Estábamos tan tranquilos recordando lo buen torero que es Juan Ortega y el atinado fichaje de Roca Rey llamando a su lado a Roberto Domínguez, cuando va el ministro de Cultura, Rodríguez Uribe, y se encuentra en su camino con una alcachofa del diario “El Mundo” y forma la mundial. Y es que lo suyo, pese a la denominación de su cartera ministerial, es pura incultura hasta de sus obligaciones constitucionales; de paso, el reconocimiento de lo poco que conoce a este pueblo que se llama España. Ni el PACMA lo habría hecho mejor.
Después de múltiples incumplimientos, que sufren en sus carnes la gente del toro y que ya han llevado al personal hasta el hastío con este Gobierno, sus palabras sobre la Tauromaquia han sido lamentables. A lo mejor le vienen bien para contentar a sus socios de coalición; pero fuera de eso, ya son ganas de meter a Sánchez y su gente en un charco más, como si fueran pocos de lo anda rodeado.
Cuarenta y ocho después ha tratado de matizar sus opiniones, con la excusa permanente en la política al uso: se le han malinterpretado sus palabras; la culpa de una vez más es del mensajero. Sabido es que estas meteduras de pata con azúcar aún saben peor, sobre todo cuando la pretendía azúcar está en tan mal estado como el original.
Con toda lógica, el mundo del toro ha puesto pies en pared. Hasta la Fundación del Toro salió a través de su Presidente a llamarle al orden, aunque a las pocas horas su Vicepresidente difundiera un Twitter un mensaje como poco desafortunado, cuando además se trata de la única institución que recibe una subvención de la Administración del Estado.
Con ministros como el de Cultura, acompañado con la permanente indefinición y ambigüedad de su partido, cuánto trabajo cuesta concederles un margen de confianza, aunque sea pequeño. En el fondo, ha quedado aún más claro que la Tauromaquia y sus gentes está ante una legislatura que se nos irá en blanco, en la mejor de las hipótesis.
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