En los círculos taurinos de Sevilla se da ya como prácticamente concluido el caso del Club de os 5 y la Empresa Pagés. La feria de abril –que este año tendrá lugar en mayo– no contará en sus carteles con los cinco firmantes de la carta, sino que contará con una programación alternativa. Sobre esta base viene trabajando la Empresa. La duda que suscita la nueva situación se centra en cuál va a ser la reacción de los aficionados, a la hora de renovar los abonos y de adquirir localidades. De hecho, la pregunta más común es sencilla: ¿habrá más o menos cemento visto que el año pasado?
Pocos dudas que detrás del plante hay –tiene que haber– algo más que unas declaraciones desafortunadas de Eduardo Canorea. Tan sólo Miguel A. Perera ha sido explicito y concreto a la hora de explicar sus desacuerdos con la Empresa; los demás no han pasado de la genérica acusación de falta de respeto por parte del empresario.
Quizás por eso cada vez con más reiteración se plantea que por detrás, en la penumbra, tiene que haber mayores causas. La primera que se les adjudica es de orden económico: no están dispuestos a reconducir sus remuneraciones. Resulta indiferente si es o no cierto, la verdad es que se trata de una creencia que se ha consolidado. La de mayor calado es aquella otra que se basa en que el Club de los 5 no han sido sino la avanzadilla de una operación más profunda, que aún no ha dado la cara. En los últimos tres días, hasta tres medios diferentes han planteado la hipótesis de los intereses mexicanos por desembarcar en España, que no son precisamente imaginaciones: por medio ya hubo una propuesta, por la vía de un intermediario.
Con todo, llama la atención cómo para muchos, que dejan el tema central en una operación de menor calado, la cuestión ahora es ver como los cinco de la fama se las va a ingeniar para, de cara a 2015, se desdicen honorablemente de todo lo dicho y hecho, porque nadie concibe que hayan renunciado a la Maestranza de por vida. Pero no son pocos los que, guiados por experiencias anteriores como la del G-10, apuestan a que la unidad que hoy se da en ese club será flor de un día, que más bien antes que después acabaran por ir cada cuál por su lado. Fácil no lo tienen desde luego los “abajofirmantes”, pero ellos mismos se metieron, libremente, en ese callejón.
Podrán ocupar las fechas de este abril que en realidad será mayo con una excursión a Aguascalientes (México) para su feria de San Marcos. Pero nunca será lo mismo. Y además ya se sabe que en años anteriores compatibilizaban ambas ferias; todo era cosa de programar bien las viajes en avión. En el fondo, en todo esto siempre seguirá pensando el sentido lamento, tantas veces repetido, de Joselito: “Quien no torea en la feria de Sevilla, ni es torero ni es ná…”
De hecho, un aficionado reconocido como Ignacio Sánchez-Ibargüen declaraba en estos días a ABC: “A lo peor, Eduardo Canorea ha tenido una indiscreción, pero estos toreros han lanzado un órdago, con su razón, lógicamente, que creo que les va a salir mal. Pero va a ser malo también para Sevilla. Su público es muy sensible y cuando vuelvan a pisar este coso les pueden pasar factura”. Otros, como Antonio Bendala, dan por hecho que el reto lo van a perder: “que tengan en cuenta una cosa: la gente se olvida muy pronto cuando no se está. Curro Romero se fue y no se hundió el mundo…”.
Dando por hecho que Canorea metió la pata con sus intempestivas declaraciones, que no venían a cuento sobre todo en las malas formas, lo inmediato se centra en salvar la feria de este año. Y en primer término, la corrida emblemática del Domingo de Resurrección, en la que se da por fijo a Enrique Ponce, pero el que la dificultad mayor es decidir quienes le acompañan para que este festejo sea lo que siempre fue. Máxime cuando en la vecina plaza de la Malagueta la apuesta de Simón Casas va a ser fuerte, a base de los ausentes de Sevilla.
Quizás con un exceso de optimismo, algunos quieren creer que es el momento de la nueva generación, que hasta le puede dar un susto a los que hasta ahora han sido imprescindibles. Muchas dudas se levantan al respecto, simplemente porque, salvo que se produzca un cambio radical en los hábitos actuales, los abonos se viene soportando en una serie de carteles completamente redondeados. Y más ahora, que la trayectoria de los abonos son a la baja. ¿Sin carteles muy atractivos tendrán razones para volver a sacar sus abonos todos los que en los dos últimos años los dejaron?
En el escalafón se cuenta con muchos nombres que pueden estar en esta feria, como lo han hecho en años anteriores. El Cid, Castella, Luque, Fandiño, Padilla, Ferrera, Nazaré, Escribano, Joselito Adame, Diego Silveti… Todos ellos dignos del mayor respeto. La cuestión es si van a tener la fuerza necesaria para invertir la trayectoria a la baja de la concurrencia a los tendidos.
Por descartada se da la posibilidad de acudir al auténtico bombero de guardia de las taquillas vacías que es José Tomás. Si de modo tan innecesario como zafio le insultó Canorea, ya son varios los años en los que no hubo posibilidad de entendimiento, precisamente porque la Empresa planteaba con los terrenos cambiados las negociaciones, hasta tal punto que en ocasiones ha tratado de acudir a intermediarios independientes para conseguir la contratación.
Con buen criterio, escribía en estos días en ABC Fernando Carrasco –que conoce al dedillo a la afición sevillana– que ahora “la empresa Pagés no va a tener más remedio que mirar escrupulosamente por el abonado, mimarlo —literalmente— y hacer un esfuerzo bajando los precios, ya de por sí altos, máxime cuando no están en los carteles quienes tiran de dicho abono. Esta circunstancia se antoja fundamental para que quien mantiene la temporada no opte por dejar de acudir a la plaza, hastiado de un espectáculo que, sin emoción, pierde toda su grandeza. Sevilla, su Feria de Abril, es escaparate en todo el orbe taurino. Si en los últimos años se ha visto demasiado ladrillo, en 2014 puede ser un escándalo. Pero todavía no está todo perdido”.
O como escribía Luis Nieto en Diario de Sevilla: “Como consecuencia del litigio, todas las partes perderán, como ya dije. Ya nada será igual. La Maestranza, con su silencio, parece respaldar a la empresa, con quien tiene un contrato generacional, y cuya ruptura suponemos que ni se ha planteado. Si Pagés opta por un plan B sin los citados diestros es probable que el abono descienda un año más -¡con lo difícil que resulta recuperar a cada abonado que se pierde!- y se supone que por la diferencia de caché con otros toreros, los organizadores tendrían que abaratar las localidades. Si en ese caso hubiera una respuesta aceptable del público supondría que las figuras no serían imprescindibles para la empresa económicamente y a largo plazo también se resentirían por la decisión tomada”.
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