El próximo 19 de julio se cumplirá un año de la compra para la empresaria peruana Rocío L. Torres Carcasi de la ganadería de “Yerbabuena”, hasta entonces propiedad de José Ortega Cano. A día de hoy, este cambio de titularidad aún no consta en el registro oficial de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, en el que se siguen constando oficialmente los datos antiguos de identificación: titularidad y representación, que fueron inscritos el 8 de julio de 2005, esto es, un año antes del fallecimiento de su copropietaria, la gran Rocío Jurado.
Según consta en el Boletín Oficial del Registro Mercantil, en su edición del viernes 2 de agosto de 2013, Rocío Leonor Torres Carcasi aparece como titular y administradora única de la sociedad Los Raudales P&I Sociedad Limitada, constituida el pasado 19 de julio, con un capital social de 3.000 euros y sede social en la Finca Yerbabuena, en la localidad sevillana de Castilblanco de los Arroyos. Días después de esta constitución, como es sabido se formalizó la operación de compraventa de esta ganadería.
El 4 de noviembre de 2013 la Unión de Criadores, a preguntas de nuestra Redacción informó que “en la actualidad se tramita el cambio de titularidad, hecho que podría ser incluido en el orden del día de una próxima reunión de la Unión de Criadores”. Sin embargo, ocho meses después tal inscripción sigue sin producirse, una circunstancias que no puede menos que llamar la atención.
Pero, además, si se consulta la página web de esta ganadería, en la actualidad tan sólo se puede leer: “Una dehesa con personalidad propia. Yerbabuena. Próximamente”, habiendo desaparecido todos los contenidos anteriores de la etapa cuya titularidad correspondía a Ortega Cano.
Incluso si se repasa la actualidad taurina, este hierro no figura anunciado en ningún festejo, ni se da noticia de ninguna otra actividad ganadera. Tan sólo se localiza dos noticias: una, acerca del cambio del lugar de celebración de la boda de un torero, inicialmente anunciada en los salones que para estos acontecimientos se construyeron en “Yerbabuena” por otro lugar de celebración; la otra, las actividades mercantiles que realizó el vendedor con posterioridad a la operación, como fue la adquisición de otra finca.
Pero si se opera con los distintos motores de búsqueda, tampoco se so localiza no se noticia alguna sobre la nueva propietaria. Siguen apareciendo noticias diversas de hace un año y relativa a sus actividades empresariales en Perú, pero ninguna relativa a su nueva condición de ganadera en España.
De las informaciones antiguas –esto es: de hace casi un año–, las hemerotecas aportan más noticias en ocasiones un tanto sensacionalista y casi siempre críticas. De hecho, tan sólo en el diario “El Comercio” –el más importante e influyente de Perú– sigue pudiéndose leer diversas informaciones que le son muy favorables. Y así, en una columna de opinión firmada por Martha Meier, que ocupa el cargo de Editora Central de Fin de Semana, en la que se afirma: “La compra de Yerbabuena llegó al Perú distorsionada y terminó vinculando la fortuna de los Torres a las mafias de la minería ilegal. Una gran mentira”.
Pero en medios periodísticos peruanos si se referencian algunos festejos en los que se lidiaron reses de su ganadería local de Checayani. Se trata de corridas celebradas en la región del Puno, en localidades como Tayachuco, Ayapata, Ayaviri y Segunda de San Antón, en los que participaron algunos toreros españoles, entre ellos Emilio Serna e Israel Lancho. En cambio, no se ha localizado ninguna información relativa a su hierro español de Yerbabuena.
Como ya se ha informado, la ganadería de Checayani, que se consideró importante en el Perú y donde era todo un símbolo de las ganaderías bravas del sur, tuvo su origen en 1960, cuando don Carlos Gallese importó una vacada y unos sementales de la ganadería española de Urquijo, puro encaste murube. Después de pasar por diversos titulares, en el año 2011 la ganadería y la finca pasó a ser propiedad del empresario don Percy Torres Ríos, minero de profesión, que dedicó parte de la hacienda a labores de la minería del oro, en tanto en otra parte mantuvo la ganadería. Por esta vía llegó posteriormente en 2012, tras el fallecimiento de su titular y poco después de su único hijo varón, a su hija doña Rocío Leonor Torres Carcasi.
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