Vaya por delante, no me ha encajado bien que las ferias de Sevilla y Madrid se hayan encadenado de forma tan continua. En los tiempos que corren, cincuenta días de toros seguidos es una gran noticia. Pero dan poco tiempo para digerir lo ocurrido. Por fortuna, en Sevilla hubo mucho de digerir. Así pues, me he pasado la primera semana de San Isidro con media cabeza en Sevilla, he aquí mi relato sobre lo bueno y lo malo de Sevilla.
Esta misma primavera muchos lectores habrán disfrutado del final de Juego de Tronos, sin entrar en demasiado detalle se trata de una serie de fantasía medieval en la cual varios reyes se disputan el gran trono de su mundo: El Trono de Hierro. Algo similar se está viviendo en el toreo. No hay un claro líder, las figuras del principio de siglo mantienen su bien ganado crédito y siguen ocupando el sitio e siempre en las grandes citas. Sin embargo, ha llegado un tsunami del Perú, que está haciendo mella en el impero de las figuras.
Juego de Tronos muestra lo apasionante de una batalla por el liderazgo, es una historia magníficamente contada a través de ese hilo conductor. Sin embargo, al toreo le ha faltado contar esa misma historia. Los últimos años han sido demasiado cómodos, parejas de figuras que antaño hubieran llenado una época del toreo han llevado sus carreras en paralela, o la han planteado con un compañerismo azucarado.
Por eso el relevo generacional se vive con pasión, la gente quiere ver competir, y quiere ver renovación. Mientras las figuras históricas buscan mantener su sitio, y bien que hacen, los jóvenes les están plantando cara. Así que, para mí esta temporada se debería plantear como una batalla generacional.
Y, cuando pensábamos que la batalla por el cetro estaba entre Roca Rey y El Juli, irrumpió un novel. Un novel a quien se le intuían posibilidades de entrar en la quiniela. Irrumpió Pablo Aguado para córtale cuatro orejas, como los cuatro goles del Liverpool al Barcelona el martes de farolillos en la pelea por ese otro cetro, ser el Rey del Balompié Europeo.
El toreo no es un deporte, vive más allá de la competitividad y llega a la belleza del arte. Pero, aun así, es más grande que el arte por que tiene la viveza brillante del deporte. Esto se canta menos, nos quedamos con lo estético, si entender (o explicar) que el toreo está vivo, avanza, y con cada avance se disputa el liderazgo de la fiesta. Los deportes cuentan esta historia maravillosamente, no nos quedemos atrás y démosle al toreo su dimensión bélica, una dimensión que arrastra la pasión de los aficionados y empuja a los toreros a dar lo mejor de sí.
Esta temporada del 2019, cuando el cetro del toreo está en disputa, contemos esta pelea, y, como debe de ser, cantemos las grandes obras de arte que se produzcan durante esta batalla. Y, desde aquí, pedirle a los toreros que compartan cartel con el quien más le aprieta, y, a los empresarios, que sepan juntarlos.
La batalla por el cetro
Los tres grandes triunfadores de Sevilla han sido (por orden de triunfo) El Juli, Roca Rey y Pablo Aguado. Estos tres toreros han lanzado el órdago hacia el cetro del toreo: El Julipara seguir mandando, Roca Rey para confirmarse como número uno y Pablo Aguado para ser el referente del toreo de clase ante los monstruos.
El Juli fue el primero en pegar un golpe en la mesa con su Puerta del Príncipe el jueves de pre-feria. La Puerta del Príncipe fue barata, fruto de una oreja facilona y de poco peso al primero de su lote. El lector conoce de sobra este tipo de oreja, una faena limpia pero con poco eco que se junta con las ganas del personal de divertirse y pedir la oreja. Para más inri, mató mal. Pero la Puerta facilona no debe tapar que su faena al segundo Garcigrandede su lote fue de cante grande. Más relajado y menos despatarrado de lo que acostumbra, la faena fue de una sencillez bellísima. Una lección de cómo se debe llevar a un toro con temple, haciéndose con su embestida a fuego lento, alargando los pases con cada tanda sin perder la verticalidad y terminado con pases sin solución de continuidad para caldear el ambiente y dar paso a las dos orejas. Vemos muchas faenas de toreros que “prometen” que se quedan en los detalles, en una o dos tandas buenas entre un mar de medianía, pues esta faena fue una lección en cómo se debe estructurar una faena, y el nivel que se debe mantener para cuajar a un toro plenamente. Premio aparte, la tarde de El Julifue una tarde de figura del toreo. Tarde de triunfo a golpe cantado que es importantísimo para quedarse arriba.
Su segunda comparecencia fue algo más desangelada. Le tocó un toro bueno y uno malo. Nada que objetar con su labor ante el malo, pero faltó más acople con el bueno. Creo que el formato del cartel no ayudó en absoluto. Faltó competencia. Ventura está en su particular batalla por el cetro del rejoneo, pero esto es al margen de la batalla de toreo a pie. Mientras que Cayetanoapenas cuenta en las quinielas del toreo. Sí, tiene su tirón y su público, pero su toreo tiene las limitaciones que hemos visto cien veces. Entre estos dos compañeros, El Julino pegaba. Esta corrida no fue de batalla por el cetro, y El Julise contagió del ambiente extraño y no cuajó a un buen toro como se le debe exigir a un torero de su capacidad. Lo único bueno fue la gran entrada que seguro le ayudará en los despachos, quizás eso es lo que andaba buscando.
El día siguiente al triunfo de El Juli, Andrés Roca Rey cuajó una de las mejores faenas de su carrera. Ese viernes de pre feria Roca Rey cuajó una tarde para abrir la Puerta del Príncipe, pero un pequeño traspiés al matar a su primero le dejó sin premio gordo. Pero, volvamos a su gran obra. La faena de Roca Rey fue de esas faenas que no solo valen para marcar el rumbo de la feria, sino que fue una faena que marca el propio techo de un torero y marca su camino. Que Roca Rey tiene un valor sobre humano, una ambición que le empuja a mostrar este valor tarde tras tarde y una capacidad para poder con los toros al servicio de su valor y su ambición lo sabe todo el mundo. Pero, lo que queda por descubrir de Roca Rey es el trazo tan bueno de su muletazo. La faena al toro de Nuñez del Cuvillotuvo los rodillazos y espaldinas marca de la casa, pero también tuvo un par de series de naturales suaves y templadas. El trazo de muletazo de Roca Rey es una virtud que se canta poco, esta tarde sevillana el trazo quedó desnudo y patente para los espectadores de La Maestranza. Lo vivieron, se emocionaron con él y le pidieron el rabo. Fue todo un asalto al cetro del toreo.
Pero también hubo más. En el primero de la tarde, Roca Rey aguantó quieto e impávido las oleadas de un toro complicado con poder. Roca Rey le plantó cara, le domino e impuso su toreo de mano baja. Una pena que el resbalón del toro al momento de la estocada hizo que esta hiciera guardia y le privó de una oreja de mérito.
La otra tarde de Andrés en el serial sevillano fue el viernes de farolillos. El guion dictaba que estaba vez sí, esta vez Roca Rey iba a salir por la Puerta del Príncipe. Y todo empezó bien, desde un recibo a porta gayola emocionantísimo (el cetro se gana de rodillas ante el portón de los sustos sevillano, no se gana siendo conservador) hasta la buena faena al primer Jandillade su lote que le valió la oreja. Pero a partir de ahí, la tarde le perteneció a Pablo Aguado. Una pequeña derrota para el peruano, pero no importa. Los toreros de arte son capaz de borrar todo. Esto no obvia que la feria que había echado Roca Rey era de número uno.
Y ahora nos queda escribir de Pablo Aguado. Los tópicos para describir su actuación se han repetido hasta el infinito. Que si recuerda a Pepe Luís, a Pepín Martín o a Chicuelo. Que si su toreo es la luz que ilumina al toreo el toreo sevillano de siempre. Y, por último, que su toreo esta impregnado con un naturalidad Bienvenidista. Todos los tópicos tienen razón. Todos nos dan una pequeña idea de la gran tarde que nos brindó Pablo Aguado el 10 Mayo 2019 – merece recordar la fecha, la repetiremos para el resto de nuestras vidas. Yo diría que reivindicó el toreo de clase que debe ser el contrapunto al toreo arrollador de Roca Rey. Por lo pronto Pablo Aguado se ha apuntado al tren de los líderes. Queda por ver si, las empresas le dan el hueco en los carteles que su toreo se merece, y si él puede seguir estando a la altura.
No puedo describir la gran faena de Aguado, porque mis palabras se quedaran cortas. Lo que tengo que decir es que con cuarenta pases partió el toreo. Esos cuarenta pases, que ya han inspirado poemas, partieron el toreo porque nos hicieron ver que otro toreo es posible. El toreo sencillo, natural, y un toreo que solo necesita cuarenta pases para poder cortar dos orejas con una fuerza descomunal en Sevilla. Además, la fuerza de este toreo dejo KO a Roca Rey. Por cierto, esto no es una crítica a Roca Rey, todo sabemos e nivel de Roca. Que Roca Rey quedara opacado por el toreo de Aguado habla mucho y bien de la emoción que creó Pablo con esos cuarenta pases.
Pero Pablo no se quedó contento con estas dos orejas. Con el bravo Jandillaque cerró plaza se puso a torear otra vez, cortó otras dos orejas y acabó con el cuadro. El toreo de Pablo Aguado se veía venir, era un nombre de apuntar tras los destellos que le vimos el año pasado, pero no con esta rotundidad. El toreo está de enhorabuena que otro nombre se apunta al relevo. El torero de clase para acompañar al héroe.
Lo bueno
Por fortuna, en esta Feria de Abril pudimos ver torear y embestir muy bien. Lejos en la memoria quedan esas ferias que son un desfile de aburrimientos. El nivel medio de cada tarde fue notable. Claro que hubo tardes en tono menor, pero en este capítulo enfocaremos lo mejor de un ciclo que dejó muchos y muy buenos recuerdos. Habría que remontarse a la Feria de Abril del 2007, o quizá hasta el 1999, para recordar un serial de este nivel.
►Una terna de lujo
Andaba yo un poco preocupado con Morante, la verdad. Hacía ya un par de años que no lo veía más allá de momentos puntuales. Pero se ha reivindicado con una feria de cuotas altísimas. Le faltó cuajar un toro con rotundidad, pero cada una de sus tardes tuvo un argumento y momentos brillantísimos.
Lo verdaderamente importen ocurrió en su primera intervención con un recibo capotero para la historia. Un puñado de verónicas, cada cual mejor, y un media verónica de sabor y mando en el centro del ruedo. Uno de los grandes placeres del toreo de hoy es ver Morante llevarse un toro del tendido al centro por verónicas, y los del jueves de pre-feria, ante un buen toro de Garcigrande, tuvieron un ritmo que las sitúa casi al nivel a las de la famosa tarde con el capote en Madrid. Muleta en mano, Moranteno dio con la clave para ligarle los muletazos y cuajar una faena. Hubo algún muletazo suelto, pero la faena se quedó en retazos.
En su segunda tarde sí pudo cuajar una buena faena a un toro al límite de Juan Pedro Domecq. Como toda la corrida el toro fue soso, flojo y delicado. Ante un torero artesano, este tipo de toro aburre y desespera. Pero cuando tiene en frente al genio de la Puebla, podemos ver un toreo delicado y bello que llega a emocionarnos. Claro, a la faena le falto la chispa de la casta, pero lo pudo tapar Morantecon su inspiración.
La tarde más redonda de Morante fue el viernes de farolillos en la ya histórica corrida de Jandilla. Fue su faena más rotunda, pero también una declaración de intenciones; ante Pablo Aguado, el nuevo torero de Sevilla, la Sevilla de la luz, de Chicuelo, Pepín y Pepe Luís, el toreo profundo y misterioso de Triana todavía tiene un hueco. No sé si Morantecuaja esta faena sin el relámpago Aguadista, pero Pablo Aguado ya es realidad y Morante respondió. Apostilló su feria con el galleo del bú – otro recuerdo más que Morantees la historia viva del toreo.
Lo mejor de la feria de Morante es que nos recordó que aún hay Morantepara rato – necesitaba una feria como esta. Morantesalió revalorizado de Sevilla. Una pena que no vaya a Madrid.
Perera es un torero que tiene que construir sus temporadas a base de triunfar en las grandes ferias de primavera. Su feria no empezó bien, al ser el tercero en la tarde de Puerta del Príncipe de El Juliy la gran tarde de capote de Morante. Sin embargo, rehízo su feria, y quien sabe si su temporada, con una notable faena al mejor toro de Santi Domecq. Su baza fue la ligazón y rotundidad. No vamos a descubrir el toreo de Perera, y esta faena fue un compendio de su mejor versión. Con dos pluses, primero un comienzo de rodillas muy vistoso, y una suavidad en los muletazos que le dio una dimensión más a la obra. Una estocada defectuosa dejo el premio en una oreja, la faena fue de dos. En el contexto de la temporada, en su paso por Sevilla, Perera nos ha recordado que sigue mereciendo un hueco en las ferias ante el auge de los jóvenes.
Da gusto ver a Emilio de Justo por la plaza. Para serlo, primero hay que parecerlo, y Emilio De Justo se parece a un torero. Su porte derrocha torería, y eso ya por sí me atrae a su toreo. Su faena a tercer Victorino no debe perderse entre la vorágine de gran toreo en farolillos porque fue una obra de muchos quilates. Supo tragar las dificultades de un toro exigente, bajarle la mano y ligar el toreo. Un toreo envuelto en torería y elegancia. La dimensión de la faena va más allá de la oreja de peso que cortó. Emilio De Justo cuajó una faena deslumbrante que le marca como uno de los nombre del relevo. Además, dada su predilección por los grises, lo podemos apuntar como el torero de clase para las corridas encastadas.
►El Cuadro de Honor ganadero
Si esta feria pudo vivir la batalla encendida por el cetro del toreo es porque el nivel ganadero fue altísimo. Los encierros de Victorino, Fuente Ymbro y Santi Domecq, han sido de los más completos que se han lidiado en Sevilla en los últimos años. Garcigrandelidió ocho toros y sirvieron mas de la mitad. Los encierros de Jandilla y Torrestrella tuvieron un nivel ganadero similar, pero, lo que marca la terna, la corrida de Jandilla se recordara para mucho tiempo y solo los castizos se acordaran de los buenos toros sueltos de Torrestrella. Y no estará bien el nivel que aun con dos vueltas al ruedo para toros, hubo mejores animales que no se premiaron con tal honor.
Para mí los encierros de Victorino, Fuente Ymbro y Santiago Domecq fueron los mejores por su encastada variedad. Pero la nobleza de los Jandillanos hizo vivir la tarde más mágica de la feria, y Garcigrandesoltó varios toros para el triunfo. El premio del toro de la feria también estuvo carísimo. Entre los toros de faena grande y los toros desperdiciados, habría siete u ocho nombres. Quizás me quede yo con el quinto Fuente Ymbro.
Ya viene siendo un secreto a voces, el punto débil del espectáculo no son los toros, sino el puñado de toreros que están en demasiadas ferias y son auténticos expertos en desperdiciar embestidas.
Lo malo
Aun en esta gran feria, que ha alcanzado las cuotas positivas cualquiera gran feria de los últimos treinta años, hay que resaltar algún que otro traspié. Sea un diestro que no estuvo a la altura de sus toros o una ganadería que no se unió al festín de bravura que pudimos disfrutar la mayoría de las tardes.
►Toreros generosamente ubicados
Quizás este sea el gran mal de nuestra época. Hay muchos toreros que están colocados por razones más allá de los estrictamente taurinos. Puede ser por pedigrí, por razones de sensibilidad o, lo más mezquino, por el imperante cambio de cromos. Aunque intuyó, pero no sé a ciencia cierta, los cambio de cromos, mejor dejar esto a un lado y escribir sobre El Cid y Cayetano: la sensibilidad y el pedigrí.
La sensibilidad por la trayectoria de El Cid manda que se merecía una despedida en farolillos, y una última corrida en San Miguel. El problema es que El Cid del 2019 no está para estos compromisos. Y no es que no lo está ahora, es que lleva más de un lustro, siendo generosos, sin decir mucho en sus cada vez más limitadas actuaciones. Ante dos toros con movilidad y posibilidades de Santi Domecq estuvo sin sitio, sin ser capaz de quedarse quieto y sin poder redondear nada. Entiendo que hay que tener sensibilidad hacia la trayectoria de El Cid y lo que supuso en el toreo de principio de siglo. Pero también hay que tener respeto hacia los toros y los espectadores programando a toreros que tengan un mínimo de sitio.
Cayetano encuentra un sitio en la feria por su pedigrí, su pedigrí taurino, y capacidad de convocatoria. Tirando de tópicos, y de pedigrí taurino, lo verdaderamente interesante en Cayetano es ver esa combinación de empaque Ordoñista y pundonor Riverista. El pundonor nunca falta, siempre tengo la sensación que Cayetano lo da todo, y su todo está envuelto con la elegancia heredada de su abuelo. Pero, ay, le falta la capacidad con los trastos para poder redondear sus actuaciones con toreo. Me cae bien, pero después le veo desperdiciar las embestidas almibaradas de su primer Garcigrande, y no encontrarle la velocidad a su repetidor segundo y se me cae el ánimo. Su casta le permitió dar dos vueltas al ruedo (una en cada toro), pero su lote era para ver Triana en hombros.
López Simón sigue bien colocado en las ferias, viviendo todavía de sus puertas grande venteñas, y también su capacidad de cortar orejas y triunfar cuando nadie más lo ve. Sin embargo, no tuvo su día y se le fue un lote de Fuente Ymbro de ensueño. Ya van varios para él en Sevilla (y no es el único, el gran acierto del taurineo en nuestros tiempos es hacer al hombre de calle pensar que nos aburrimos por las plazas por culpa de los toros…).
►Ganaderías decepcionantes
En términos generales, el capítulo ganadero de la feria cumplió con creces. Pero, como nada es perfecto, y menos aún la bella ciencia inexacta de criar un toro bravo, hubo alguna ganadería que decepcionó. Así, a la corrida de Cuvillo le faltó fuerza (aunque lidió un gran toro, el sexto, y otro con poder y sus teclas, el tercero. Las corridas de El Pilary La Palmosilla no cumplieron con el nivel que estas divisas se han marcado en esta plaza, pero cada una soltó algún toro suelto que marca la línea de seguir de cada ganadería.
Las dos corridas más decepcionantes del ciclo fueron dos de las divisas más antiguas: Juan Pedro Domecq y Miura. La corrida de Juan Pedro fue noble y floja, que solo la podían medio tapar dos excelsos artistas como Morante de la Pueblay Diego Urdiales.
►Una segunda fila que no avanza
Antonio Ferrera echó una feria decepcionante.Su primer Victorino y los dosFuente Ymbrosfueron los peores toros de dos encierros excepcionales; pero el gran Victorino que le tocó en segundo lugar fue para recordar sus mejores tardes en esta plaza. Sin embargo, dadas las difíciles circunstancias personales que vive no es plan de pormenorizar su feria sino mandarle fuerza y un abrazo.
Pepe Moral ha tenido un comienzo de temporada desconcertante. Entre la mala corrida de Victorino en Madrid, le salió el mejor y no pudo sacarle partido. Otro tanto en Sevilla ante los mejores toros de las corridas de Miura y El Pilar. Moral esta en busca del natural eterno, ese que le pudo cuajar a un Miura hace un par de años, pero está en el camino de encontrarlo esta primavera. Se le ve sin confianza ante los toros, y sin la quietud necesaria para plantarles cara. Eso sí, lució a su buen toro de El Pilar en el caballo y eso merece ser contado. Si el torero no está en buen momento pero luce a sus toros, eso es de alabar. Solo por ese detalle considere incluir a Moral en la sección de lo digno, pero no puedo dejar de pasar los buenos toros desperdiciados.
Me cuesta decir que José Garrido, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín tuvieron una mala feria. Estuvieron bien a secas, pero es que el terremoto de Aguado viene a mostrar como un torero joven tiene que venir a Sevilla, es decir cómo tiene que estar un torero joven que quiere hacerse un hueco en el cetro con Roca Rey. Garrido, Lorenzo y Marín han mostrado condiciones de torero importante en varias ocasiones en sus carreras, pero llevan ya varias temporadas de alternativa y por mucho que apuntan, no llegan a disparar del todo. Porque hacerse figura no es salir a hombros de Madrid una vez, así se empieza. Ser figura es pasar la línea cada tarde. Y esto fue lo que le faltó a los tres. La faena de Garrido con un buen Torrestrella se quedó en tandas y momentos aislados (y buen toreo de capote), Lorenzo estuvo elegante y sobrado con un lote mediano de El Pilar, y Ginés no tuvo ni toros ni ningún momento que hoy, a una semana de la corrida, pueda recordar. Así no se sale de la segunda fila.
Lo digno
Otro año más, hay que hacerles un hueco a los toreros que han resuelto sus compromisos maestrantes con dignidad. Lo digno no entra en el titular, pero hay toreros que, con su serio compromiso con la feria merecen un relato. Siempre debe de haber un hueco para toreros serios, valientes y dignos.
Urdiales sorteó un par de toros de Juan Pedro sin fuelle ni fuerzas. Pero, como maneja las telas como un ángel, pudimos ver torear. Un toreo artista, frágil, para paladear. No fue de cante grande, no pudo serlo con estos toros. Sin embargo, nos dimos el gustazo de ver Urdiales cuajar auténticos carteles de toros en La Maestranza. Habrá pocas cosas más toreras que esto.
Manuel Escribano tuvo un lote desagradecido de Victorino y mantuvo su caché como nombre imprescindible de la corrida dura. Su primero fue un animal de aviesas intenciones, que logró atraparle en una ocasión sin hacer carne. Mientras que su segundo, en las manos de Manuel, pareció mejor de lo que fue. El toro llegaba a la muleta, pero tenía un embroque difícil sin lograr pasar. Manuel le tapó los problemas, pero sin poder sacar una faena lucida del toro. Con las banderillas, más ganas y emoción que acierto y lucidez.
El otro nombre propio de la corrida dura es Octavio Chacón. Solo con ver su capote engominado se le ve como un torero diferente. Y eso es bueno. Con un par de Miuras que dijeron poco, Chacón hizo gala de su capacidad lidiadora. Estuvo por encima de los dos toros, no nos hizo ver los problemas que podían tener, los redujo y los mató a estoque. Tendrá tardes más lucidas, pero su sentido de la lidia queda patente en cada corrida.
Repasando mis notas de El Fandi del año pasado, podría escribir lo mismo y tendría la misma vigencia. Es decir, que le tocó un gran toro de Fuente Ymbro y dio todo de sí; El Fandi dio todo de sí, pero otro año más estuvo por debajo de la gran clase y motor de un toro de Ricardo Gallardo. Aunque es fácil enfocarse en las carencias de El Fandies de alabar que en un espectáculo tan imprevisible como los toros, El Fandillega a desplegar su tauromaquia casi todas las tardes. Esta vez quizá no estuvo tan brillante en banderillas como nos acostumbra, pero le vimos atento a la lidia, como siempre, y con la capacidad de lucir un gran toro de Fuente Ymbro. Este quinto toro fue para encumbrarse, y El Fandi “solo” estuvo correcto. Lo mejor fue la serie en redondo de rodillas en los medios para comenzar. De pie dio alguna serie estimable y su espada eficaz hizo lo propio para asegurar la oreja. Un torero que dio todo de sí que pudo, un torero que tuvo una tarde digna aun estando por debajo de las circunstancias.
Manzanares no tuvo su mejor feria, y su oreja de Domingo Resurrección ya queda bastante lejos. Sin tener ningún toro para triunfar, dio una impresión conformista. Nunca fue un guerrero, verdad, pero con los jóvenes que vienen apretando y que quieren hacer con el cetro, a medio plazo va a tener que pelear por su hueco en las ferias. Las dos grandes bazas de José Mari son sus remates de serie (sea un cambio de mano o un trincherazo) y su gran espada. Con un par de detalles y otros tantos grandes espadazos, alguno recibiendo, ha podido salvar su feria a medias.
Un último apunte
A la estructura de la feria le falto ritmo a mi parecer. Los mejores tres carteles seguidos fueron del jueves de pre-feria al sábado. Y después, cuando había más hambre de toreo a pie y tuvimos una corrida de rejones – que está bien, pero se encaja de otra forma. Además, la semana de farolillos empezó y termino con dos grandes carteles (las corridas de Juan Pedro y Jandilla), pero la semana también tuvo un par de carteles que bajaron el tono un nivel, y la partió por medio el mano a mano a pata que no acaba de llenarme. Sé que esta crítica puede parecer quisquillosa, pero así lo vi, y da un poco de pena ver a La Maestranza sin un “no hay billetes” un sábado de farolillos.
Creo que esto es un síntoma del secreto a voces que se comenta en cada tertulia de aficionado: el escalafón ganadero está en mejor estado que los toreros que se enfrentan a ellos. Y, como hay torero de relleno, la afición lo capta y no acoge el cartel con el entusiasmo de las tardes grandes. En Sevilla han embestido muchos toros, los toreros punteros han cuajado un par de ellos, pero una segunda fila desperdicio otros tantos, y algunos más si cabe. Por ello se necesita el relevo generacional que pide la afición, y no solo lo pide la afición, estamos viendo una buena cantera que se está madurando para estar lista de tomar el relevo. Todavía hay hueco para toreros veteranos, pero estos tienen que mostrar su vigencia en vez de seguir en las ferias por pura inercia.
Para rematar, proponer un cartel para lo que viene de temporada. Tiene que ser el de viernes de farolillos: Morante, Roca Rey y Aguado, que me perdone El Juli. Roca Rey y Aguado que se disputen el trono del toreo y Morante por ser patrimonio inmaterial de la tauromaquia.
0 comentarios