MADRID, 22 de julio de 2012. Cuarta novillada de promoción. Escaso tercio de entrada. Novillos de La Guadamilla, bien presentados, pero de escaso juego, por falta de raza en la mayoría, pero sin mayor peligro; el mejor el 1º, aunque también colaboracionista el 6º. Fernando Adrián (de verde esmeralda y oro), ovación y ovación. Juan Leal (de nazareno y oro), silencio y silencio. César Valencia (de azul cobalto y oro), que debutaba con caballos, silencio y silencio tras aviso
Al término del festejo que se anunció que los finalistas de este ciclo de las novilladas nocturnas son el colombiano Juan Viriato, el sevillano Juan Ortega y el francés Juan Leal, que actuarán el próximo domingo
Ni a la cuarta oportunidad remontaron estas ovilladas de promoción, que en la edición de este año han pasado con más pena que gloria, hasta el punto que los tres declarados finalistas lo son por ignotas razones: ninguno ha dado ni una sola vuelta al ruedo, al menos. Más bien parece que se trata de una segunda oportunidad para toreros que, por esto o aquello, conviene a la empresa. Quizás el que mayor ambiente había dejado fuera el sevillano Juan Ortega; los otros dos podrían haber sido elegidos de forma aleatoria.
El bajo nivel de este conjunto de novilladas tiene buena parte de su fundamento en el desafortunado juego de las novilladas contratadas por la Empresa. Hubo en estas cuatro tarde animales manejables, pero en general hubo un bajo nivel d e calidades. Pero no es éste el nivel que hoy tiene la novillería andante; lo cual quiere decir que la selección de actuantes no ha sido representativa de cómo anda el escalafón. Cierto que no anda con abundancia de sorpresas, pero tampoco con tan escaso margen de esperanzas.
En esta ocasión, tampoco la novillada de La Guadamilla, bien presentada en su conjunto, brindó grandes posibilidades a la terna. Muy bajos de raza la mayoría, tuvo dos novillos que permitían estar, aunque sin andar sobrados de clase. El mejor sin duda fue el primero, pero también el 6º tuvo un punto de bondad, al igual que el cuarto, aunque este último con muy escaso motor.
Fuera de su conocido oficio, poco ha sumado Fernando Adrián en este enésima salida al ruedo madrileño. Sabido es que anda sobrado, pero tampoco su toreo dijo mucho más. Mejor con el buen novillo que abrió plaza, con el que a punto estuvo de contarle una oreja. El torero hizo de todo y casi todo con corrección técnica, pero no terminó de romper en ese triunfo que le permita romper definitivamente a la cabeza del escalafón.
Se presentaba en Madrid el francés Juan Leal, alumno como Adrián de la Escuela de la Fundación El Juli. Otro torero con la lección bien aprendida, que sabe llevar a sus enemigos por abajo y von temple. Si su primero se paró muy pronto, con el quinto se metió entre los pitones con valor y serenidad, pero sin decir mucho más.
Debutaba con caballos el venezolano Cesar Valencia, de la Escuela de Madrid, novillero ya conocido por estos lares por sus actuaciones como becerrista. Se le vio decidido y con buena cabeza, como si no fuera su primera actuación con los del castoreño. Al que cerraba plaza le realizó probablemente la faena con más enjundia d la tarde, aunque luego la malograra con la espada.
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