BILBAO. Segunda de las Corridas Generales. Menos de un tercio del aforo cubierto. Toros de Torrestrella (Alvaro Domecq Romero), bien presentados y de preciosa lámina, ofensivos por delante, pero de poco y complicado juego. Román (de azul cobalto y oro), ovación y ovación tras un aviso. Gonzalo Caballero (de canela y oro), silencio y silencio tras aviso. Luis David Adame (de nazareno y oro), una oreja y ovación. Excelente tercio de banderillas de Miguel Martín con el 6º. Al concluir el festejo, se hizo saludar al ganadero y al mayoral.
Parte médico de Gonzalo Caballero: "Luxación de hombro derecho, con reducción espontánea. Se procede a inmovilización de la zona y se suministra analgesia".
Lo de los tendidos semivacíos casi estaba en el guión, visto los años anteriores. O lo que ocurrió el domingo. Lo absolutamente insólito es que el ganadero y su mayoral no pusieran reparos a saludar la ovación final que le dedicaron los que quedaban en los tendidos. Daba un poco de bochorno. Y es que los toros jerezanos tuvieron con notable diferencia muchos más elementos negativos que positivos. Será que los aplaudientes de lo que se acordaban era de la preciosa lámina –los burracos enamoran, desde luego– que sacó a pasear el sexteto.
Pero si se analiza mínimamente el juego de los torrestrellas, el resultado final no fue como para tales alegrías. Tenían, sí, mucha movilidad –a veces hasta agobiante–, pero ninguna entrega, ni clase: siempre sin humillar, negados a someterse a los engaños, pasando muy a su aire en torno a los toreros. ¿Puede decirse que eran toros encastados o no será quizás que acometían con su punto de violencia, a lo bruto? Cabe aducir que sacaban un punto de nobleza, pero resultaría bastante conveniente no confundir la nobleza con la sosería. Y eso sin contar que cuatro de los lidiados se dieron el gusto de claudicar con reiteración. El balance es claro: los dos primeros tuvieron problemas serios, mejoró algo el que hizo 3º, correoso el 4º, deslucidos 5º y 6º. Total que se cumplió la tradición: ganadero premiado por mañana, por la tarde devuelve el premio.
Aunque no se le valorara en toda su dimensión, Román ofreció en Bilbao una actuación muy meritoria. Desde luego, porque tuvo mucha firmeza en las zapatillas y se pasaba a los toros con cercanías. Pero también porque supo entender el material que le correspondió. No se guardó nada para otro día. Como era de esperar, trató de someter a sus toros por abajo; el único que a estos efectos medio se dejó fue el 4º; pero después de una serie pudiéndole, el animal ya lo acusó y acortó sus embestidas. No estaba por entregarse, desde luego. No debiera pasarse de largo sobre su faena al complicado que abrió la tarde; se jugó los muslos, también a la hora de matar; pero todo quedó en unas palmas. Volvió a la pelea con el 4º, al que le pudo bajar la mano en seis redondos; pero el toro dijo basta. De nuevo estuvo firme con la espada.
Gonzalo Caballero tuvo en frente un lote como para dar dolores de cabeza. Su primero, con un calamocheo permanente y la cara por las nubes; el 5º, siempre rebrincado, tan sólo se tragó una serie al socaire de la inercia. Resolvió la papeleta con menor agobios de los esperables.
Luis David Adame anda desde luego muy suelto. Los aficionados antiguos dirían que es bullidor, pero estas etiquetas resultan bastante impropias. Debe reconocérsele su entrega y su decisión en todo momento. Luego, en el toreo fundamental dice más bien poco, entre que se coloca al filo del pitón y aprendió antes de tiempo para que sirve el pico de la muleta. Pero no regatea esfuerzos ni da la espalda a las complicaciones, que tiene su mérito. Y como los toreros de su tierra, con un buen y muy variado manejo del capote. Para lo nuevo que es, ofrece una imagen de un torero mucho más hecho. Esta tarde consiguió llegar a los tendidos con su primero, el más potable del conjunto, al que luego mató recibiendo, aunque fuera mejor la ejecución de la suerte que la colocación de la espada.
Con el martes llegan las figuras
Para este martes se anuncia el primer cartel con las figuras. Toros de Núñez del Cuvillo para Enrique Ponce, José Mª Manzanares y Roca Rey.
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