Se acabaron «los días de vinos y rosas»

por | 11 Mar 2017 | La opinión

Se ha formalizado  la primera etapa de la temporada en Madrid, que va de abril a junio, con la elaboración de todas las combinaciones de toros y toreros, que su autor aconseja que el lector lo contemple en conjunto, para percibir en toda su dimensión el argumento que ha querido explicar.  Hasta llegar a ese 8 de marzo, en el que se descorrió el telón, se ha hablado sobre Las Ventas y de su nuevo empresario como pocas veces se había hecho con anterioridad. Y si se tira de la hemeroteca con imparcialidad se concluye que, en efecto, Simón Casas ha disfrutado de eso que se conoce como “buena prensa”, que le han permitido disfrutar de los clásicos 100 días de gracia.

Pero a partir del 9 de marzo, las cosas cambian. Ya ni se esperan ni casi se aceptan más filosofías taurinas, ni más proyectos sin fecha para hacerse realidad. Ahora se parte de los datos concretos, que descienden incluso a pequeños detalles, todos ellos discutibles, pero que se dan en el mundo del toro. No cabe olvidar que si montáramos un concurso para elaborar los carteles, tendríamos casi tantas soluciones como espectadores caben en Las Ventas: cada aficionado tiene en la cabeza su abono ideal.

El reto de las cosas concretas

El razonable nivel de los carteles, que han tenido una acogida moderada, pasará pronto a un segundo plano. Ocurre siempre. En adelante el personal se quedará con valores muy concretos para medir la realidad: hechos, no palabras, se diría en lenguaje de la calle.

Y el primer reto empresarial que tiene por delante Simón Casas se plasma en este gráfico, en el que se advierte como sobre el máximo legal posible de 17.684 abonos –cifra que se alcanzo en 2011–, el nuevo gestor ha recibido Las Ventas con 4.545 abonos menos, esto es: un 25,5% se perdió por el camino y de manera continuada. Cada 200 abonos que recupere, supondrá restar un 1,15% a esa diferencia. O lo que es lo mismo, si consigue el casi milagro de recuperar 1.000, todavía estará 15 puntos de distancia de lo posible.

En este campo, así que llegue el otoño  tendrá que dar cuenta de sus propósitos tan rotundos: conseguir cada tres festejos 2 llenos y llevar a la plaza 100.000 espectadores más.  Y son datos bien concretos, que luego no pueden edulcorarse con palabras bonitas: se cumplen o no se cumplen, nada más. Aunque sea lo cierto que para conseguirlos no todo depende del empresario, que por influir influye hasta la climatología, al final la responsabilidad será enteramente suya.

El segundo reto viene también la estadística. En la temporada de 2016 en Las Ventas se lidiaron  un total de 374 reses: 216 toros, 128 novillos, 24 toros para rejones y 6 erales. Se completó este capítulo con un total de 22 sobreros: 12 toros y 10 novillos. Junto al patinazo de la corrida de Jandilla, se registró otro fiasco completo: la corrida de Robert Margé, que fue íntegramente rechazada por la autoridad, pero ni hubo llamativos movimientos de corrales, ni así que llegaban las 12 un solo día se dieron problemas para enchiquerar la corrida de turno.

Esos son los parámetros concretos con los que se va a medir la labor de la Empresa, que además tiene a sus espaldas la prevención evidente de que a Madrid no se puede traer el toro de Nimes o el de Valencia. Por lo pronto, ya se ha bajado el número de corridas “duras”.

Un tercer reto, que puede ser crucial. Casas ha montado, sin duda a base de mucho trabajo, todo un imperio taurino, que lo encabeza Madrid. Cuando el año taurino vaya caminando, se comprobará el grado de compatibilidad entre la gestión de Las Ventas y el resto de sus plazas y apoderamientos.

Tendría que fundarse de nuevo el mundo del toro para que no se establecieran comparaciones entre lo que como empresario hace en un sitio y en otro, pero también qué compromisos adquiere con este o aquel taurino. Por eso, a Casas le resultará de imposible justificación, por ejemplo, que Madrid sufra los efectos de los desacuerdos que se puedan producir en otras plazas de las que gestiona. No tienen por qué darse, pero a lo largo de la historia contemporánea es un fenómeno que se ha dado. Y sin necesidad remontarnos al siglo XIX.

Un cuarto reto: dar cumplimiento el numeroso listado de promesas culturales y sociales que ha asumido. Desde organizar actos culturales fuera de Las Ventas hasta las ofertas gastronómicas, pasando por la potenciación del resto de la temporada no abonada y de la reconversión de Las Ventas en un verdadero Palacio de Congresos, que hagan del recinto venteño un punto de reunión durante 365 días al año. 

Con la amplitud en número y en materia de estas ofertas, cuando lleguemos a noviembre y presente la Memoria de actividades, de demasiadas cosas va a tener que dar muchas explicaciones, porque aquí cada cual se habrá anotado “lo suyo”, aquellos que le conviene o que le afecte. Y entonces se pondrá negro sobre blanco el número de los cumplimientos y de los incumplimientos.

En el terreno de lo concreto, probablemente son los cuatro retos más medibles bajo criterios objetivos. Pero en el ánimo de los aficionados –que a la postre son sus cliente preferentes– pesan luego otros aspectos impredecibles. Nadie puede comprometerse sobre qué número de puertas grandes se van a abrir en el abono; sin embargo, el triunfo rotundo pesa en el ánimo de quien frecuenta Las Ventas. Como a la empresa le conviene que la feria rompa pronto, porque eso tira del resto  del serial. Bien puede entenderse que nada de eso está en las manos de Simón Casas, pero pese a todo se anotará en su hoja de servicios.

El difícil reto de moderarse

Cuando se andaba en la tarea de coser los carteles, los colegas de mundotoro.com con un encomiable trabajo nos tenían al minuto de cómo iba la cosa. Como es gente seria, cuando en la Corrida de la Cultura plantearon la posibilidad de que se incluyera a Juan Mora –que habría venido como anillo al dedo para ese cartel— se le dio toda credibilidad a esa posibilidad. Se originó todo un debate, muy mayoritariamente a favor, en las redes sociales, hasta que el propio torero le recordó a la Empresa que no le había contratado.

Pues bien, para poner fin al tema el 3 de marzo Juan Mora le hizo llegar a Simón Casas, vía Twitter, un mensaje en el que se podía leer:  “Te contesto al SMS que me has enviado por aquí. Que te vaya bien. Un saludo”. Y a continuación el siguiente texto: ”Simón no te lo tomes a la tremenda, es que un twiter no da para más. A ver, un charlatán si que eres, o no?, y dices cosas buenas, incluso algunas muy buenas, aunque solo cumples la mitad, lo cual hoy en día es un mundo, pues en general estamos ante una sociedad donde la palabra tiene el mismo valor que un papel mojado y desteñido”. El mensaje caló y tuvo mucho eco; al final, lo constatable es que Juan Mora no aparece, en la Cultura ni en ningún otro cartel.

A lo mejor resulta difícil, porque cada cuál tiene con toda legitimidad su propia personalidad, pero parece muy complicado sobrevivir, y más en Madrid, con ese sello de “charlatán”. También en este terreno de la discusión, Madrid es mucho Madrid.

La realidad es que, si se mira hacia atrás, se hace imposible resumir todas las declaraciones y proclamas que ha hecho en estos pasados meses: son tantas que llenarían un libro. La consecuencia es que su discurso se diluye por mil caminos, llegándose al punto de hacer imposible la diferencia entre lo importante y lo anecdótico de cuanto dice. Mucho tendrá que reforzar su aparato de Comunicación, para pese a todo tener capacidad  de influir en la Opinión Pública, sin quedarse al albur de los vientos que llegan y se van.

Y lo curioso es que en la mayoría de las veces Casas pone sobre la mesa temas interesantes, pero se lanza tanto en sus discursos –que más que hablar, arrolla– que no acaba de distinguir el grado de compromiso que encierran sus propias palabras. A lo mejor  es que en su manera de pensar y de hacer no entra medir más las posiciones.

Sin embargo, como su espontaneidad no conoce de freno ni de limites, de todo lo que diga se le pedirá cuenta mas pronto que tarde; de hecho, casi antes de empezar ya se le ha recordado que la revolución prometida no aparece por ningún sitio en los carteles madrileños. Conforme avance el año, ese movimiento irá a más. Y no hay que asombrarse: nada de todo esto resulta diferente a lo ocurrido con quienes le antecedieron en el despacho mas poderoso del toreo. Parece como si estuviera en la propia naturaleza de las cosas.  

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Antonio Petit Caro

Antonio Petit Caro

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