Roca Rey es un tsunami, ha llegado para arrasar con todo. Y que se libre el que sepa y pueda. Después de una tarde redonda, casi cuajada con el rabo, después de llenar todas las tarde posibles en Madrid en veinticuatro horas, llegó a portagayola, con cuatro faroles de rodillas en la puerta de chiqueros, quite, requite… No deja un resquicio, lo arrastra todo. Sálvese quién pueda.
Y si salvarse de un tsunami no parece cosa fácil, hacerlo como lo hizo Pablo Aguado, torero, se convierte en titánico. Torear con esa naturalidad, tan despacio, así, como sin esfuerzo… El temple. Y esos remates. Una conmoción. La faena a su primero es la cumbre de muchas trayectorias y él la cuajó empezando. Sevilla rompió en manicomio porque lo que se vio es una locura.
Hacerlo es muy difícil. Hacerlo cuando empiezas, casi imposible. Hacerlo después de que Roca Rey saliera arrasando es un milagro. Como surfear un tsunami.
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