MADRID. Vigésima de la feria de San Isidro. Casi lleno. Toros de Victoriano del Rio –el 1º con el hierro de Toros de Cortés–, bien pero desigualmente presentados, cuatro de ellos cinqueños (3º, 4º, 5º y 6º), encastados pero con complicaciones; el 2º el más colaborador. Diego Urdiales (de tabaco y oro), silencio y silencio tras aviso. David Fandila “El Fandi” (de nazareno y oro), pitos y pitos. Iván Fandiño (de aguademar y oro), división de opiniones al saludar en el tercio y silencio.
Durante el tercio de banderillas del 4º resultó cogido el banderillero Domingo Valencia, de la cuadrilla de “El Fandi”. El parte facultativo firmado por el Dr. García Padrós dice así: "Herida por asta de toro en tercio medio cara externa del muslo derecho con dos trayectorias, una ascendente de 20 cm. que produce destrozos en músculo tensor de la fascia lata y en vasto externo alcanzando trocánter mayor; y otra trayectoria ascendente de 25 cm. hacia dentro que produce destrozos en recto anterior y músculo crural, alcanza fémur y contusiona paquete vásculo-nervioso femoral. Contusión en primer dedo mano derecha con posible lesión en articulación metacarpofalángica, pendiente de estudio radiológico. Tras ser intervenido en la enfermería de la plaza es trasladado al hospital San Francisco de Asís con cargo a La Fraternidad. Pronóstico: Grave que impide continuar la lidia
La corrida no fue fácil. Ni mucho menos cómoda. Para ser de lo que exigen las figuras, podría incluso decirse que tuvo demasiada guasa, aunque a lo mejor no se viera tan palpablemente sus dificultades. A lo mejor es que el ganadero tenía urgencias por darle salida al género que quedaba el año pasado, que por algo echó cuatro cinqueños pasaditos, y no era cosa de ponerse estrechos en la selección.
Pero sirvió para algunas cosas. Por ejemplo, para algo tan de cajón como para confirmar que la casta no siempre debe entenderse como un signo positivo. Hoy en cuatro de los que se lidiaron salió a relucir el encastamiento en malo, ante los que el toreo era imposible. Precisamente por eso a poco que tiene posibilidad de exigir los toreros apuestan por el toro predecible. ¿Los que don Victoriano traiga a la Beneficencia serán de la rama predecible, o se alinearon con los de hoy?
En sus líneas generales, la corrida era pronta a la hora de responder al toque; pero luego mantenía actitudes muy cambiantes y la mayoría se fue a menos con rapidez. Y en cualquier caso, no hicieron intento alguno de rebozarse en el último tercio.
Con todo hubo un toro que dio algunas opciones al triunfo. Fue el lidiado en 2º lugar. Sobre todo por el pitón derecho tenía unas embestidas muy positivas, con nobleza. Pero “El Fandi” no acabó de entenderse con él: innumerables muletazos, pero ninguno sentido. Como si fuera un contrapeso, le correspondió al granadino el más desagradecido de todos los “victorianos”, que fue el 5º, con el que el torero directamente tiró las tres cartas y se fue a por la espada.
En el primer San Isidro que Diego Urdiales viene bien colocado, los sorteos le vuelven la cara. ¡Ya es mal sino! Ninguno de los dos que lidió en este jueves tenían los contenidos mínimos necesarios, aunque sólo fuera para demostrar la torería que lleva dentro. Deslucidos y complicados los dos hasta decir basta.
Como tantas veces ha pasado en el toreo, Iván Fandiño necesita urgentemente que le salga ese toro que le devuelva el sitio que perdió en Las Ventas el domingo de Ramos, con aquella durísima encerrona, a lo mejor mal calculada en sus riesgos. Mientras llega y no llega, el torero de Orduña no termina de verlo claro; o al menos, es la imagen que trasluce al tendido. Incluso, como hoy, cuando deja pasajes de buena factura.
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