MADRID. Vigésimo novena y última de feria. Lleno de “No hay billetes”. Cinco toros de Miura, de gran presentación y juego interesante, tres de ellos cinqueños: 1, 2º y 6º; un sobrero (5º bis) –que en agosto cumpliría los 6 años– de Fidel San Román, sin clase y deslucido. Rafael Rubio “Rafaelillo” (de turquesa y oro), silencio tras aviso y silencio. Javier Castaño (de verde agua y oro con cabos negros), pitos y silencio. Serafín Marín (de azul cielo y oro), división de opiniones tras un aviso y silencio.
Expectación sin desencanto, pero sin redondear. Quizá esa pueda ser la definición más ajustada de la corrida de Miura que ha cerrado el abono primaveral de Madrid. A su conjuro se puso el “No hay billetes”; en el tendido, uno de los días con más ambientes. La corrida toda venía con una soberbia presentación, muy en el tipo y los pelajes de la Casa más que milenaria. Luego las cosas salieron, pero a medias: hubo tres toros como buena nota, en especial el bravo y combativo 2º de la tarde, para el que se pidió la vuelta al ruedo; otro al que casi no se le vio, que fue el 1º, porque lo destrozaron literalmente en el caballo, aunque cosas buenas no apuntaba; y otro carente de estilo y clase, que fue el 6º. El sobrero del que fuera co-empresario en Taurodelta, 520 kilos para el matadero.
Tuvo una pelea espectacular y buena ese cinqueño que salió en segundo lugar, muy generosamente lucido por Javier Castaño. Su pelea ante el caballo, con muy buen tino montado por Fernando Sánchez, resultó incluso espectacular: tres puyazos, medidos, arrancándose de lejos y con alegría; de lo que hoy no se suele ver, por desgracia. Pero en el lucimiento de este “miura” tuvo también su parte la excepcional brega con el capote que siempre le dio Marco Galán, que ha echado una tarde colosal, que al final provocó una ovación rotunda. Por todo ello, el toro mantuvo hasta el final un bonito galope y hasta duró mucho más de lo habitual en este encaste. Un gran toro, que atendía por “Zahonero”.
Después de las barbaridades del piquero, poco puede intuirse de por donde podría haber salido el toro que abrió plaza: lo dejó para el arrastre. Tuvo nobleza y clase el 3º, con el pero de su dificultad para repetir en las embestidas. También noble, humillador y con un punto de templanza el 4º, cuyo galope se fue agotando pronto. El precioso 6º tenía unas fuerzas justas y muy protestón ante los engaños. Una pena que el 5º, otro toro bien hecho, tuviera tan escaso vigor que hubo que devolverlo. En conjunto una nota corrida de nota más que aceptable.
En suma, que con tan sólo prestarle atención a los toros que iban saliendo al ruedo, ya estaba garantizado el interés de los tendidos. Pero también los toreros de la terna pusieron su parte. Salvo que lo matara con mayor eficacia, poco se le podía pedir a “Rafaelillo” con su primero. Pero tuvo momentos estimables con el 4º, en especial a la hora de pasarlo con la izquierda, bajándole la mano y alargando la embestida; pero luego el “miura” se vino a bajo y con él la faena.
A lo mejor porque no siempre puede pedirse que a la hora del paseíllo uno tenga cuerpo de fiesta. Será por eso o por cualquier otra causa. Pero debe reconocerse que Javier Castaño ha estado muy por debajo de lo esperado. En otro momento, no se le hubiera escapado el buen y encastado 2º, aspirante que es al premio del toro de la feria. Pero llevando la muleta a media altura, dándole salida siempre por arriba, así no hay forma de cuajar a “miura”; todo se fue en muletazos enganchados, en barullos. El sobrero, dicho quedó, que lidió en 5º lugar, era carne de matadero. Con todo, en el haber del salmantino hay que anotar las excelentes verónicas con las que recibió a su primero.
No entró el respetable en la mucho más que aseada faena que construyó Serafín Marín frente al noble 3º. Hubo muletazos lentos, largos, templados. Con la izquierda el catalán llegó un momento que lo bordó. ¿Qué no salían en series muy ligadas? Era evidente, pero tal circunstancia se da con los toros que no repiten. Pero el público no lo estimó así y al final se acabaron dividiendo las opiniones. Con el protestón que cerró la tarde, el torero catalán estuvo voluntarioso e insistente.
Los premios que como en otras ocasiones concede la empresa Taurodelta se fallaron al término de la última de feria. Los premiados son los siguientes:
Triunfador de la feria: Miguel Ángel Perera
Mejor faena: Miguel Ángel Perera
Mejor novillero: Francisco José Espada
Mejor rejoneador: Sergio Galán
Torero revelación: Juan del Álamo
Mejor estocada: Uceda Leal
Mejor picador: Óscar Bernal
Mejor brega de subalterno: Marco Galán
Mejor par de banderillas: Ángel Otero
Mejor ganadería: Parladé
Mejor toro: “Cartuchero”, nº 109 de la ganadería de Puerto de San Lorenzo
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