Aunque años antes ya se habían celebrado festejos taurinos en otros recintos, el próximo 18 de enero se cumplirá el 50º aniversario de la inauguración de la plaza de toros “Pueblo Nuevo” de la ciudad venezolana de San Cristóbal. Desde ese momento hasta la actualidad, las figuras del toreo más importantes de ambos lados del Atlántico han pisado su ruedo, cautivando a un público que siempre se ha mostrado muy receptivo. La infinidad de tardes de gloria que se han vivido sobre su arena, han incrementado, poco a poco, la categoría de la Feria Internacional de San Sebastián, que a día de hoy es uno de los ciclos de mayor relevancia de América.
Cinco corridas de toros compusieron la Feria de San Sebastián del año 1967, programándose la primera de ellas para el 18 de enero. Dicha función supondría además el estreno del nuevo coso taurino, cuyas obras se iniciaron en abril de 1965. Once meses después ya se encontraban prácticamente finalizadas, dispuestos los tendidos para albergar la gran afluencia de espectadores que concurrirían al serial del enero siguiente. Apenas veinticuatro horas antes del festejo señalado para la apertura del flamante circo, se llevó a cabo la prueba de resistencia de las estructuras, superadas éstas sólo restaba aguardar la puesta de largo del moderno recinto.
Las 23.000 localidades con las que contaba éste, se cubrieron al completo el referido día 18, asistiendo a la corrida destacadas personalidades de la política nacional y local, encabezadas por el Presidente de la República, Raúl Leoni, así como los Ministros del Gabinete Ejecutivo y el Gobernador de Táchira, Juan Galeazzi. Con anterioridad al despeje de plaza por parte de las cuadrillas, el Obispo de la mencionada circunscripción territorial, Alejandro Fernández, bendijo el lugar, solicitando la protección divina para todos los que se vistieran de luces a partir de aquella jornada. Ocho reses esperaban su turno en los corrales, perteneciendo seis de ellas a la ganadería de Las Mercedes, propiedad de Ernesto González Piedrahita, y las dos restantes a la de Dosgutiérrez. “Antoñete”, Curro Girón, Paco Camino y “El Pireo” conformaron el cuarteto de espadas anunciados en cartel tan especial.
El diestro de Madrid se lució en el recibo capotero al ejemplar que abrió el festejo y la historia taurina del coso de “Pueblo Nuevo”, obteniendo como respuesta la ovación del respetable. La faena de muleta estuvo marcada por el temple y la variedad de suertes interpretadas, acogidas de buen grado por parte de la multitud que ocupaba los escaños de la recién inaugurada plaza. Marró en primera instancia con los aceros, necesitando posteriormente de un golpe de verduguillo tras la estocada. Pese al desacierto con la espada, el público, cariñoso con los toreros, premió con aplausos a Chenel. Más complicado resultó su segundo antagonista, frente al que se fajó “Antoñete” para extraerle los muletazos. Trasteo dominador, exigente, que coronó de una estocada entera. Las palmas sonaron, nuevamente, para el matador madrileño, así como los pitos para el toro al ser arrastrado.
El venezolano Curro Girón no consiguió hilvanar faena en su primer turno, demostrando frente al sexto de la suelta sus portentosas facultades al prender tres magníficos pares de banderillas. El inicio del quehacer muleteril con varios pases sentado en el estribo, metió de lleno a los espectadores en su labor, manteniendo el nivel de la misma a base de exposición y arrojo, tanto que acabó por costarle una seria voltereta. Manejó de forma eficaz la espada, logrando al término de su actuación los unánimes aplausos de los aficionados.
Paco Camino fue el triunfador de la corrida, al pasear una oreja del tercero tras instrumentar una sensacional faena, cimentada en el más puro clasicismo, precedida además de un excelso toreo con el capote y concluida con una soberbia estocada. Por todo ello, el apéndice conquistado pareció escaso premio para los méritos contraídos, recorriendo por tres veces el redondel al no atender el usía la petición del segundo trofeo. El otro cornúpeta de su lote, tan sólo le dejó exhibir sus dotes de lidiador, puesto que en vez de atacar buscaba únicamente el refugio de las tablas. Esto unido al buen remate con el acero, le posibilitó el dar la vuelta al ruedo.
Grata impresión causó también Manuel Cano “El Pireo”, ejecutando un toreo más técnico y efectista pero que caló en los tendidos. Una estocada arriba fue el colofón a su obra, cortando una oreja y dando dos vueltas al ruedo. No estuvo tan acertado con las armas toricidas frente al último burel del festejo. Por esa razón, no obtuvo premio tangible ya que el trasteo alcanzó cotas más elevadas que en su toro anterior. Además, demostró garra y raza para sobreponerse a un percance sufrido mientras pasaba al astado con la mano derecha. Se levantó sin mirarse y prosiguió su labor como si nada, es más, con posterioridad a ese contratiempo llegaron los momentos álgidos del quehacer. Finalmente, y debido al desatino con el estoque, su balance quedó en vuelta al ruedo.
De las otras corridas programadas en aquel histórico serial, subrayar la que tuvo lugar el 21 de enero, en la que la terna de matadores, Curro Girón, Paco Camino y Palomo Linares, plasmaron sobre la arena lo mejor de su tauromaquia, logrando un triunfo clamoroso frente a las reses de Reyes Huerta. El torero de Camas repitió éxito al día siguiente, al ganarse el doble trofeo del ejemplar de Dosgutiérrez al que se enfrentó. En la parte negativa, reseñar la grave cornada que le infirió en el muslo izquierdo un animal de Garfias al “Pireo” la tarde del 20 de enero.
En el transcurso de estos cincuenta años, veintidós toros lidiados en el coso de San Cristóbal han regresado con vida a sus respectivas dehesas, añadiéndose también los trece a los que se les otorgó el honor del arrastre lento. “Portuguelo” es el que encabeza esta lista desde el punto de vista cronológico, pues salió por chiqueros el 26 de enero de 1975. El toro, con la divisa morada y oro de Bella Vista, facilitó una fenomenal actuación de Antonio José Galán que, años antes ya había cosechado rotundos éxitos ante un público que lo tenía como un auténtico ídolo. El diestro que, junto al nacido en Bujalance, concentró la atención y los elogios de la mayor parte de los espectadores al recinto taurino venezolano en la década de los setenta, fue Dámaso González, quien triunfó de manera incontestable durante varios años consecutivos.
La corrida acontecida el 22 de enero de 1982 puede calificarse, sin duda, de histórica, ya que hasta tres ejemplares fueron indultados. Privilegio que tuvo la vacada de Torrestrella, que bastantes años después, en concreto en 2014, consiguió, nuevamente, que dos de las reses enlotadas retornaran a la finca. “Listillo”, “Tunante” y “Cantaor” son los nombres de los cornúpetas que saltaron al ruedo en la aludida feria de 1982, correspondiéndole en suerte al “Niño de la Capea”, “Morenito de Maracay” y Tomás Campuzano, respectivamente.
No fue “Tunante” el único toro al que le perdonó la vida José Nelo en los años ochenta, sino que hubo dos más, “Ranchero” y “Cartagenero”, ambos con el hierro de Rancho Grande. El primero se jugó el 18 de enero de 1985 y el segundo el 22 del mismo mes de 1988, jornada que fue muy completa para la divisa venezolana, al indultársele un animal más, como fue “Capuchino”, que ayudó a que José Ortega Cano firmara una labor cumbre. En ese mismo serial de 1988, subrayar el juego ofrecido por “Morochito”, de idéntica ganadería que los anteriores, premiado con la vuelta al anillo. El diestro Jesús Colombo, que compartía cartel con José María Manzanares y Julio Robles, fue quien lo lidió y pasaportó.
Adentrándonos en el decenio siguiente, mencionar en primera instancia a “Relicario”, astado perteneciente a la vacada de La Carbonera que fue paseado por el redondel el 27 de enero de 1991. De la larga lista de toros que hicieron méritos sobre la arena para volver vivos a los corrales, dos lo lograron en la Feria de San Sebastián de 1992, “Romerito” y “Taribeño”, de Rancho Grande y El Prado. Los bureles colaboraron con sus excepcionales cualidades para que Ortega Cano y Enrique Ponce ejecutaran dos grandiosas faenas. En los festejos que se celebraron en ese año, se distinguieron por sus notables condiciones cuatro ejemplares más, tres de ellos del citado hierro de Rancho Grande, “Camarero”, “Embajador” y “Listillo”, perteneciendo el cuarto, “Unero”, al pial colombiano de Mondoñedo. Muleta y espada en mano se plantaron frente a ellos, José Antonio Valencia, Tomás Campuzano, César Rincón y Vicente Ruiz “El Soro”, paseando cada uno de ellos dos orejas. El ciclo correspondiente a 1993 también resultó muy exitoso, pues desde el palco presidencial se otorgaron hasta tres indultos.
El 27 de enero se juntaron en el ruedo de San Cristóbal, un bravo toro de la vacada de El Prado, “Gomecista”, y el matador nacional Leonardo Benítez, que tras cuajarle una espléndida faena, alcanzó el triunfo total de la Fiesta, como es el retorno al campo. La magnífica hoja de servicios de “Morenito de Maracay” en ésta y en otras muchas plazas, se amplió con un hito más, la superior obra que llevó a cabo el 28 de enero a “Consentido”, cornúpeta de la divisa de La Bolsa. El tercer ejemplar que conquistó dicho honor en la indicada feria, fue “Desertor”, que pisó el redondel de la capital de Táchira el 29 de enero y que engrandece todavía más el palmarés de Rancho Grande. El citado toro se convirtió en el segundo indultado por Enrique Ponce en el recinto taurino de “Pueblo Nuevo”. El encierro de la ganadería venezolana tuvo un excelente comportamiento en las telas, favorecido además por el buen trato que en todo momento le suministraron los toreros, tanto fue así que dos bureles, “Cigarrero” y “Consentido”, obtuvieron el privilegio de la vuelta al anillo.
Dentro de los festejos organizados en el mes de enero de 1994, cabe resaltar las virtudes exhibidas por “Pisaflores”, astado de La Cruz de Hierro que propició el lucimiento del espada mexicano Alejandro Silveti. El matador de la tierra, Manuel Medina “El Rubi”, tuvo la fortuna de sortear dos grandiosos antagonistas en la corrida del 25 de enero de 1995, como fueron “Leñador” y “Romerito”, ambos marcados con el hierro de Bella Vista. Tanto uno como otro son arrastrados entre ovaciones en la vuelta al ruedo que recibieron, cortando “El Rubi” el doble trofeo del segundo de los morlacos mencionados. Otro diestro nacional, José Antonio Valencia, cosechó el fenomenal resultado del enésimo perdón de un animal en el coso de San Cristóbal, en este caso se trató de “Zacateco”, res con encaste Torrestrella de Rancho Grande. Ocurrió el 27 de enero de aquel 1995. El siguiente indulto se fechó el 26 del mes que inaugura el año de 1997, recayendo el protagonismo en “Río Torbes”, de El Prado, y Vicente Barrera que, tras una fenomenal actuación, paseó las dos orejas. Por su parte, “Costa Azul” y Enrique Ponce conformaron un sensacional conjunto de belleza y armonía el 28 de enero de 1999, que concluyó con el cornúpeta de Rancho Grande como reproductor y con el torero de Chiva con dos orejas en la mano.
Tras unos años sin tantos triunfos, éstos regresaron en el año 2010 con “Trovador” y Leonardo Benítez, obteniendo éste los dos apéndices simbólicos ya que el de Los Ramírez se ganó la vuelta a la finca. De ese mismo serial, subrayar el gran toreo que regaló a la afición José María Manzanares, quien terminó saliendo en volandas por la puerta grande. El 27 y 28 de enero de 2012 se vivieron, nuevamente, dos jornadas para el recuerdo en la Feria de San Sebastián, con el indulto de tres ejemplares de distintas divisas de Venezuela, Los Ramírez, El Prado y Rancho Grande. Sebastián Castella, Juan Bautista y “El Fandi” pudieron disfrutar y sentirse con ellos, logrando, en cada caso, dos orejas. “Coquito” fue otro cornúpeta de alta nota en ese año, siendo pasaportado por “El Cid”, que salió en hombros.
Los espectadores que acudieron al coso el 23 de enero de 2014, rememoraron pasados momentos de gloria con la ganadería de Torrestrella, pues dos toros de la vacada gaditana retornaron a la dehesa para padrear, “Flor Azul” y “Fiscal”, dándose la circunstancia que ambos tuvieron delante a diestros venezolanos, Fabio Castañeda, precisamente el día de su alternativa, y César Vanegas. David Galván fue el otro nombre propio de las funciones de ese año, al cortar el doble trofeo el 24 de enero.
César Valencia se doctoró en tauromaquia en el serial del año siguiente, día inolvidable no sólo por esa circunstancia sino por el quehacer ejecutado a “Gestor”, res de Juan Pedro Domecq que, merced a su comportamiento, se granjeó una vida complaciente en el campo. Los compañeros de cartel de Valencia, Sebastián Castella y Daniel Luque, también lograron el billete para atravesar la puerta grande, con tres y dos apéndices respectivamente. En la jornada anterior, “El Fandi” cosechó también un triunfo de peso ante “Aguileño”, animal de Hermanos García Jiménez al que se le dio la vuelta al ruedo.
Los astados de Victorino Martín se encargaron de poner punto y final a la feria el 1 de febrero, corrida en la que fue herido Alberto Aguilar, de igual forma que lo había sido veinticuatro horas atrás David Galván, y en la que Joselito Adame probó las mieles del éxito. El 27 de enero de 2016 el público presenció la doble salida por la puerta grande de Juan Bautista y Fabio Castañeda, continuada después por las de Fandi, Daniel Luque y Roca Rey los días posteriores. El granadino, además, tiene el honor de ser, hasta ahora, el último espada que ha indultado a una res brava en el circo de San Cristóbal, “Limonero” de nombre, de la vacada de El Capiro de Sonsón. Añadir a este relato, una noticia luctuosa producida justo el día que arrancaba el año 2017, como es la muerte de Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”, diestro nacional que había trenzado su postrer paseíllo en este coso el 21 de enero de 1972.
A lo largo de estos cincuenta años, la plaza de “Pueblo Nuevo” ha ido incrementando su prestigio y categoría, llegando a ser en la actualidad uno de los ciclos con más solera de toda la América taurina aunque las dudas generadas en la feria de este año dañan la imagen del que es, hoy por hoy, el principal baluarte de la Fiesta de los toros en Venezuela.
BIBLIOGRAFÍA.
HEMEROGRAFÍA.
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