro por fuerzas invisibles, joder, un torazo. Los hilos de la alquimia ganadera funcionando en plenitud.

Juli toreó entonces con la muleta arrastradísima, despacio, estrujándose a un palmo del albero. Aquello galopó por los tendidos y los oles salían de los sótanos de La Maestranza: el rugido de la civilización acompañaba cada final de muletazo. Yo qué sé. Ni se escuchaba la música.

En la faena hubo una inercia frenética. El público empujaba. El Juli les brindó el toro con el tam-tam de lo histórico. Llevaba ya dos orejas y el inicio barruntaba la Puerta del Príncipe. Cinco o seis muletazos como pinceladas sencillas, muy buenos, saliéndose con él a los medios. Hubo mucha intensidad. Las notas están confusas. "Natural buenísimo", tengo apuntado. En el recuerdo palpita la sensación de lo irrepetible. En estos casos fluyen muy mal las palabras. Basta con decir que fue extraordinario.

Los circulares provocaron a más pañuelos. Después de dos naturales cadenciosos, empezaron a exigir el perdón del toro. Los tendidos se cerraron de blanco, con las miradas puestas en el presidente, que le hacía gestos al matador para que siguiera toreando. Ni una vez desfalleció Orgullito. El clamor se convirtió en bronca. Miles de personas zarandeaban al palco. El Juli fue a por la espada. Todos se asomaban, gritando, abiertas las chaquetas, volanderas las corbatas, volantes, lunares, camisolas al viento. Un cuadro impresionista a todo color. La fotografía para los siglos. Y saltó el pañuelo naranja.

https://www.elespanol.com/toros/20180416/historico-indulto-orgullito-garcigrande-juli-sevilla-ponce/300221093_0.html

nCarlos Crivell, en Sevillatoro.es

En la corrida de toros del lunes, ahora ya de farolillos aunque para muchos el antiguo lujes del ‘alumbrao’, la gran noticia fue el indulto del quinto de la tarde, un toro del hierro de Garcigrande llamado Orgullito, número 35, de 528 kilos. El toro, bajo y de cornamenta acapachada, fue de gran calidad en la muleta de El Juli, que de mitad de faena en adelante le exigió al burel, el animal respondió, lo exhibió y logró que la mayoría de quienes presenciaban la corrida solicitaran el indulto que fue concedido por la presidencia.

Todos los indultos provocan la polémica entre los aficionados. Ni siquiera Cobradiezmos logró la unanimidad en los juicios. En el caso de Orgullito no podía ser de otra forma. El toro salió alegre y El Juli no llegó a centrarse en el toreo con el capote. La primera vara la tomó después de estar bien colocado, se quedó fijo en el caballo y se marchó en cuanto fue requerido por los lidiadores. Ahora El Juli quitó por verónicas sin exigirle mucho al animal. En la segunda entrada al caballo, empujó de entrada solo con un pitón, el picador Salvador Núñez apretó pero ante la orden de El Juli levantó el palo. Es decir, un comportamiento correcto de toro bravo pero sin nada extraordinario. Fue muy bien lidiado por José María Soler. Hasta ese momento, un buen toro como tantos otros.

El comienzo de la faena de El Juli con unos doblones poderosos fueron recibidos por el toro con buena entrega, aunque todavía no se vislumbraban algunas de las cualidades que estaban por llegar. Ya fuera de las rayas hubo una primera tanda de derechazos de mano baja en las que el diestro no obligó nada al toro, como si quisiera administrar su condición. Más ligados y templados fueron los naturales. Ya en el centro, en la siguiente con la derecha le bajó la mano al toro que humilló y repitió ante una muleta poderosa. Fue el momento en el que se pudo calibrar que el toro tenía innumerables virtudes: fijeza, recorrido, humillación, alegría… Se separó el torero del toro y mostró otra más hasta entonces no apreciada, la prontitud en la arrancada cuando El Juli lo citó a distancia. A partir de ahí, el matador se dedicó a lucir al toro que siguió embistiendo con clase. Allí quedó para siempre un doble circular rematado con el de pecho de clamor. Ya la plaza hervía. El Juli lo pasó por alto, para aliviar tanta entrega por abajo.

La petición del indulto fue similar a tantas como ya hemos presenciado. Comenzó a solicitarla un grupo reducido y se produjo el efecto contagio al resto de la plaza. Cuando a requerimiento del presidente El Juli instrumentó una nueva tanda relajada con la muleta muy baja, casi toda la plaza ya exigía con pasión el perdón de la vida para el toro. No se produjo el número tan frecuente de la resistencia del palco mientras el torero seguía allí dale que dale dando pases. Tras sacar el pañuelo naranja, el mismo torero llevó a los corrales al toro.

Los críticos estamos obligados a manifestar nuestra opinión. Vaya por delante que Orgullito fue un toro extraordinario en la muleta, gracias al matador que lo lidió, pero que fue un toro bueno sin ningún detalle de excelencia en los dos primeros tercios. Si se considera que el indulto es un premio que debe estar reservado a un toro de comportamiento excepcional en los tres tercios, en este caso se puede deducir que el indulto fue un premio excesivo. Es posible que si al toro lo hubieran querido lucir de verdad en varas hubiera cumplido un tercio como bravo, pero la realidad de nuestros días es que esa suerte se ha convertido en un trámite al que no se presta atención. Fue un gran toro en el último tercio que logró el indulto en Sevilla, algo que nos obliga a otras consideraciones.

El tercer indulto en la Maestranza en ocho años es un detalle que nos viene a indicar que se ha tomado un camino que puede ser peligroso. No tanto para la propia plaza sevillana, que también, sino por lo que tiene de contagio general para otras plazas. Si ya había indultos por cualquier rincón de la geografía taurina, a partir de ahora proliferarán más, porque nadie quiere ser menos que nadie. Con tantos indultos se le ha quitado categoría al premio. El indulto se ha convertido en una rutina en nuestras plazas. No hay tantos toros excepcionales para este galardón.

Si se mantiene la tesis de la conveniencia de estos premios como beneficio para la Fiesta, tampoco parece una buena justificación. La Fiesta, sus protagonistas, son timoratos. Y aquí nos incluimos todos. En lugar de defenderla por su propia grandeza, ahora nos agarramos a que somos capaces de perdonar la vida a algunos toros como signo de que no todo es dureza y sangre en la corrida. Hay que defender la Fiesta por sus valores intrínsecos, que son muchos, pero no a base de indultos. En la misma Sevilla se puede llegar a una situación de indultos rutinarios llenos de frivolidad.

Finalmente, debe quedar claro que este Orgullito fue excelente en la muleta, que el presidente tal vez no podía hacer otra cosa y que si obliga a El Juli a matarlo también hubiera sido criticado. Muchos aficionados se rasgan las vestiduras ante un nuevo indulto, mientras que otros celebran el mismo. Si no se indulta, las críticas hubieran sido feroces de parte de los que opinan que era merecido, al tiempo que quienes ahora lo condenan estarían elogiando al palco. Y para acabar, el toro le debe la vida a un torero muy bueno llamado Julián López El Juli, que tal vez no sea un modelo de estética, pero que es un torero de un poderío excepcional. Así pues, mi opinión es que el pañuelo naranja es para El Juli.
http://sevillatoro.es/?p=227654


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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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