Ahora volverá a la actualidad la cuestión de la televisión y los toros, cuando el antiguo Plus comienza a anunciar sus ofertas, aunque no tienen todavía claro de la mano de quien las van a ofrecer, tras la marcha de Chapu Apaolaza, presentado meses atrás como la nueva cara pública del canal pero que ha durado una temporada y no completa. Por lo pronto ya tienen cerrados tres puntos fuertes: Valencia, Sevilla y Madrid. Curiosamente tres seriales en los que tiene intereses –2 directos y 1 indirecto– Simón Casas.
Para los grandes empresarios, la pequeña pantalla sigue siendo un respiro económico; los demás organizadores tienen que conformarse con las pocas cadenas autonómicas que aun se preocupan por los toros. Pero conviene estar advertidos: las plataformas de las telecos cada vez quieren más rentabilidades en la gestión de los contenidos que ofertan, fútbol incluido.
Tres noticias como otros tantos avisos para navegantes:
Noticia 1: Amazon se plantea pujar por los derechos del fútbol y desata el nerviosismo en las empresas de telecomunicación, cada vez más adentradas en el campo de los contenidos digitales.
Noticia 2: Tres de las grandes telecos europeas (Telefónica, Orange y Vodafone) valoran de forma muy negativa el impacto en sus cuentas de la compra de los derechos del futbol, por lo que se resisten a seguir financiando la desorbitada "burbuja" de tales derechos.
Noticia 3: Telefónica apostará con Netflix por ofertas de TV sin fútbol por los altos costes.
Podían anunciar sus propósitos más alto, pero no más claro: si el fútbol televisado no es negocio, habrá que pensar en recortes. Y eso que ahora en la búsqueda de clientelas lejanas, hasta la Liga reestructura los horarios pensando en los usos horarios de un lugar y de otro del globo de la tierra.
La verdad es que el mundo del toro no se lo pone fácil. Javier Teba, responsable del incipiente Taurocast, le reconocía hace unas semanas a Juan Diego Madueño que “a nivel de derechos el mundo de los toros es muy complejo. No hay un interlocutor único, una federación, una liga. En todos los deportes sí, es más fácil así. El sector taurino tiene complejidades, una idiosincrasia, cosas específicas propias”. Si ya la contratación de los derechos resulta mucho más compleja que en otras temáticas propias para el directo, en el momento en el que los números no le cuadren a los operadores, habrá un replanteamiento. Como en todo negocios de masas, manda la audiencia y la recaudación, que son dos áreas ajenas a todo sentimentalismo.
Por eso, no sería un factor menor que quienes controlan el mundo del toro establezcan sus propias estrategias, a ser posible con criterios comunes entre todos ellos, que aquí no existe un organismo como la Liga Profesional para una negociación unitaria.
El papel de los medios públicos
Cuando las circunstancias en la actividad privada se complican, habría que plantearse cuál es el papel que le debiera corresponder a los medios de titularidad pública. Y en el caso de la Tauromaquia no es cualquier cosa: se trata de un bien del Patrimonio cultural de España, que las instituciones públicas deben proteger y promover en cumplimiento de las leyes vigentes.
Pero ha sido todo uno: entrar en vigor las dos leyes básicas sobre la Fiesta y la televisión que depende del Estado ya no cumple ni aquel compromiso que adquirió de ofrecer al menos un espectáculo al año, que tampoco era un compromiso como para tirar cohetes. Pero de forma paralela, las televisiones autonómicas –salvo honrosas excepciones– también han quitado el pie del acelerador taurino. En unos casos por los recortes presupuestarios; en otros, pura y simplemente por cuestiones de ideología temática en base a supuestos condicionantes identitarios.
Sin embargo, por más dificultades que se encuentren en el camino, la presencia de los toros en la pequeña pantalla es necesaria. En primer término, porque responde fielmente a los propósito de protección y promoción de la Tauromaquia a los que el Estado se comprometió con sus dos leyes taurinas y su Pentauro. Pero, además, le conviene a la Fiesta misma y a quienes hoy la gestionan, porque en la sociedad actual necesitan salir de sus pequeños reductos para convertir el arte de los toros en un acontecimiento globalizado. Claro que eso exige racionalizar el negocio de los toros en la televisión, no planteando posiciones que hagan abandonar a quienes controlan los grandes medios.
En suma, cada vez se echa más en falta que los taurinos contaran con su propia organización al estilo de la Liga Profesional. Pero semejante idea constituye una monumental utopía: aferrado a sus yoismos, los taurinos no tienen cuerpo de jota para propuestas semejantes.
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