MADRID. Undécima de abono. Tres cuartos de entrada. Mediada la corrida descargó una fuerte tormenta de agua y granizo. Cinco toros de Fermín Bohórquez, bien presentados muy manejables, aunque de poca duración; la corrida se completó con un toro de Carmen Segovia, serio y muy bueno para el torero. Juan Bautista (de azul pastel y oro), silencio y una oreja, Juan del Álamo (de blanco y plata), silencio y una oreja. Diego Silveti (de verde manzana y oro), una oreja y palmas.
Con un tiempo rayando en lo siberiano, con el ruedo en algunos momentos completamente blanco por la tromba sostenida de granizo, resultó que llegó para el público el entretenimiento, con tres toreros jóvenes que pisaron el acelerador y una corrida de muy aceptable juego de don Fermín Bohórquez, completa con otro excelente (4º) de doña Carmen Segovia.
Y eso que la corrida comenzó con bajo tono, entre la falta de entendimiento de Juan Bautista con su primer enemigo, que tampoco daba facilidades. Pero luego se animó. Con el excelente 4º hemos vuelto a ver el torero prometedor de otras tardes –qué casualidad, también bajo la tormenta—del torero francés en las Ventas. Básicamente sobre la mano izquierda, cuajó un trasteo serio y muy solvente, El trofeo hizo justicia a su esfuerzo.
Juan del Álamo demuestra un excelente momento, toreó con verdadero gusto con el capote al segundo de la tarde, replicándole luego en su turno de quiotes Diego Silveti con gran templanza. Toda la faena de muleta del torero salmantino tuvo interés. El toro andaba con las fuerzas justitas, pero supo entenderlo, llevándolo a sus alturas, sin obligarle, pero alargando el muletazo, Una faena limpia y correcta, que luego emborronó con la espada.
Pero como anda con decisión salió a por todas con el quinto. Y de nuevo lo toreó con verdadera excelencia con el capote. Con la muleta llevó acabó una faena con mucha cabeza, bien planteado y mejor resuelta. Cierto que el “bohorquez” de turno fue de los mejores, pero el salmantino supo estar por encima. Esta vez amarró con la espada, haciendo la reunión y dejando una entera. Nada que objetar, sino todo lo contrario, al trofeo que le fe concedido.
En medio de una granizada tremenda, Diego Silveti lidió al tercero. Interesantes los lances de recibo y las gaoneras posteriores, con el torero impávido ante la que estaba cayendo, con su enemigo con lomos teñidos de blanco por completo. El toro humillaba poco, pero el mexicano supo ponerse en el sitio en el que animal tenía que embestir, aunque su recorrido no fuera largo. Las bernadinas terminaron de caldear el ambiente, antes de que dejara un pinchazo y una entera. Otra oreja de mérito. En el sexto, con exceso de kilos y que se paró en seguida, tan sólo pudo lidiarlo con oficio.
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