MADRID. Quinta de feria. Casi lleno: 22.085 espectadores (92,8% del aforo). Toros de Montalvo (Juan I. Pérez Tabernero), con trapío pero muy desiguales de hechuras, bien armados y astifinos, pero con poco poder. Curro Díaz (de turquesa y oro), silencio y división de opiniones. Paco Ureña (de azul Bilbao y oro), silencio y silencio. Alberto López Simón (de tabaco y oro), silencio tras un aviso y silencio.
Parte facultativo de Manuel Muñoz “Lebrija”: Cogido a la salida de un par de banderillas en el primero de la tarde, fue atendido en la Enfermería de "herida por asta de toro en tercio medio de cara posterior de muslo izquierdo de 20 cm. alcanzando el fémur, contusiona nervio ciático y causa destrozos en los músculos isquiotibiales. Intervenido bajo anestesia general, se le traslada a la Clínica San Francisco de Asís a cargo de la Fraternidad. Pronóstico: Grave. Firmado: Dr. García Padrós".
INCIDENCIAS: Desde la meseta de toriles, asistió al festejo S. M. el Rey Juan Carlos, acompañado de la infanta Elena y de su nieta Victoria Federica. Como hacía mucho que no ocurría, el festejo duró dos horas menos 10 minutos.
Pues tampoco fue con la de Montalvo. Y eso que no hay quinto malo. Una pena, porque había depositada mucha ilusión por este cartel, como demuestra el dato objetivo de la muy buena entrada, la mejor en lo que va de feria.
Ni los tres cinqueños –2º, 3º, y 4º–, ni los cuatreños terminaron de romper, en medida muy apreciable por su falta de poder. Pero, eso sí, no todos resultaron imposibles, que los hubo más aprovechables de lo que luego se vio. Sobre todo el que hizo 3º, más encastado que sus hermanos, con un paso digno por el caballo y que llegó con razonable tranco a la muleta. También el 4º, precioso de lámina, tuvo un magnífico pitón izquierdo, aunque por el derecho no admitía ni uno. Incluso el que abría plaza habría sacado algunas virtudes de no ser tan renqueante. En el otro platillo de la balanza, el imposible y blandito 2º, que daba la impresión que tenía algún problema de visión; sin poder el 5º y sin decir nada pero manejable el que cerró la tarde.
A lo mejor resulta ser un error, pero da toda la impresión que un sector del público no llegó a entender la faena de Curro Díaz con el 4º. O que el torero no se supo explicar de laforma debida. Aprovechando que era pronto y alegre el de Linares dejó naturales verdaderamente primorosos, muchos monumentales; luego no cabía el remate por arriba con el pase de pecho: el montalvo no lo admitía. Los remates variados que dejó, no debieron parecer suficientes. Como la espada, además, se le fue luego baja, los discrepantes hicieron al final causa con el toro, al que por cierto Díaz no tuvo recato alguno a la hora de lucir sus virtudes. ¿Debía apretar más el acelerador Curro? Quizá ahí estuvo el fallo, la desconexión. Con todo, la reacción del personal pareció excesiva.
Salvo unos excelentes lances a la verónica, poco cabía esperar Curro del que abrió la tarde; incluso habiéndosele perdonó en la práctica el paso por el caballo, no se tenía de pie. Intentos sin interés alguno, para desesperación del torero.
La mala suerte se cebó en esta ocasión con Paco Ureña. El cinqueño 2º iba siempre cruzado y a contraestilo, como si tuviera algún problema de visión. Imposible hacer el toreo tal como lo siente el de Lorca. El 5º de salida le propinó un topetazo tremendo estampillándolo contra las tablas; afortunadamente no lo caló, pero le lesionó la rodilla derecha, dejándole muy mermado. Pese a todo, tuvo la raza y la vergüenza torera de no irse a la enfermería hasta dar cuenta de su enemigo, de forma muy trabajosa, porque la lesión era evidente. Y como no suele haber dos sin tres, para redondear los males a sus dos toros los mató de muy fea manera; algo extraño: la suerte la realizaba bien, pero luego la colocación de la espada era pésima, asomando por el lomo contrario. Encima tiene ahora la espada de Damocles de la gravedad que pueda presentar la lesión en la rodilla derecha, para saber si estará hábil para su próximo compromiso: el 6 de junio, con la de Victorino.
Que López Simón no anda bien, se comprobó ya en Sevilla, cuando se dejó ir a uno de los mejores toros de aquel abono. En Madrid este día el Santo Patrón se dejó escapar el buen 4º, a base de un toreo mecánico y sin alma. Traía un poco a la memoria el día de la crisis anímica de Bilbao. A un toro con su dosis de casta y de nobleza no se le puede hacer frente con el sólo objetivo de acumular muletazos sin mucho sentido, sin entrega, sin ni una pizca de sentimiento, aunque sea de puro enrrabietamiento. Tampoco con el 6º sacó a relucir ese brote de casta que enseñaba en la pasada temporada. Muy triste su primer paso por la cartelería de Madrid.
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