PAMPLONA. Quinta de la feria de San Fermín. Lleno total. Toros de Jandilla, parejos de presentación y de poco y desclasado juego, con la excepción del 5º, un gran toro, y en mucha menor medida el 3º. Diego Urdiales (de grana y oro), silencio y silencio tras aviso. Alejandro Talavante (de grosella y oro), una oreja tras un aviso y vuelta al ruedo. Alberto López Simón (de rosa y oro), una oreja tras un aviso y vuelta al ruedo.
Por segundo día, las cuadrillas hicieron el paseíllo descubiertos, en señal de duelo por la muerte de Víctor Barrio.
En conjunto de escasa nota y recorrido, como fue el que Borja Domecq trajo a Pamplona, se coló un gran toro. Se lidió como 5º, “Decana” de nombre, que por ahora es el único que puede disputarle el Premio “Carriquiri “a aquel otro “Soplón, tan bravísimo como disminuido físicamente, del hierro de Fuente Ymbro, al que se le dio la vuelta al ruedo.
El ganadero, que es los que buscan explicación a todo con su fácil y excesiva palabra, estará probablemente contento, porque salvó la papeleta. Pero no es para tanto. Este propio “Decana” estuvo en un tris de rajarse cuando la faena no había llegado a la mitad, pero la mano hábil de su matador lo impidió. O sea, alegría, las justas. Y es que salvo este animal, y en alguna medida el 3º, el resto estuvo cortado por el mismo patrón: tendencia a salirse sueltos, con escasa humillación, acortando una barbaridad sus recorridos y saliendo siempre con la cara por las nubes. En el caballo cumplieron a secas.
En esta ocasión procede poner la frase tan habitual al revés: qué suerte tuvo “Decana” de caer en las manos de Alejandro Talavante. Ni a propósito se puede lucir tanto a un toro. Si ya lo había toreado muy toreramente con el capote, muleta en mano hizo toda una demostración de lo que es el temple: con los engaños a dos dedos del hocico, sin un solo tirón, con los toques muy suaves, exigiéndole de forma inteligente para que durara en el tiempo, cuajó una faena sólida y compacta que entusiasmó, y con mucha razón
a los aficionados. Hasta para impedir que el "jandilla" se fuera a su animal se fuera a su querencia en las tablas, a las que miró de forma reiterada, estuvo dominador.
Tan sólo cometió un error el extremeño, quiz
á por inadvertencia, embebido como andaba en su faena. Estaba cantado que el “jandilla” pedía la muerte en la suerte natural, en un par de ocasiones ya dejó claro que le costaba mucho cuadrar en la contraria. Pero Talavante se empeñó, fruto de lo cual lo pinchó antes de dejar una estocada trasera que necesitó del refrendo de la cruceta, y todas ellas consumadas sin convicción. Por esa puerta se le escapó el triunfo grande que ya tenía en las manos. Pero este fallo, que no es baladí, no empaña la que ha sido una de las faenas más rotundas y redondas que se le han visto en lo que va de año. Un gran toro, pero también una gran toro para entenderlo.
El resto de la tarde tuvo un argumento de orden menor, aunque resultara entretenida en muchos pasajes. Estuvo Talavante muy entregado con el que hizo 2º, en una faena comenzada de rodillas con una arrucina, que resultó embarullada en su ejecución, para de inmediato ponerse a construir series lucidas, sobre todo una soberbia sobre la mano derecha. De finales volvió a echarle las rodillas a la arena para animar la cosa con unos derechazos muy templados. Trasteo largo que recibió un aviso y que resolvió con un espadazo entero pero trasero, eso sí: realizado muy lentamente. Se le concedió una oreja.
El lote de Diego Urdiales digamos que fue el azar el que decidió que lo formaran los dos toros mas cornalones y ofensivos de la tarde: el 4º, muy astifino y tocado arriba, tenía muchísimo respeto. Pero también por ese azar con el que los animales se reparten en el campo sus bondades, fue el lote notablemente mas deslucido. Sueltos siempre, sin humillación alguna, de viajes muy cortos, saliendo de los engaños con la cara por arriba. El toreo de peso que ejecuta el riojano tan sólo pudo verse a ráfagas sueltas, sin posibilidad de continuidad. En esta temporada, que debía ser la de la consagración de Urdiales, tuteándose con las figuras y fuera de los carteles para los “hombres esforzados”, hasta el momento los sorteos le vienen dando la espalda. Eso que nos estamos perdiendo los aficionados.
Cumplió ampliamente su papel, que tiene su punto de personalidad, L
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