VALENCIA. Sexta de la feria de Fallas. Más de medio aforo. Toros de los distintos hierros de la Casa Capea –Carmen Lorenzo (1º y 6º), San Pelayo (2º y 4º) y El Capea (3º y 5º)–, correctos de presencia, con un punto de nobleza pero venidos a menos; la excepción, el 1º, muy problemático. Vicente Ruiz "El Soro" (de marino y oro), pitos y división de opiniones. Jesús Duque (de tabaco y oro), ovación y ovación tras un aviso. Román (de bermellón y oro), vuelta al ruedo tras petición y una oreja tras un aviso.
Después del paroncillo propio de los recién alternativados, Román dejó claro en su tierra valenciana que no se quiere quedar descolgado en el camino hacia esa “nueva era” del toreo que se nos canta. Todavía con el fervor un poco desbocado de los novilleros, después de un año en el escalafón superior se le ve más asentado. Anda fácil con los toros. Y apuesta por la quietud y la exposición continúa; cuando se tercia, además, por llevar los toros largos y por abajo. Si la suerte le acompaña en el compromiso de Madrid por mayo, puede abrirse un hueco.
Probablemente ésta es la conclusión mayor que queda después de la corrida de los toreros locales, para que la SCP optó por los toros de la Casa Capea. Tan valorada como está la ganadería por los festejos de caballo –y dando por hecho que una corrida no representa a una camada–, si es por lo visto en esta tarde de miércoles fallero no añade ninguna nueva gloria a la divisa. Todos se vinieron a menos con rapidez, con independencia de su juego, con distinto grado de nobleza. La excepción fue el “prenda” que abrió plaza; como sería que hasta José Manuel Montolíu –enorme con el capote toda la tarde– tuvo que banderillearlo a la media vuelta.
Abría terna el torero más valenciano de los últimos tiempos: El Soro. Nos hizo pasar un mal rato, pero muy malo. Y cuando un torero lo que traslada a los tendidos es un sentimiento de preocupación en lugar de admiración, algo muy serio está fallando. En este caso, con estrépito. Por respeto al hombre y al torero, vamos a dejarlo ahí; el sabrá que conclusiones tiene que sacar de esta experiencia amarga.
Después de su triunfo del año anterior, tenia una nueva oportunidad en su tierra Jesús Duque. Anda suelto con los trebejos y en muchos momentos imprimiéndoles profundidad, como busca terrenos comprometidos. Pero un cronista muy exigente añadiría que “no dice nada”; vamos a dejarlo, sencillamente, en que darle su tiempo, porque algunas virtudes ya tiene. Entre otras, tener unos criterios claros de lo que debe ser el toreo y mucha decisión aunque poca técnica en el manejo de la espada.
En esta tarde Román recordaba, y mucho a aquel novillero desconocido que un buen día sorprendió precisamente en las Fallas. Luego se le perdió un poco la pista y hoy apareció con la soltura de la juventud. Con el capote busco siempre estar variado y con vibración, tanto de salida como en los quites, que no perdonó ni uno. En ambos toros apostó fuerte en los comienzos de sus faenas de muleta, que construyó sobre ambas manos, con el pero de lo pronto que se pagaron sus toros. Pero llegó fuerte al tendido. Tanto que si la estocada a su primero no llega a ser tan defectuosa hubiera paseado una oreja, como sí hizo en el que cerraba plaza. De nuevo pide sitio Román, fue la conclusión positiva de la tarde.
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