Estamos a lo que se dice un suspiro del comienzo de la feria más larga y mas importante del planeta de los toros. Por delante quedan un manojo de incertidumbres, que así lleguemos a junio se habrán debido despejar. Si siempre Madrid ha resultado decisorio para el curso de la temporada, en esta edición de 2013 aún con mayor sentido y fundamento ocurrirá lo mismo.
No precisamente por pura curiosidad, va a resultar relevante saber como reacciona el público a la hora de pasar por la taquilla. Con un descenso importante en el número de abonados, resulta crucial el grado de aceptación que puedan tener todos esos carteles que, sin figuras en su elenco, siempre han acabado por ser los más rentables para la Empresa.
Y en este materia ocupa un lugar menor, a efectos de los intereses generales de la Fiesta, si a Taurodelta las cuentas le van mejor o peor. Aunque nunca es bueno que un empresario haga malos negocios, lo relevante es que si la taquilla se retrae en todos esos carteles secundarios, que son la mayoría en este mes de toros, lo que entrará en cuestión es el propio concepto de plaza de temporada para Las Ventas.
El pliego de condiciones dirá lo que tenga que decir, pero si con San Isidro y ese epílogo que se han buscado con el Arte y la Cultura –con carteles que no son ni lo uno ni lo otro–, pero también con la feria de Otoño, no se puede hacer frente a las pérdidas del resto del año, el modelo actual tendrá una importante falla. En décadas pasadas situaciones de este porte llevaron a la plaza a posiciones más que problemáticas que es mejor no recordar y de las que se salió gracias a la gestión de Manolo Chopera.
Pero a la suerte no conviene tentarla dos veces. Por eso, de acuerdo con el tenor que vaya teniendo la feria, nada inútil harían los responsables de la Comunidad en ir pensando cuál puede ser la fórmula de los futuros contratos de arrendamiento, sobre la base inexcusable de que Madrid siga siendo plaza de temporada también en años de crisis como la actual.
Y en esta ocasión, además, se podrá tener como un buen termómetro de la realidad de hoy en día el impacto que la televisión en directo tiene sobre el taquillaje. Sevilla, que redujo su número de espectáculos de manera apreciable, prescindió de las retransmisiones y a lo mejor por eso abundaron los tres cuarto de entrada, junto a los “No hay billetes” que se daban por descontado. ¿Qué ocurrirá en Madrid? Será una incógnita importante de despejar de cara al futuro.
En lo propiamente taurino, por delante tenemos no pocas incógnitas. La primera y principal, el juego de ese mayoritario número de corridas que proceden de un tronco común y que se vienen caracterizando por restar al espectáculo dos de sus elementos esenciales: el riesgo y la emoción.
Esa concentración en torno a un par de encastes responderá, desde luego, a los intereses de los toreros; más que dudoso es que, además, resulte lo más taurinamente adecuado para los momentos actuales.
Entre los que se visten de luces, Madrid tiene importancia decisiva para José Mª Manzanares, que pasó por las primeras ferias y por Sevilla casi de puntillas, lejos de esa imagen tan arrolladora del año anterior. Se supone que repuesto del grave fiasco de su encerrona, el de Alicante tiene pocas opciones para dejarse ir la feria, aunque su temporada ya esté contratada casi al completo. Es lujo que no se puede permitir, ni él, ni la propia Fiesta.
Morante llega con casi todo el viento soplando a favor. Se ha ido construyendo poco a poco su propia leyenda y hoy es el día que hasta los profanos esperan cosas distintas del torero de La Puebla. Pocas veces ha tenido todo tan de cara como en este año, cuando media verónica ha sido suficiente para imponer su sello de identidad de la pasada feria de abril.
Tras la experiencia de Sevilla, de alto riesgo puede considerarse la encerrona de Alejandro Talavante con la corrida de Victorino Martín. Como el extremeño es torero que no sabe estar mal –que resulta hasta patoso–, tiene que ser tarde de sí o sí. Desde luego como gesto es importante; si además se resuelve bien, mejor que mejor.
Sin suerte en Sevilla, en Las Ventas mucho se juega Miguel Ángel Perera, que no anda en mal momento precisamente, pero que necesita ese triunfo redondo que lo ponga en valor. Desde una posición muy diferente, otro tanto le ocurre a Manuel Jesús El Cid, que no consigue superar una crisis que ya se prolonga demasiado, y a Daniel Luque, que lleva demasiado tiempo apuntando pero sin terminar de resolver de forma rotunda.
Pero no menos importante será el regreso a Las Ventas de Juan José Padilla. Reciclado en un torero nuevo y entrando en carteles en los que nunca estuvo, el año pasado dejó pasar San Isidro, hasta ver como le iban las cosas en esta nueva etapa. Ahora irrumpe en uno de los carteles de lujo del ciclo: la Corrida de la Beneficencia.
Interesante será el paso por Madrid de Antonio Ferrera, tras el aldabonazo de la goyesca del 2 de mayo, y de Javier Castaño. Y con capacidad de influir en el futuro el resultado de las tardes contratadas por Iván Fandiño y David Mora.
De lujo es el doble acartelamiento de Jiménez Fortes, el único confirmante que hace doblete. Junto a la variada oferta de toreros mexicanos, que tan a gusto se vio en la temporada anterior, una novedad con nuevo interés: Antonio Nazaré, tras su triunfo en Sevilla, y una ausencia, que quizás se supla con alguna sustitución que pueda producirse: Manuel Escribano, que rompió en La Maestranza y ha levantado muchas esperanzas.
0 comentarios