Se comenzó hablando de los dineros; lo siguiente debiera ser sentarse a resolver el futuro

por | 3 Dic 2018 | Informes

La Caja de Pandora la abrieron, –a lo mejor sin valorar todas sus consecuencias– mano a mano Toño Matilla y Simón Casas, a  propósito de la extraña temporada de Alejandro Talavante, en la que el torero optó por romper con su apoderado y retirarse sin fecha de regreso. Por primera vez se empezó a hablar con detalle sobre los dineros de un torero. Un algo inédito en la historia. Pero también poco claro, o por mejor decir: poco preciso, como bien explicaba Antonio Lorca en “El País”, en un articulo que no pierde actualidad: “¿Alguien sabe cuánto gana un torero?, fortuna o miseria, la fiesta es una ruina”.

 

Les siguió Ramón Valencia, máxima responsable de la Empresa Pagés, reclamando de forma muy sensata que de una vez el sector se sentara a estudiar y decidir  la restructuración del mundo del toro. Pero con relación o sin ella con tales declaraciones a Álvaro R. del Moral, Simón Casas convocó luego a la gran patronal para el 20 de diciembre, colocando en el orden del día una actualización de la anquilosada y opaca institución, con el propósito de  "unificar la clase empresarial, fijar objetivos y establecer mesas de trabajo. Hay que regenerar la imagen del empresario taurino, que es muy mala", como precisaba a Zabala de la Serna en las paginas de El Mundo.

 

Colección privada de Carmen Thyssen

El contexto general en el que todo esto se desenvuelve no se dibuja fácil, incluso cabría decir que es preocupante. Y así,  en Bruselas de nuevo el grupo parlamentario en el que se incluye Podemos vuelve a intentar que en los programas comunitario de apoyo al ganado vacuno se excluya la ganadería de bravo. Otro factor: el número de espectáculo celebrados en España vuelve a bajar, mientras por distintos puntos de la geografía española la disidencia antitaurina se moviliza, en razón de la propiedad inestabilidad de las instituciones públicas, sin recibir una respuesta adecuada que vaya más allá de las lamentaciones.

 

Y si faltaba poco, crece la preocupación por las dificultades con las que tropiezan en Bilbao para convocar el anunciado concurso de arrendamiento de la plaza de Vista Alegre, al que se descuenta que irán varios aspirantes, aunque no se sabe la fórmula que seguirán quienes hoy integran Plaza 1, si es que van. Además, todo lleva a pensar que, aunque no se haya confirmado oficialmente, las obras de reforma de Las Ventas se han paralizado, cuando lo previsto era que al iniciarse la temporada próxima el coso pudiera ser utilizado con normalidad con la primera parte de la reforma ya concluida.

 

Mientras tanto se dan noticias contradictorias sobre el dichoso bombo del sorteo, con el que Simón Casas, como si fuera la lotería, quiere elaborar un abono de en torno a 30 tardes, a la vez que estamos en el inicio de la negociación  de un nuevo Convenio Colectivo para el sector, en principio desde posiciones nada cercanas, que no van a ser ajenas a la actual situación del mundo del toro. 

 

La Fiesta necesita de otra orientación

 

No es de ahora mismo, sino que viene de muy atrás la necesidad de que todos en el Sector se pongan de acuerdo para marcar las líneas maestras del camino por el que debe discurrir en el futuro inmediato la Tauromaquia. Y eso es mucho más que discutir sobre dineros, porque si nos quedamos sólo ahí conviene hacer caso a Diego Urdiales cuando dice en “Aplausos”: "se habla solo del dinero de cuatro, ¿por qué no hablamos de lo poco que cobran los de abajo?". Naturalmente el de Arnedo se refería a los toreros,  pero la misma cuestión habría que plantearse, por ejemplo, respecto a los ganaderos, por citar un caso flagrante.

 

Por eso, si toca adentrarse en los números de la Fiesta, lo primero que se necesitará radica en redefinir las reglas del negocio taurino, que es algo de bastante mayor calado. Qué el modelo actual no es sostenible resulta una evidencia. Pero conviene referirse siempre al modelo global, no sólo a su economía, que al final no es más que una consecuencia de las deficiencias y carencias actuales del hecho taurino en todas sus manifestaciones.

 

Tauromaquia de Goya. Centro Botín

Y así, unos nos hablan de la posibilidad de redefinir aspectos no esenciales de la lidia. En unos casos se refieren a la opción por regular un espectáculo menos sangriento. Y a lo mejor puede hacerse, pero por limitar, por ejemplo, a dos o tres intentos el manejo del descabello no se arregla ninguno de los problemas de fondo. Como tampoco se hace si lo que se plantea se refiere a una redefinición de la composición de las cuadrillas, o  la modificación de la norma de antigüedad como razón obligatoria formalizar los carteles, para que la tradicional figura de “el primero” cambie de estatus. Se trata de algunas hipótesis, todas dignas de ser estudiadas; pero ninguna de por sí resuelven la situación que hoy padece la Fiesta.

 

La realidad es clara. Mientras los taurinos pasan horas mirándose el ombligo, la afluencia de espectadores fluctúa a la baja y cuesta un mundo generar nuevos aficionados estables; los precios, desde luego, no colaboran en nada a romper tal dinámica. Pero tampoco se encuentra margen de maniobra para revertir el anquilosamiento de los escalafones, que parecen diseñados sobre todo para cerrar el paso a las novedades que de antemano no estén ya bendecidas por los del trust. ¡Cuánto daño ha hecho el abuso de ese “sota, caballo y rey” al que juegan los grandes!.

 

La reforma del negocio taurino 

 

Por eso, las reformas tantos años pendientes, debieran ir mucho más allá. En este sentido, lo primero que conviene fijar se refiere a la normalización del negocio taurino como hecho económico y empresarial. ¿En base a qué razón fundada lo taurino siempre tiene que ser algo atípico dentro de las normas generales –diríase que universales– de la gestión y de la economía?

 

A este respecto, debieran tenerse en cuenta aspectos tan elementales como los que se refieren a la transparencia, para que, como ocurre en todo negocio, las cuentas anuales de todas las sociedades mercantiles taurinas sean públicas y accesibles, incluso antes de que hayan sido inscritas en el Registro.  Pero no es menor el reto de plantearse otro factor tan elemental como la relación calidad/precio a la hora de fijar el valor de las localidades. Cuando uno va a un gran almacén una chaqueta de mayor calidad vale más cara que otra que es de menor nivel. ¿Por qué no va a ser así en los toros? Algo que, por cierto, tiene bastante tradición en el mundo taurino: por eso los aficionados le protestaban a Joselito o a Manolete porque su inclusión en un cartel había ocasionado una  subida los precios en taquilla.

 

Por otro lado, resulta de enorme interés conocer al detalle cuáles son las partidas de gastos que soportan a la economía del toro.  Poder analizar el costo inicial del piso de plaza, los gastos generales de la empresa, los costes de personal que soporta un torero, el valor real –intermediarios incluidos– de una corrida de toros, el valor, la eficacia y los criterios que se siguen en la publicidad y la promoción, los plazos reales para los pagos, etc. En suma, poder contar con una radiografía completa y precisa, a ser posible con un auditor externo,  de este capítulo fundamental.

 

"Hacia la Plaza", de Manuel García

Pero de paso nunca estará demás, cuando es el caso, analizar la economía cruzada cuando se trata de grupos empresariales, para valorar los traspasos económicos que se producen en la gestión entre sus plazas, cada una de las cuales responde a una adjudicación diferenciada y unitaria.

 

Por ese camino podríamos establecer, entre otros extremos, si en la Fiesta también se da una suerte de dumping, que rompe toda  posible competencia. Por ejemplo, si se organiza un cartel sabidamente a pérdidas, porque eso lo compensarán luego con los ingresos de espectáculos de bajo costo, o con festejos en plazas más rentables, la competencia peligra: ese planeamiento en España se lo pueden permitir tres o como mucho cuatro grandes empresarios, frente a los que los demás no tienen margen para competir; se les condena a no crecer, ni en categoría, ni en  sus cuentas. Pero dumping puede considerarse también dejarse contratar a pérdidas, con tal de tener un festejo, que esa taurina y lamentable  figura de “pasar por el tubo” no es exclusiva del sector de plata.

 

Y en aspectos más puntuales, tampoco pueden entenderse como cuestiones menores aquellas que se refieren a la previsibilidad de los cobros y los pagos. Por lo pronto, aunque muchos no hagan caso, existe una jurisprudencia más que suficiente por la que en un contrato taurino no cabe acudir a la fórmula genérica de “ingresos a convenir”. Como también debe constar la fecha y la forma de pago. Salvo casos muy aislados, la realidad lleva a pensar que  aquí el único que cobra seguro es el apoderado, que tiene garantizado el porcentaje que le corresponda, mientras que su poderdante hasta final de año no sabe a ciencia cierta cuáles son sus dineros, si es que no se encuentra con la desagradable sorpresa de que ha echado la temporada a pérdidas.

 

Y al fondo, la ética del mérito y del negocio 

 

En el fondo, clarificando todas las partidas de las cuentas se pondrá de manifiesto algo tan básico como el grado de cumplimientos que resulta exigible a las empresas en los que se refiere a la ética de los negocios, que es un valor común y necesario para toda actividad empresarial, sea de la naturaleza que sea. Una ética empresarial que comienza por conocer a ciencia cierta quiénes son y qué intereses tienen los inversores reales de cada organizador taurino, algo a lo que tienen derecho los clientes posibles, esto es: los aficionados, pero que poca veces está claro. Son precisamente dudas de esta naturaleza las que tanto daño hacen a la imagen de la Casa Matilla, cuya sombra se rebusca detrás de todo lo que ocurre.

 

Más complejo, pero no menos necesario, resulta algo que hoy se echa mucho en falta: la ética del mérito, en virtud de la cualse cumpla lo que siempre tuvo tradición en el toreo: quien triunfa repite, con independencia de quien lo apodere. Su ausencia lleva a casos tan poco justos como dejar parado a un torero en su oficio pura y simplemente porque anda fuera del circuito del trust. No se trata de cuestión fácil, porque a la postre se trata de una actividad de Arte, cuando además se interfiere con ese concepto tan etéreo pero real como la fuerza en la taquilla. Pero está claro que algo más se podría hacer, si todos se ponen a ello, por más que resulte algo siempre muy subjetivo: una obra de arte vale lo que el mercado paga por ella.

 

Abrir la Tauromaquia en canal 

 

Tauromaquia de Goya. Museo de El Prado

En suma, estamos en trance que, de forma querida o inadvertida, nos encontremos a la Tauromaquia abierta en canal como si de un quirófano se tratara. A lo mejor ya resulta inevitable una vez que la Caja de Pandora se ha abierto. Pero con una reticencia no pequeña: los taurinos se demuestran muy expertos en eso de hacer como que cambian todo para que nada cambie.

 

Lo único recomendable parece a todas luces que pasa porque lo que se haga sea para bien, no para moverse tan sólo en las apariencias externas y ocasionales. Y eso exige de una limpieza poco frecuente a la hora de que todo el Sector se siente a estudiar la situación, dado también la voz a sus clientes, con cuyos dineros se soporta todo el edificio del toreo.

 

No parece que haya otro camino para que la credibilidad de quienes gobiernan la Fiesta se reconduzca a los niveles necesarios, de los que hoy carecen. Si quienes mandan en todo este mundo no son capaces de que su trabajo se acepte sin recelos ni dudas, de poco servirán los cambios. Y es que la almendra de la cuestión va, ante todo, de convencer al cliente.

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Taurología

Taurología

Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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