MADRID. Décimo octava de feria. Más de tres cuartos de plaza. Toros de Fuente Umbro, de gran presencia y juego interesante. Uceda Leal (de grana y oro), una oreja y silencio. Curro Díaz (de rosa y oro), silencio y silencio. Matías Tejela (de grana y oro), ovación y silencio. Tarde de grandes banderilleros, como para tirarle el sombrero a José Manuel Montoliu, Jesús Romero y Ángel tero.
Era un reto fuerte. Traer de improviso una corrida a Madrid. Y de las de Madrid. Desechada por los veterinarios gran parte de la corrida de José Luis Pereda y retirado el resto por el propio ganadero, había que buscar otros seis que fueran unos buenos mozos. Ricardo Gallardo, anunciado en esye abono sólo en una novillada, se echó para adelante y ofreció a la Empresa una corrida. Y además muy seria. Y no era el de Fuente Ymbro un conjunto que se acercara a la fecha de caducidad: tan sólo uno de ellos era cinqueño. No se puede saber si salimos ganando con el cambio, porque los titulares no se han lidiado; pero perdiendo, muy probablemente no.
No era una corrida pasada de kilos, pero sí muy hecha, con respetabilísimas defensas y encastada, unos para bien y otros para lo contrario. Excelente resultó el 3º, un toro de triunfo fuerte. Bueno, aunque con desigualdades, el que abrió plaza. Con sus desigualdades, tuvo interés el fuerte 4º. Buen comienzo tuvo el 6º, pero enseguida se aferró al piso, probablemente porque en el caballo fue servido. Los dos restante, con sus peplas y su querencia hacia las tablas, no permitían el lucimiento según los cánones actuales, pero no dejaban que el espectador se dedicara a comer pipas, que han entrado en Las Ventas como una plaga. Por lo demás, en líneas generales no tuvieron un comportamiento de bravo ante los montados.
Torerísimo estuvo Uceda Leal con su primero. El toro se movía, pero lo mismo iba con la cara suelta que metía la cara con clase en los engaños, e incluso en otras ocasiones trataba de rajarse. El torero madrileño se mantuvo por encima de estas circunstancias, con series unas sencillamente elegantes, otras además con profundidad. Aunque como es lógico la faena no pudo mantener siempre el nivel más alto, sobre el ruedo quedaron muletazos para recordar. Y como es habitual, un espadazo de los suyos y una oreja.
Buscó con firmeza el triunfo con el 4º, sin duda con el propósito de abrir la Puerta Grande. El cinqueño, con unos pitones para hacer toda una camada, no metía mal la cara en los comienzos, pero planteaba una disyuntiva imposible: si se le bajaba la mano, buscaba el abrigo de las tablas; si no se le bajaba, protestaba cada muletazo. Uceda Leal estuvo siempre por encima de su enemigo, al que despachó de otro espadazo.
En el lote de Curro Díaz se reunieron los dos ”fuenteymbros” más deslucidos. Con escasa entrega su primero, el 5º tenía su punto de clase pero fue el único que claudicó en varias ocasiones, restando toda emoción. Pero al de Linares se le vio firme, con más soltura que en otras ocasiones, quizá porque no estuvo tan pendiente del codilleo. Quedaron muletazos sueltos con su sello propio, pero sin poder redondear.
Tal como anda el panorama, Matías Tejela debería haber reventado Las Ventas con el excelente 3º, la emoción misma dando vida a un toro. La calidad del toro lo exigía. El alcalaíno no estuvo mal, tuvo detalles con muy buen sello, pero no era suficiente que consiguiera series relajadas, de mano baja, incluso con su sentimiento. Frente a un toro de estas condiciones no se debieron dar tantas intermitencias, exigía apostar con convicción firme. Y en eso Tejela se quedó a mitad de camino. El 6º engañó a la mayoría: se le había visto clase a la hora de tomar los engaños; lo que no estaba previsto es que agarrara a la arena y costara un mundo moverlo. Tejela reiteró probaturas hasta que se fue por la espada.
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