Todo llega. Hasta el día de la reaparición de José Tomás, casi un año después de la gravísima cornada de Aguascalientes (México). La mano hábil del productor de espectáculos taurinos Simón Casas, ha traído el acontecimiento a la plaza de Valencia, y ha conseguirlo colaborar a que sea una jornada que adquiere unos ribetes de absoluta excepcionalidad.
Tratar de ningunear taurinamente el acontecimiento es absurdo. La afición, de España y de la generalidad de la geografía de la Fiesta, vive pendiente del regreso de José Tomás, el torero de mayor tirón en taquilla. ¿Qué toda la expectación nace de la causa última de la reaparición? Más bien hay que plantearse que no, o al menos que no es la exclusiva. Cierto que el torero vuelve después de una de las cornadas más graves de la historia de la tauromaquia. Pero esa misma historia enseña que, una vez adquirida la entrada y sentado en el tendido, lo único que el aficionado recuerda es la última vez que vio como el torero hasta arrolló la razón para hacer más inverosímil su toreo.
Pero hasta que llegue la hora del paseíllo y se abra el portón, la realidad social es que el acontecimiento supone:
●una ocupación hotelera que va a superar el 80%, lo que supone más de 20 puntos porcentuales para lo que es habitual en julio, paliando lo que habitualmente se considera como “un mes malo” en los establecimientos de nivel medio y medio-alto
●otro tanto ocurre con el sector de la hostelería, en el que ya desde muchos días resulta empeño casi imposible reservar mesa.
●los responsables del AVE ponen en circulación trenes con un mayor número de plazas de los habituales, especialmente en los billetes de gama alta.
●los gastos en transporte, hostelería y alojamiento suman 406.600 euros, de los cuales 260.367 corresponderían al gasto satisfecho por los turistas y 128.400 al de los visitantes de un solo día.
●sólo para el día de la corrida, el impacto económico directo se calcula como superior a los dos millones de euros, incluso por encima de lo que produce el Gran Premio de FM1.
●en taquilla se recaudará algo más de 1,34 millones euros, tras el impacto que el anuncio de esta corrida ha tenido en el abono, que ha sido muy superior al de años anteriores. Sólo con la corrida del día 23, la recaudación con el «no hay billetes» ronda los 500.000 euros. Y si a eso se sumara la «recaudación» extra generada en la reventa, podría cifrarse en 750.000 euros.
●sólo en concepto de IVA (18%) por localidades, esta tarde la Hacienda pública recaudará al menos 90.000 euros
Pero a partir de esta realidad, que con tanto acierto ha estudiado el profesor de Teoría Económica Juan Medina, resulta insoslayable un aspecto que a todos debiera interesar. Se trata de medir el impacto mediático que esta reaparición va a tener, con los grandes medios de todo el mundo pendientes de Valencia. Pensar que eso es algo del que al final, si alguien se beneficia, será el torero de Galapagar, además de una profunda miopía mediática, lo único que significa es la falta de una visión global de las terapias que hoy atraviesa la Fiesta, en medio de una profunda crisis.
Cierto que los beneficios, no sólo los económicos, del éxito de José Tomás rinden réditos directos al torero, sobre todo a la campaña americana y a la próxima temporada española. Pero exactamente igual de cierto es que la rentabilidad mediática será en beneficio de los intereses generales de la Fiesta. Y lo serán, además, con dimensión planetaria. Si le pidiéramos a un experto el verdadero valor en términos económicos de un plan de comunicación de estas dimensiones, la cifra resultante sería verdaderamente mareante.
Algo de historia: Un ruido nunca visto
Cierto que cuando se vive ya en el siglo XXI, con un desarrollo mediático jamás conocido, resulta poco proporcionada cual comparación que se haga con el pasado. Pero si se establecen efectos correctores, que son tan amplios que hay que reconocer que minimizan las comparaciones, nunca como hasta ahora la reaparición de un torero había condicionado tanto una temporada taurina como la que este sábado protagoniza José Tomás. De hecho, tan sólo la que el propio torero de Galapagar protagonizó en 2002, tras cuatro años de descanso voluntario, que como ahora vino precedida por un impacto de grandes proporciones.
Pero realizadas las matizaciones anteriores –que son sustantivas— y con todas las precauciones del caso, cuando miramos hacia la historia pasada comprobamos las grandes diferencias que se producen con otros acontecimientos, taurinamente relevantes, pero de una proyección social sensiblemente inferior. A título de ejemplo hemos releído lo ocurrido con cuatro figuras míticas, de las que han marcado los anales del toreo.
●Estaba Juan Belmonte en el cenit de su carrera, plena competencia con Gallito, cuando en 1917 decide hacer un parón, que se prolongará durante un año. Con la tragedia de Talavera, Juan se queda sólo, pero aguanta el tirón en una campaña cargada de responsabilidad, aunque con diversos percances, hasta que vuelve a interrumpir su carrera durante la temporada de 1922, y después de volver a torear en Lima. Hasta dos años más tarde no reaparece, pero aquel acontecimiento no adquiere ribetes de acontecimiento. Primero porque no era lo proporcionado a la realidad incluso mediática de la Fiesta, pero sobre todo porque tras algunos pocos escarceos a pie, decide torear a caballo. Ya el resto de su trayectoria, hasta el adiós definitivo, que se consuma a final de la temporada de 1934.
●Salvo por las interrupciones inevitables de los percances, la trayectoria de Manolete está exacta de idas y venidas. Tan sólo se tomó un descanso en la temporada de 1946, el 19 de septiembre, cuando torea en Madrid, junto a Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín, con toros de Carlos Núñez. Y volvió sin otra vitola que la original: la de quien sale de un descanso.
●Pepe Luis Vázquez se fue de los toros en el año de 1953, para volver a vestirse de luces en 1959, la que fue su última temporada como matador de toros. La reaparición a los efectos que ahora abordamos, no tuvo otra trascendencia que la taurina.
●Finalmente, acudamos al 6 de febrero de 1967, cuando Manuel Benítez "El Cordobés" tuvo al toreo entero sin aliento, el día en el que el torero decide decir no a todos los empresarios como rechazo a sus condiciones. El pacto de la almohada, el auge firmaron del primero al último todos ellos, puso fin a la momentánea rebelión del torero de Villalobillos. Pero aquello no fue más que una demostración de la fuerza que tenía Benítez, que tras el plantón superó las 100 corridas contratadas.
De hecho, comprobadas estas diferencias que hacen prácticamente inviable hacer cualquier género de paralelismo, la literatura sólo nos brinda algunos episodios que si en el fondo no resisten la comparación, al menos si reflejan climas sociales de una parecida naturaleza, aunque su dimensión nada tienen que ver.
Si así, si leemos esa especie de “locura colectiva” suscitada porque José Tomás reaparece en los ruedos, que tiene un amplio reflejo en todos los medios y en las nuevas vías de la comunicación online, ese estado de opinión que reflejan –el objetivo inalcanzable de conseguir entradas, las dificultades para conseguir hotel o restaurante, la organización de transportes especiales, etc.— en algunos aspectos recuerdan a lo que se lee en los revisteros del siglo XIX, entre los que, por cierto abundaban las plumas liberales.
A fuer de reiterativo, hay que insistir en lo dicho: tratar de comparar es absurdo y erróneo. Aquí tan solo se marca, con acento anecdótico, algunos aspectos. Y en este sentido, hay expresiones hoy utilizadas, que a veces se van incluso más allá del ditirambo, que acuerdan a los exordios que firmaba el revistero sevillano “Carrasquilla” –una pluma excelente y un crítico muy singular en sus opiniones– cuando poco menos que venía a pedir la intervención de la autoridad porque en días señalados, ante la enorme expectación del cartel anunciado, había aficionados de clases populares que acudían a las casas de empeño hasta con el colchón de su cama, para obtener el dinero que costaba la entrada. Estos hechos, que son comprobadamente ciertos, aparecían como el sumun de todos los despropósitos, pero también como el mejor termómetro del interés que había despertado el cartel anunciado.
Con absoluta impropiedad, alguno podría pensar que aquellas casas de empeño, a la que se acudía aún a riesgo de perder la cama, hoy viene a ser ese dinero de plástico que hoy parece que no se paga, pero que a fin de mes hace un agujero en la cuenta del banco, dentro de la locura en la que se mueve la reventa, los precios disparados de alojamiento y comidas, etc.
En el fondo, lo único que entre un caso y otro se da en común, es cuanto de despropósito tiene realizar gastos absolutamente desproporcionados, en aras a una expectación alimentada socialmente, incluso más allá de su propia dimensión real.
Ficha técnica:
Toros de El Pilar
Víctor Puerto, que sustituye al lesionado Juan Mora
José Tomás
Arturo Saldivar
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