En una crónica bien armada, recuerda Miguel Mirón, director del periódico cultural “Ritmos21.com”, como en 1816 “Francisco de Goya presentó al mundo entero su serie La Tauromaquia. Para algunos, era una defensa de una de las tradiciones culturales con más arraigo en nuestro país; para otros autores, simplemente buscaba ilustrar algunos pasajes de la Carta histórica sobre el origen y progreso de las corridas de toros en España, que Nicolás Fernández de Moratín dedicó a Ramón Pignatelli en 1777”.
Ahora, una exposición trata de hacer una reinterpretación diferente la famosa serie taurina. Bajo otra perspectiva trata de retratar a Goya como un artista antitaurino, que quiso mostrar la dureza y la crueldad de una tradición. Como escribe Mirón, en el 200 aniversario de la Tauromaquia de Goya, quiere dar a entender que la obra del pintor español “no sólo no hay un canto a esta tradición de tortura tan presente en la Europa de aquel entonces, sino una mirada llena de dolor y espanto ante lo que no deja de ser un acto alejado de todo tipo de valores posibles de convivencia y construcción de una sociedad”.
La Calcografía Nacional de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid es la sede que acogerá este muestra hasta el próximo 25 de mayo. Según Juan Bordes, académico de la Calcografía Nacional, la exposición quiere “descargar a Goya de ser el gran defensor de la tauromaquia” y lamenta “la utilización que se ha hecho de su obra”[1].
En los 200 años del lanzamiento de la serie, la exposición recoge tanto grabados originales de Goya junto a otras obras antitaurinas de artistas contemporáneos como El Roto, Forges o Marina Vargas. Una veintena de artistas que defienden que el mensaje que el pintor español quiso transmitir con su serie no es otra que la crudeza y la tortura de este arte.
La muestra deja constancia de su actitud reivindicativa, puesto que considera que en la actualidad “no tiene cabida una actividad en que se base en la contemplación deleitosa de la tortura y muerte de un ser vivo sintiente como es un toro, o como cualquier otro ser humano o no humano”, afirma el comisario Rafael Doctor.
Como bien escribe el director de Ritmos21.com, recogiendo palabras del comisario de la muestra, “el objetivo no es más que destruir aquellos argumentos que mantienen los defensores de la tauromaquia, en un momento “en el que más del 80% de la población del país se opone a lo que por otra parte ha sido declarado como bien de interés cultural”.
En el fondo, la exposición quiere desmontar el “abuso constante” de una iconografía que solo ha sido leída desde un posicionamiento” que quiere apoyarse en artistas de tal magnitud para defender sus posiciones[2].
El problema de la interpretación
Sin embargo un experto francés en historia del Arte y estudioso de la Tauromaquia, Ozvan Bottois –Doctor en Historia del Arte (Université de Bourgogue) y miembro del CREC (Centre de Recherche sur l´Espagne Contemporaine) de l´Université Paris III Sorbonne Nouvelle–, tiene publicado un estudio titulado “La Tauromaquia de Goya a la luz de su contexto: el problema de la interpretación”, en el ofrece una visión más objetiva y fundada.
Considera el profesor Bottois, que el análisis del sentido de la Tauromaquia de Goya alimenta un debate complejo, basado en diversas interpretaciones vinculadas tanto al contexto personal, como artístico o político, en el que el artista realizó su serie. A través de un breve recorrido historiográfico, este trabajo recuerda las grandes aportaciones sobre la interpretación de la Tauromaquia, confrontándolas con las imágenes de la serie. A raíz de dicho recorrido, sepropone, a modo de interrogación, una nueva interpretación de los grabados taurinos puestos a la venta por el artista. Esta hipótesis, basada principalmente en los ensayos Política y toros, de R. Pérez de Ayala, y Ritos y juegos del toro, de A. Álvarez de Miranda, plantea la posibilidad de relacionar la Tauromaquia con dos elementos de su contexto histórico: el nacimiento del toreo moderno —y lo que éste supone— y la experiencia liberal de la Constitución de Cádiz.
Escribe Bottois que en este conviene “subrayar la importancia que tiene la Tauromaquia de Goya en la representación de los toros. Fue quien abrió el paso a una representación marcada por la tragedia, por el drama, superando así la mera representación de una corrida de toros. El artista plasmó la esencia de la esta de los toros, poniendo de relieve su fuerza simbólica, su dimensión universal”.
“Es aquí –señala el profesor Bottois– donde se inicia la modernidad de la representación artística de los toros. Modernidad que también se manfiesta en la conciencia que tuvo Goya del cambio fundamental e histórico que conocieron la corrida y el conjunto de la sociedad española de su época; cambio que él no dudó en plasmar”.
El trabajo del profesor francés, forma parte de las ponencias que se presentaron en 2011 en el Congreso Internacional “Goya y su contexto”, cuyo texto íntegro se pueden leer en la Revista Signa 21, que puede consultarse en la dirección electrónica http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/33/35/10bottois.pdf. Por su valor documental, reproducimos en el archivo adjunto el texto íntegro de esta ponencia.
[1] Esta teoría nace –si seguimos los estudios del profesor Bottois– a raíz de un artículo publicado en 1961 por Nigel Glendinning. En este trabajo, “el autor consideraba la Tauromaquia de Goya como una posible crítica a la fiesta. La violencia de las imágenes y la aparente falta de coherencia histórica en la articulación de la serie o en algunas imágenes, son algunos de los elementos que llamaron la atención de Glendinning en ese sentido. Esta hipótesis fue en parte discutida por Álvaro Martínez-Novillo. Apoyándose en la prensa de la época, demostró, por ejemplo, que algunas de las prácticas a las que se refería el pintor aragonés en su serie estaban históricamente atestiguadas y no eran una invención suya, lo que hubiera podido dar un sentido grotesco a las imágenes”.
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