Sebastián Castella

 

¿Resulta demasiado arriesgado afirmar que con Castella el toreo de Francia llega, hasta el presente, a su momento más cumbre? Parece a todas luces que no. Pero no deja de ser por lo menos inadecuado, por no decir que injusto, porque con ser todo eso cierto, también podría parecer que es reducir su dimensión a la del fenómeno localista procedente de un país que, para colmo, no es de habla hispana. Y no, Castella reúne condiciones y valores para ser un torerazo con independencia del pasaporte que use. Porque Castella es valor, es quietud, es pisar terrenos demasiados comprometidos; pero, además, es saber templar los toros, saber los terrenos que pisa, saber, en fin que este oficio nunca se podrá desgajar, si no queremos caricaturizarlo, del ámbito privilegiado de las Artes grandes.