En la estructura inicial de esta Gira hoy debía haber sido su punto final; sin embargo, aún quedan dos festejos, los suspendidos en Aracena, para los que se busca fecha y plaza. Pero ya sean 19 como si acaban siendo 21, hay que reconocer que organizar este amplio ciclo de festejos, por más que se limitarán a cuatro toros, tiene su mérito. Y más cuando se han tenido que ir sorteando día a día las incidencias del Covid-19. El empeño del llamado Comité de Crisis no ha sido baldío.
Para lo que iba a ser el plato final, se trajo una corrida del Presidente de la FTL, Victorino Martín. Un cuarteto muy hecho, aunque pasado de edad: era su última oportunidad de pisar un ruedo. Y eso se quiera o no, pesa. Como ocurrió este domingo en Logroño. Toros que lo mismo humillaban que a la embestida siguiente salían por arriba; ejemplares que una veces iban hasta el final y otras pegaban un gañafón. Por eso los toreros anunciados mucho más que se justificaron; estuvieron muy por encima de los “grises” albaserradas, a veces engañosos, a veces emocionantes.
Torerísimo estuvo Octavio Chacón. Especialmente con el que hizo 3º, al que templó mucho con su variado capote, para luego construir con buena cabeza una estimable faena de muleta, empeñado en buscar lo que parecía un imposible: torear despaciosamente y por abajo. Resulta como increíble, pero en esta extraña temporada, con tan sólo dos festejos toreados, al gaditano se le ha visto crecer mucho y para bien.
Rubén Pinar sigue, como los escolares, progresando adecuadamente. Sus doce años de alternativa se notan, no sólo en el buen oficio, sino en su propia concepción del toreo. Y se le ve muy a gusto. Anda sobrado de recursos y no ha perdido el ánimo de hacer las cosas bien. En Logroño no acabó de encontrar la colaboración de sus albaserradas, pero dejó detalles y gestos de torero.
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