BILBAO. Primera de las Corridas Generales y tercera del abono. Un tercio de entrada. Toros de Puerto de San Lorenzo, el 1º como sobrero, bien presentados pero de poco juego; tan sólo destacó el 3º, que tuvo calidad. Jesús Martínez “Morenito de Aranda” (de nazareno y oro), ovación tras aviso y ovación tras aviso. Joselito Adame (de marino y oro), ovación y silencio. Juan del Álamo (de blanco y plata) una oreja y palmas.
Cuando las cosas no salen al derecho y los tendidos están tan despoblados como este lunes, qué cansinas y grises se hacen las tardes de toros en Bilbao. Hasta queda desvaída la magnífica acústica de la plaza de otras veces cuando suena la música. Solo les salva la extrema cortesía del publico bilbaíno en el trato con los toreros. Pero la buena educación no impedía que el personal saliera de los tendidos con caras de circunstancias, con la conciencia clara de que el espectáculo había resultado decepcionante. Solo les faltaba repetir el célebre “no es esto, no es esto”. Y , en efecto, no es esto lo que se espera cuando uno emprende el camino de la Plaza.
Dejando al margen el factor del poco ambiente que ofrecen tendidos casi vacío, la corrida de Puerto de San Lorenzo tuvo casi en exclusiva “la carga de la prueba”. La buena presentación no podía tapar su condición de estar desprovista de todo atisbo de clase y de bravura, y para mayor abundamiento tampoco le sobraban las fuerzas. De esta línea tan sólo se salió el lidiado en tercer lugar, que tuvo mucha calidad y recorrido; fue justamente aplaudido al arrastre.
Los únicos rayos de luz clara surgieron durante la lidia de ese buen 3º y los protagonizó Juan del Álamo, que ya había toreado con buen tono con el capote. Su faena de muleta se basó en el temple, el buen gusto y una cierta unidad. Pero no nos engañemos, no llegó a entusiasmar en la medida que el gran toro permitía. Es lo que suele ocurrir cuando el torero se empeña en hacer el toreo en línea y rematando siempre hacia las afuera, en lugar de enroscárselo a la cintura. Es cierto que se trata de un recurso técnico que, a base de no obligarle, permite que el toro se quebrante menos y posibilite faenas más extensas. También minimiza los riesgos. Pero el metraje tiene poco que ver con la profundidad del toreo, que es lo que traslada al tendido ese indispensable punto de emotividad que conmueve, que arrebata. Con la calidad que tiene el salmantino con este toro pudo y debió estar mucho mejor; este "Malvarroso" permitía poner la plaza boca abajo con docena y media de muletazos auténticos. Con el muy deslucido 6º cumplió aseadamente.
Como el concepto al uso sobre el lucimiento ha evolucionado, y no siempre en positivo, no se terminó de valorar la importancia de la actuación de Joselito Adame. Supo imponerse al 2º de la tarde, hasta que a base de firmeza y paciencia consiguió sacarle en las últimas series lo bueno que muy al fondo tenía el toro de la Casa Fraile. Técnicamente impecable. El 5º tenía muchas teclas que tocar. El mejicano lo hizo, aunque su esfuerzo y su técnica se quedara sólo para los aficionados.
Algo similar habría que escribir de “Morenito de Aranda”, que abría terna. Fue todo voluntad y empeño. Pero los buenos principios se estrellaron al abrir plaza con un renqueante sobrero del mismo hierro, que sustituyó al lesionado previsto para este lugar; en su segundo turno, con las embestidas brutas del toro charro, al que pese a todo le consiguió enjaretar unos cuantos naturales sentidos.
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