Cuando en la última década del siglo pasado, César Rincón saltaba a la fama por sus grandes éxitos, nos desvelaba su pasión por internet, convirtiéndose en un pionero, entre los toreros, en la citada herramienta. Desde entonces, los avances en la tecnología relacionada con la comunicación han constituido una revolución. Por entonces, nadie o casi nadie pensaba que un torero -cumplida la primera década del XXI- enviaría mensajes a sus partidarios contándoles en vivo qué siente minutos antes de enfrentarse a una fiera o instantes después de atravesar la Puerta del Príncipe o la Puerta Grande de Las Ventas, como es el caso de José María Manzanares, quien abandera a un nutrido grupo de diestros consagrados actuales que viven sus triunfos y cornadas junto a sus seguidores, en el día a día y minuto a minuto, gracias a las redes sociales.
Los toreros, al igual que cantantes, futbolistas, actores y otros artistas de masas, están utilizando las redes sociales para llegar a un mayor número de personas. Es un acercamiento en el que no sólo aportan crónicas, vídeos, fotografías, sus entrevistas en televisión, radio y prensa escrita; sino que también explican qué es lo que están haciendo y lo que realizarán en breve y, en un paso más allá, intentan promocionar los valores y principios de la tauromaquia.
De la generación actual, José Antonio Morante de la Puebla, Manuel Jesús El Cid o Alejandro Talavante cuentan cada uno de ellos con miles de seguidores en Facebook. Por supuesto, además de quienes han apostado por Facebook y Twitter, son muchos los toreros que cuentan con página web, donde además de sus biografías, aportan incluso vídeos de sus actuaciones. Así, Enrique Ponce, Julián López El Juli, David Fandila El Fandi, Miguel Ángel Perera o Cayetano se muestran en este escaparate e incluso algunos novilleros modestos cuentan con web. También los rejoneadores, como Pablo Hermoso de Mendoza o Diego Ventura, galopan por esta pradera de comunicación global.
En Facebook también se agrupan seguidores de otros toreros. Curiosamente, a José Tomás, que no cuenta con página ni tampoco interviene en las redes, le siguen cientos y cientos de fieles que intercambian entre ellos comentarios e incluso vídeos.
Si con la página web el torero muestra su perfil, con Facebook y Twitter ha dado un paso más. Manzanares, quien maneja desde hace poco más de un año el Facebook, cuenta con cerca de 17.000 seguidores a los que ofrece información puntual sobre su temporada e incluso realiza concursos en los que premia con objetos propios o con entradas para ir a verle a las principales ferias. A la vez, es un auténtico apasionado del Twitter, donde en pocos meses ha superado los 10.000 seguidores, con los que dialoga de una manera más personal en cualquier momento, hasta el punto de que tras salir a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas se puso en comunicación con ellos incluso antes de llegar al hotel y ducharse. De hecho, el torero no mira el reloj para estos quehaceres. Los hombres de su cuadrilla lo saben. En su caso, son jóvenes que también se encuentran en la vanguardia de las nuevas tecnologías. Y así, es fácil que Manzanares, durante los viajes que realiza para cumplir con sus compromisos, de plaza en plaza, de hotel en hotel, esté enganchado durante kilómetros y horas a su móvil, en contacto con su público, leyendo y contestando mensajes. Como explica su jefe de comunicación, José Ramón Lozano, "José Mari es un torero del siglo XXI, que quiere emplear todos los canales de comunicación posibles para hacer llegar a sus partidarios todos sus valores. Además, el potencial es enorme. Le siguen no sólo desde España, si no que responde a multitud de mensajes que le llegan desde otros países no taurinos, como Italia o Estados Unidos". Así, en su muro se pueden leer frases como "nunca te he visto toreando, pero vi un vídeo tuyo y me ha cautivado y voy a ir a verte a la plaza". Y es que Manzanares también cuenta con un canal exclusivo en Youtube.
Lo que podría considerarse como un entretenimiento ha pasado a ser el origen de historias fundamentales no sólo en la vida del torero. Por ejemplo, tras el reciente terremoto sufrido en Lorca, Manzanares, viajando desde su tierra hacia Sevilla, pasó por la población murciana. De inmediato se puso en contacto con sus seguidores para conocer de qué manera podía ayudar. De forma espontánea surgió la idea de un festival para el que pidió ayuda. En pocas horas recibió respuesta de numerosos toreros, entre ellos del murciano Pepín Liria, que reaparecerá para este evento benéfico, y ganaderos, sobrepasando los ofrecimientos a las expectativas. Otro hecho humano sucedió al salir tras su actuación en Brihuega. Vio a una niña en una silla de ruedas, que no podía acercarse. Fue el diestro quien acudió a ella. Vestido de torero, se arrodilló, se hizo fotografías con ella. No había llegado al hotel cuando a través de la red recibió multitud de mensajes que decían: "Hoy has hecho a esta niña de nuestro pueblo una de las personas más felices del mundo". Uno de los objetivos de Manzanares es captar a los jóvenes y acercarlos a la tauromaquia. Gracias a Twitter reunió en dos tentaderos a decenas de jóvenes, iniciando a varios de ellos en el toreo.
Alejandro Talavante, tras su salida a hombros en este San Isidro, en una tarde en la que vestía un traje lila y oro -color similar a uno con el que Antonio Chenel Antoñete obtuvo varios éxitos- decidió rebautizarlo como chenel y oro y así lo comunicó a sus seguidores. La fuerza de las redes es tan potente que caló entre muchos aficionados de Las Ventas e incluso en algunos medios de comunicación comentaron el hecho.
También hay voces reticentes a esta comunicación inmediata. El peligro de desvelar ideas y preferencias puede resultar negativo, como ha sucedido recientemente a algunos cantantes como David Bisbal, Alejandro Sanz o Andrés Calamaro. Ante ello, los toreros, muy hostigados por los antitaurinos en páginas digitales, coinciden que en la comunicación con sus fieles de lo único que hay que hablar es de sentimientos relacionados con el toreo.
Los toreros, en el océano global de comunicación del siglo XXI, se han convertido en marineros de luces que quieren, además de ganar adeptos en la arena, capturar con sus redes la fidelidad de otros muchos partidarios para su causa y la de la tauromaquia.
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