SEVILLA. Segunda de feria. No se llegó al medio aforo. Tarde ventosa y fresca. Toros de Torrestrella, de poco juego; 4º y 5º, cinqueños. Javier Jiménez(de turquesa y oro), silencio tras un aviso y silencio. Lama de Góngora (de marino y oro), ovación y silencio. Pablo Aguado(de verde hoja y oro), ovación y una oreja.
José Chacón tuvo que saludar en el 5º, tras dos pares de gran exposición. Pablo Aguado brindó la muerte del 6º a Curro Romero, que por la mañana había recibido el Premio de la Cultura de la Universidad Hispalense.
En una tarde que todo se fiaba al crédito acumulado por Torrestrella, la corrida que Álvaro Domecq lidió en Sevilla ha decepcionado a los aficionados. Nada que ver con la de 2017, que ha ido recolectando premios. Desigual de presentación y hasta de tipo, mansona en los caballos –con la transitoria excepción del 3º–, sin capacidad de humillar, con el viaje corto. Más cuajados y con su punto de violencia los dos cinqueños, mientras los tres que mejor metían la cara duraron un suspiro. No estará satisfecho el criador jerezano.
Pero una decepción de este porte tiene mayores efectos cuando se trata de un cartel localista, con tres toreros que aspiran a dar ese aldabonazo que los ponga en circulación, esto es: en contratos. El mejor librado en el sorteo fue Pablo Aguado, en la que era su segunda corridas de toros. No dejó ir la oportunidad. En cambio, Javier Jiménez se las vio con dos imposibles y el manejable que cayó en manos de Lama de Góngora pronto se vino a menos.
Como ya apuntó de novillero, Pablo Aguado tiene claro que lo suyo va por el palo de lo más sólido en el toreo: manejar las telas con temple y lo más despaciosamente posible. Da gusto verlo. Tanto en el que hizo 3º como en el que cerró la tarde, tuvo momentos que nacían primorosos. Varias series sobre la mano derecha encerraban una calidad exquisita, como trazadas a cámara lenta. Todo muy reunido con su enemigo, en un palmo de terreno. Su triunfo pudo alcanzar mayores cotas, si no se demora con los aceros en su primero, pero la oreja que le cortó al último fue de las de peso. ¿Y pensar que un torero de este buen corte el contrato de este miércoles era el único que tiene firmado para 2018? Así anda esto.
Lama de Góngora reaparecía en España, después de su larguísimo periplo por ese circuito de orden menor que se da en las tierras mexicanas. Aburrido en España, antes de renunciar a sus afanes se marchó fuera. El viaje no ha resultado en vano: ha vuelto mucho más hecho, tanto que a poco cuartel que le den los taurinos puede romper. En Sevilla ha dejado una gratísima impresión, especialmente con su primero, al que le recetó una faena –necesariamente corta— con enjundia, aunque luego se desvaneciera por los aceros. En ambos turnos, dejó constancia de su calidad con el capote.
A Javier Jiménez le correspondió pechar con los dos más imposibles. El torero de Espartinas estuvo firme y animoso, dando la cara. Pero de un pozo seco no se puede sacar agua; sus torrestrellaseran pozos ya clausurados.
Otrosí
¿Para que van al campo?
Algún día, si es que no se ha perdido el sentido común y de la lógica, habrá que enfrentarse a un problema moderno de la Tauromaquia. La cuestión es clara: cuando se ha hecho práctica muy común que presidentes y autoridades supervisen en el campo los toros seleccionados por la Empresa, con la misma frecuencia las mañanas de toros acaban siendo muy movidas en los corrales: toros que antes se aprobaron pero que ahora se rechazan, nuevos toros traídos a la carrera desde la dehesa… Al final, de los que en se supervisaron en el campo, los que se lidian son minoría. Y lo que es peor, tanto cambios no ha hacen más que empeorar la situación y el festejo. Como no se puede creer que todas las autoridades y todos los presidentes no sepan ni ver los toro en el campo, la cosa es que tiene que tener algún intríngulis ignoto.
Y todo ello, sin tener en cuenta que, una vez aprobadas en el campo, el ganadero tiene que dedicar su tiempo y su dinero a rematar las reses seleccionadas, para que lleguen al Día D en las mejores conduciones.
La realidad es que para la corrida de esta tarde, el ganadero tuvo que presentar docena y media larga de animales, para que al final se lidiaran seis, de los que tan sólo una minoría formaban parte del lote inicialmente previsto. A lo mejor por ese motivo ignoto que antes se citaba, la verdad es que los dos que embistieron con mejor son (3º y 6º) fueron precisamente de los que se aprobaron inicialmente en el campo, en tanto el resto iba empeorando al mismo ritmo que se había improvisado su selección de ultima hora.
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