PAMPLONA. Casi lleno en la novillada tradicional de la preferia. Seis novillos de El Parralejo, bien presentados y de buen juego, salvo el 6º; al 4º se le dio la vuelta al ruedo. Borja Jiménez (de malva y oro), una oreja, dos orejas y ovación. Francisco José Espada (de blanco y oro), ovación y una oreja. Posada de Maravillas (de nazareno y oro), silencio en el único que lidió.
El parte médico de Posada de Maravillas: "En el tercer novillo de la tarde ha sido lesionado con la espada Juan Luis Ambel Barranco produciéndose una herida contusa en muñeca de mano derecha con lesión de tendones flexores profundos y superficial del 4º y 5º dedos y superficial de 3er. dedo, con sección de nervio cubital y de arteria cubital. Se ha espoleado y reparado todas las estructuras. Además tiene un varetazo en cara interna del muslo derecho y herida en 2º dedo de mano izquierda. Pronóstico grave desde el punto de vista funcional. Se le traslada al complejo Hospitalario de Navarra".
Esto se llama comenzar con buen pie. Parece como si la Casa de Misericordia le hubiera cogido el tranquillo a este festejo inicial: raro es el año que no resulta interesante. Una notable novillada de El Parralejo, cuando cuatro ejemplares para el triunfo, y un torero, el sevillano Borja Jiménez, que dio una nueva y mayor dimensión y que por primera vez en este ciclo abrió la Puerta Grande. A la contra, el percance de Posada de Maravillas, que sin ser grave clínicamente, si le puede dar muchos problemas de recuperación.
Con casi lleno y la paz previa a las peñas en los tendidos, las fiestas en honor de San Fermín han contado con un prólogo notable. En buena parte se debió a la novillada de El Parralejo, que con todos los matices que se quiera resultó muy buena, con la excepción del manso que cerró la tarde. Excelente resulto el bravo 4º, premiado con la vuelta al ruedo; muy aptos para el toreo fueron 1º, 3º y 5º; bajó el 2º, que aún siendo manejable tuvo el handicap de su sosería. Pero la nota media resultó alta, por más que aunque cumplieron sobradamente en trapío luego los animales fueran de muy diverso tipo y hechuras.
Aprovechando al máximo la colaboración de los novillos Borja Jiménez ha dejado claro en la Monumental pamplonesa que su reciente Puerta del Príncipe en Sevilla no fue fruto de la casualidad. Naturalmente, su triunfo se fundamentó en un toreo mucho más que aceptable, que en muchos momentos resultó de sobresaliente; pero fue también su sitio en la plaza, su concepto de la lidia, su valor sereno …, todo eso que redondea una tarde de verdadero triunfo. Y el novillero de Espartinas lo consiguió. Se ve que progresa no ya adecuadamente, que se dice a los escolares, sino sobrado de todos los elementos esenciales del oficio.
Así quedó claro con el corretón novillo que abrió la tarde, al que supo sujetar hasta que se entregó embistiendo con celo a una muleta templadamente llevada, sin un solo enganchón. Aprovechó hasta el final al 4º, al que había recibido con muy buenas formas con el capote; toda su faena de muleta se mantuvo en el nivel de un novillero cuajado y con cabeza: suavidad y largura en los muletazos, buena elección de los terrenos y os tiempos… Y cuando el animal se fue apagando el recurso legitimo de darle más “fiesta”, antes una estocada en buen sitio. Completó su tarde con una adecuada lidia del grandullón –más que un toro en otras plazas– y complicado que cerró la tarde, que estoqueó en lugar del lesionado Posada de Maravillas.
No tuvo la suerte de cara en el sorteo el madrileño Francisco José Espada. La sosería de su primero y el escaso ritmo del mobló que salió como 5º, limitaron sus posibilidades. Con todo el novillero de Fuenlabrada, que tan buena impresión dejó en los pasados sanisidros, no desentonó precisamente en su presentación navarrra.
Muy acoplado en el torero comienzo de faena con el 5º de la tarde, dejó luego en el ruedo series de excelente trazo y suavidad sobre ambas manos, mientras el de El Parralejo duró. Con técnica y buen oficio supo entenderse con el muy soso animal que abrió su lote, al que despachó bien con la espada.
Francisco José Espada cortó una oreja del quinto, un novillo con calidad, colaborador y de buena condición. El madrileño arrancó con un bello inicio de faena, cargado de suavidad, ligando después series notables por los dos pitones. Mató con efectividad y paseó el trofeo.
Y para mala suerte, la de Posada de Maravillas. Frente al 3º –el único que pudo lidiar– vimos al mejor Posada de lo que va de año: centrado, recuperando la frescura de su toreo al natural, con buen gusto en todo momento. Nada que ver al apagado novillero del inicio de la temporada. El final de su trasteo, citando de frente, resultó hasta nostálgico. Pero un accidente, marginal a efectos del toreo, truncó su tarde: se cortó con su propia espada en la muñeca derecha, causándose lesiones que pueden darle quebraderos de cabeza en su recuperación. Recuerdan en mucho al accidente de José María Manzanares hace un par de años en Utrera, que aún le limita y condicionada.
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