Entre los novilleros en activo, nacidos en el territorio foral vizcaíno que más destacaban la temporada de 1918, se citaba los nombres de Domingo Uriarte Rebonzanito, Manolo Sagasti y JoselitoMartín. Las dos corridas de la mini-feria liberal del mes de mayo no ofrecieron mayor novedad que la oreja cosechada por Cástor Jaureguibeitia. La primera tarde del quinto mes del año ofrecieron su arte Cocherito de Bilbao, Joselito y Saleri. Con un lleno total en los tendidos, una vez mas arrasó el diestro sevillano, ofreciendo un monumental tercio de banderillas: un par repetido en segundo viaje, de dentro a fuera y dos mas arrancando desde el estribo, a menos de dos metros de distancia del toro, que obligó a José a saludar desde los medios. La faena de muleta, muy adornada, la desperdició por pinchar con la espada.
En un festejo extraordinario celebrado el mes de junio, se midieron. mano a mano, Torquito y Ale; duelo que se saldó del lado del maestro de Recalde, a quien le correspondió el mejor lote y cortó una oreja. Los toros de Veragua, bien presentados: grandes y bien armados -el “primero y quinto modélicos”-, según el revistero Pescadilla[1],quien también señaló la inseguridad de Torquito a quien correspondió el mejor lote: “…irregular, sin términos medios. O esta muy bien o está muy mal; o corta la oreja o escucha el clarín”. Alejandro Saiz Ale, tan pequeño de estatura como grande en valor, “tuvo el santo de espaldas”. Aun así ofreció una faena artística que le valió una oreja de premio. Los dos matadores hicieron honor a su prestigio de manera que el público Salió complacido.
Joselito y Belmonte no participaron en las Corridas Generales de agosto. El diestro de Gelves, que estaba contratado tres tardes, se puso enfermo de manera imprevista cuando ya se encontraba en la Villa, desbaratando los planes de la Junta Administrativa que se vio obligada a sustituirle por Serafín Vigiola, quien realizó el paseíllo con la cuadrilla del sevillano. Las actuaciones del Pasmo de Trianase las repartieron Cocherito de Bilbao, Fortuna y Torquito. La primera tarde Saleriy Vigiola salieron de la plaza a hombros.
La segunda corrida feriada, con la plaza totalmente llena, se corrió un encierro de Miura, muy grande -al que se picó treinta en treinta y una ocasiones, mató doce caballos-. Saleri, que se mostró muy medroso toda la tarde, recetó tres puñaladas indecorosas a su primer enemigo. En el segundo, que brindó a Cocherito de Bilbao, se prodigó en numerosos alardes para la galería, que le sirvieron para que le premiasen con una oreja. Por su parte, Fortunamostró ganas de agradar con una serie de verónicas rematadas con un farol; adorno al que siguió una faena artística de amplio repertorio que malogró con la tizona. A su segundo burel, y para incrementar los méritos, hinco las dos rodillas en tierra, gesto que Pescadillacalificó de payasada. El cordobés, Cámara, que debutaba, estuvo discreto con el capote y lucido abanicando la muleta al natural, lo que le valió una oreja. En su segundo turno, en una faena de aliño, consiguió un segundo trofeo.
La tercera corrida general fue una ‘tarde de toros a la vasca’y así lo entendió Pescadillaen su revista correspondiente[2]: “Ayer se nos ofreció una tarde de toros vasca. De cuatro toreros tres eran paisanos; de Cristo el uno, de Iturrigorri el otro y de Sestao el de más allá”.
Estos días, el mismo cronista sugería que se ampliase el aforo de Vista Alegre, con objeto de acoger a la creciente afición de los bilbaínos a los toros, que esta tarde dejó a más de mil aficionados en la calle.
El festejo lo abrió Cocherito de Bilbao, que “brinda a su jefe político, el ex diputado a Cortes, marqués de Arriluce”. En el primer burel se lució gracias a varias tandas con pases ayudados a dos manos, y “entrando con toda la vergüenza torera atizó un volapié magno, inmenso, como los mejores de su colección” que le valieron una oreja y “una petaca con fosforera regalo de Fernando María”. Torquito, se mostró desconfiado en su primer turno, aunque al final la presidencia escuchó una gran bronca por no premiarle con la oreja. Fortunaestuvo apático e indeciso con sus dos enemigos y Cámará no convenció.
El veterano Cástor Jaureguibeitia, con tres trofeos, realizó el trabajo más sobresaliente, y se convirtió en el triunfador de las Corridas Generales. Aunque también Camará y Saleri II torearon con gran lucimiento. Para que la colaboración de los vizcaínos fuera completa, el novillero local, Joselito Martín, actuó varias tardes de sobresaliente de espada, para despachar los sobreros correspondientes.
[1] José María Terán Pescadilla. El Noticiero Bilbaino. 20 de mayo de 1918
[2] José María Terán Pescadilla. El Noticiero Bilbaino, 20 de agosto de 1918.
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