Un balance general más bien pobre, con dos momentos grandes y 9.221 espectadores menos

por | 28 Ago 2018 | Temporada 2018

Concluido el ciclo de las Corridas Generales de Bilbao, el balance final se caracteriza por un fuerte contraste según sea el factor a considerar. Quizás podría adelantarse que hubo más sombras que luces. Y en cualquier caso, no se han podido alcanzar las metas que los organizadores se había trazado para este fin de etapa que ha supuesto 2018.

 

Si miramos hacia lo más positivo, sin duda alguna los triunfos incontestables de Diego Urdiales y Roca Rey, con sendas puertas grandes en su haber. Ahí radicaron los momentos cumbres, lo que definirán a este abono cuando se relean pasados los años. El torero limeño arrolló hasta la razón, con ese exponer sin desmayo que es tan suyo; el riojano dejó el aroma de lo exquisito, cuando la pureza del toreo se convierte en esencial. Fueron, pues, dos triunfos iguales en legitimidad, pero muy distintos en su consecución. Y los dos encendieron los tendidos.  Hay que reconocer que ambas volaron en otra dimensión a la de todos los demás.

 

Pero al margen de esta excepción, el paso de las figuras ha tenido tonalidades mediocres, tanta como para no justificar el hacer doblete. En unas ocasiones por la naturaleza de los toros; en otras, simplemente, porque no pudo ser.  De hecho, los dos momentos cumbres fueron para un semiveterano, cada día con más solera, que se llama Diego Urdiales y para un volcán nacido en Lima que trae ha cogido la escoba de barrer y que se anuncia como Roca Rey. 

 

No constituiría una exageración afirmar que para un abono con tan sólo 9 festejos –una de ellos los caballos– que haya dos tardes verdaderamente cumbres justifica un razonable balance positivo, aunque no hayan sido suficientes como para compensar otros factores negativos.

 

En el polo opuesto de lo más negativo, las entradas, que un año más no han terminado de arrancar. Dejando al margen la tarde de rejones, si hacemos caso a las estimaciones que ha ido realizando el cronista “Barquerito” –que por ahora aporta los únicos datos concretos que se conocen–  en total la plaza se ha cubierto en un exiguo 44,7%, esto: un promedio inferior a la media entrada. Curiosamente, una cifra similar a la que provocó la gran crisis de 1949.

 

Si damos por buenas las cifras del cuadro adjunto –que no parece que vayan a tener grandes diferencias con la  estadística oficial–, nos encontramos con un dato que hay que poner muy por delante: queriendo mantener Bilbao una plaza de tradición torista,  resulta que en la corrida de Victorino Martín la entrada fue de un 23,6% sobre el total y en la Miura del 37,3%, dos de las tres peores entradas del abono. Debiera hacer pensar a esta realidad, que desgraciadamente no es de hoy, que nos marca por donde andan los gustos de quienes se llaman aficionados y de los que sólo son espectadores.  Tampoco hay que extralimitar esta conclusión. Conviene matizarla: no tienen en la taquilla el tirón de antaño si el cartel no anda complementado con nombres rutilantes.

Nota al margen
9.221 espectadores menos que en 2017 


Publicado este informe, el miércoles 29 de agosto el diario Deia publica una documentada crónica de Ane Araluzea en la que, citando fuentes oficiales, se informa que  las Corridas Generales de este año se han saldado con una asistencia de 62.470 espectadores, un 12% menos que el año anterior en el que las nueve jornadas de festejos taurinos atrajeron a 71.681 personas hasta la plaza. Se han perdido, pues, un total de 9.221 espectadores. Con este retroceso el aforo medio cubierto ha pasado a ser del 47,3% sobre el total posible; esto es, una cifra muy similar a la que había estimado sobre 8 espectáculos el cronista “Barquerito”, sobre los que se elaboró el cuadro que figura más arriba.

 

La feria de las figuras 

 

Debe reconocerse que la fórmula de una feria a base de figuras no ha funcionado en la medida esperada. Vista Alegre se quedó lejos de tener al menos un “no hay billetes” y entradas apreciablemente positivas sólo se dos días, cuando se superó el 80% del aforo. Sus panegiristas destacaran que eran justamente los dos festejos en los que anunciaba Enrique Ponce, entre otras cosas porque en la segunda tarde que actuó Roca Rey el aforo sólo se cubrió en el 54,3%.  La realidad es un poquito más compleja: el cartel de la primera tarde estaba más rematado que el de la segunda.

 

Lo achaquen a lo que lo achaquen, no debieran estar contentos de su paso por este abono ni Ponce ni El Juli –que tuvo peor suerte en los sorteos–. Con el paso de los años y la reiteración en los carteles, la verdad es que a estos toreros consagrados el personal les valora sobre todo cuando hacen esa faenas excepcionales, las del “toro medio” interesan menos. Es el cara y cruz de la veteranía triunfante. Lo ha sido siempre en la historia del toreo.

 

Pero por más argumentos que se busquen, quien no puede presumir de lo conseguido es José María Manzanares: no anda precisamente en sus mejores momentos como  dejó constancia en las Corridas Generales. Casi en blanco pasó Perera, con un lote infame; como sería que ni su buen momento le permitió ir mas allá. Con poco que reseñar, Sebastián Castella. Los detalles de una torería espléndida le bastaron a Antonio Ferrera para dejar su huella. Y a su modo y manera Padilla se despidió bien de Vista Alegre.

 

Dentro de parámetros razonables Manuel Escribano y Pepe Moral, que si no es por la espada le corta una oreja al sobrero del domingo. Hecho en la fragua, Octavio Chacón dejo el marchamo de tener camino por delante. Y un derroche de valor, Juan Leal, que podrá brillar más en cuanto mejore su técnica.

 

Entre la juventud, pasó con nota Fortes, mientras que se esperaba más de Ginés Marín; bien parece que ahora esta asimilando cuanto supone andar en el escalafón superior. Gran tarde la de Álvaro Lorenzo, tan poco valorado por las empresas; con un contenido demasiado vulgar Luis David Adame, que hace de todo pero casi nada llena. No se trató con la justicia debida el esfuerzo que hizo Román y sin suerte alguna José Garrido, que entró a ultima hora. 

 

El bajo nivel ganadero

 

Junto a los quebraderos de cabeza de las entradas, la otra gran cuestión ha sido el bajo nivel que acreditaron las ganaderías anunciadas. Han abundado las corridas seleccionadas con grandes desigualdades de hechuras y trapío. Un buen ejemplo de ello puede ser el sexteto que aportó Victorino Martín, con fuerzas menguadas; pero de calidad, tan solo uno. Resultó completamente impropia de Bilbao.

 

Aunque la Junta la haya dado su premio, no por eso puede asegurarse que la de Torrestrella fuera una gran corrida; en todo caso, ha sido la menos mala. La más pareja, eso sí. Tuvo mucha movilidad pero ninguna entrega, ni clase.

 

Fracasó a lo grande la corrida de Núñez del Cuvillo; sin especiales valores la de Domingo Hernández/Garcigrande; insufrible la de El Parralejo, que no había por donde cogerla; la de Miura, a su estilo duro, no hay nada que descubrir a este respecto.

 

Aunque sin completar esa corrida que salva una feria, la de Alcurrucen lidió dos  dos toros con importancia; pero se vio ensombrecida por las dos devoluciones, que dieron pie a un segundo sobrero que acabó siendo el toro con más peligro del ciclo.

 

Por lo demás, llama la atención como ha bajado el número de cinqueños que se han enchiquerado. Cabe interpretarlo en la clave de la reducción general de la cabaña de bravo: al ganadero que vende, no le quedan remanentes en el campo para la temporada siguiente.


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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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