ZARAGOZA. Séptima de feria. Lleno. Cinco toros de Daniel Ruiz, de pobre presentación y un sobrero (5º) de Garcigrande. Juan José Padilla, oreja y oreja con fuerte petición de la segunda. Julián López “El Juli”, silencio y oreja con fuerte petición de la segunda. Alejandro Talavante, silencio y silencio
Desde el paseíllo hasta que se perdía a hombros por la Puerta Grande. Una tarde más que emotiva ha sido la del regreso de Juan José Padilla a Zaragoza, un año después de la tremenda cornada. Pero una tarde en la que el torero de Jerez puso todo de su parte: desde irse a recibir a su primer en la puerta de chiqueros hasta los tercios de banderillas, donde ocurrió la cornada. Hasta en los brindis resultó emotivo, el primero al Dr. Valcarreres y su equipo; el segundo, a su íntimo amigo Adolfo Suarez Illana.
En ambos toros, Padilla estuvo muy entregado. Con el capote mejor en el que abría plaza, al que toreó con variedad, en especial con su segundo enemigo. Bullidor, como siempre, con los rehiletes, su primera faena de muleta tuvo temple y, sobre todo, resultó muy ligada. Frente al cuarto, se vio más al Padilla entregado y todo entusiasmo. A ambos los mató con eficacia.
Sí como poco pudo hacer Alejandro Talavante con su lote –su primero se lesionó en el ruedo–, de gran interés ha sido la faena que “El Juli” cuajó con su segundo, un toro de poco fondo que el madrileño supo exprimir con inteligencia.
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