MADRID. Decimoséptima del abono de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada: 21.767 espectadores (91,4 % del aforo). Toros de la Casa Capea –con sus tres hierros–, reglamentariamente despuntados, bien presentados, con clase y buen juego. Diego Ventura, una oreja, dos orejas y ovación. Leonardo Hernández, una oreja, ovación y una oreja.
Ventura montando a "Dolar" sin cabezada: un gran par |
Con su puntito de triunfalismo al final, que en estos festejos de rejones siempre la rigurosidad se relaja un poco, la tarde que ofrecieron Diego Ventura y Leonardo Hernández no solo entretuvo a su público, es que también dejó cosas de interés que hay que anotar. Y la primera de ellas, la calidad y el buen juego que dio la corrida que la Casa Capea ha lidiado en Madrid. Para un festejo de rejones, excelente; si hubiera que destacar uno, probablemente el que abrió la tarde, con el hierro de Carmen Lorenzo.
Perseguía Diego Ventura su puerta grande número 14 y la ha conseguido con autoridad. Lidió con acierto, incluso con sobriedad, al buen 1º, destacando el tercio de banderillas tanto con “Sueño” como, especialmente, con “Nazarí”. Bajó algo con “Remate” a la hora de las cortas, pero luego dejo un buen rejón de muerte, prologo a la concesión de la primera oreja.
Templadísimo se le vio en el recibo a su segundo, montando a “Añejo”. Muy valiente con ”Roneo” en banderillas, aunque viéndose tropezando en varias ocasiones. Muy en corto siempre, excelente las suertes que realizó, siempre citando muy en corto, con “Fino”. Y para fin de fiesta, el par a dos manos sobre un “Dólar” sin cabezada, que caló mucho en los tendidos. Como estuvo diligente con los aceros de muerte, el palco no tuvo inconveniente en sacar los dos pañuelos blancos. Bajó un tanto la tónica con su tercer enemigo, en el que resultó bueno el gran para al quiebro que hizo con “Ritz” y la labor templadísima de “Nazarí”. Pero al final no hubo cierto a la hora de matar.
Habiendo sido una actuación muy digna y torera, cuando a Leonardo Hernández se les ve emparejado con Ventura, aunque un tercer referente, se nota más la diferencia de magisterio entre los dos. En su primer turno, en el que no hubo demasiado acierto a la hora de clavar, salvo el compromiso y la oreja en buena medida por esos pares, resueltos tan en corto, que puso con ”Despacio” y con el acuerdo con el rejón de muerte montando a “Xarope”.
Tras una actuación muy desigual en su segundo turno, busco con hinco la oreja del que cerraba la tarde, con mucha entrega y acudiendo al recurso de la espectacularidad en su monta, con preparativo de las suertes que eran más aplaudidos que las propias suertes. El palco se mostró complaciente y concedió la oreja que necesitaba Hernández para abrir la Puerta Grande, una puerta gran que nada tiene que ver con las que consiguió en 2016.
0 comentarios