Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Son los últimos versos del célebre poema “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” que escribió Federico García Lorca a raíz de la tragedia de Manzanares. Ahora que se cumplen años de la trágica muerte de su autor, es momento de recordar al torero y al poeta.
Cuñado del mítico torero Joselito "El Gallo", que en 1919 le daría la alternativa, en presencia de Belmonte, más que en la técnica o en un depurado estilo, Sánchez Mejías destacó por sus alardes de valor.
Testigo de la muerte de su padrino y cuñado en Talavera, en mayo del año 20, al poco tiempo se retiró y se dedicó a otras actividades, como la presidencia del Real Betis Balompié. Pero sobre todo destacó por su estrecha relación con la generación del 27, de la que fue mecenas. En este sentido, se dedicó a la literatura y al teatro, llegando a estrenar con éxito en 1928 la obra "Sinrazón", con la compañía teatral de María Guerrero y en el teatro madrileño Calderón,.
Precisamente, la reunión que puede considerarse fundacional de esta trascendental generación de poetas fue a iniciativa de Sánchez Mejías, en una reunión convocada en 1927 en la sede el Ateneo sevillano como conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Góngora. Allí coincidieron, entre otros, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Luis Cernuda.
A la vez que lo hacía Juan Belmonte, en 1934 decidió reaparecer en los ruedos. Pero ese mismo año, el 11 de agosto en Manzanares, el toro “Granaíno” le dio la cornada que dos días después le ocasionó la muerte. Completaban el cartel los toros de Ayala, con Armillita y Corrochano, y del rejoneador Simâo da Veiga
No puede decirse que fuera una figura de época como torero, pero sin duda sí fue uno de los personajes relevantes de la cultura española de la anteguerra.
Cuando Sánchez Mejías murió su figura había sido ya ensalzada por Miguel Hernández o Rafael Alberti. Pero sin duda fue García Lorca, con su fúnebre canto “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, escrito en 1935, quien de forma más rotunda lo hizo, por algo su poema está considerado como una de las mejores elegías de la lengua castellana.
La obra, que ya en su día causó un gran impacto, corresponde a la etapa de plenitud del poeta, que se había iniciado, según sus estudiosos, con el “Poema del cante jondo”, en 1921.
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