VALENCIA. Séptima de la feria de Fallas. Lleno, con el primer “No hay billetes” del abono. Cinco toros de Núñez del Cuvillo, muy desiguales de tipo y presencia, todos sin fondo ni raza, aunque los hubo con calidad; un sobrero (5º bis) de Victoriano del Río, de feo tipo y descompuesto. David Fandila “El Fandi” (de azul noche y oro), silencio y una oreja tras aviso. José Mª Manzanares (de corinto y oro), silencio y silencio. Andrés Roca Rey (de granate y oro), una oreja y una oreja tras inoportuno aviso.
¿De que pasta estará hecho este Roca Rey? Desde luego va más allá, mucho más, de ese tópico que generaliza a todos los toreros una pasta distinta a la de los demás mortales. Después del palizón que le dio un toro en Andújar, a mediodía de este viernes todavía estaba recibiendo asistencia médica, para paliar los dolores. Y del Hospital al Hotel, para ajustarse la taleguilla y formar un lío en esta séptima de Fallas. Son cosas que no se pueden acabar de entender. Pero se dan.
No debiera estar muy satisfecho Simón Casas con la corrida que eligió para Valencia. Desde luego, si ese es el tipo de toros que pretende llevar a Madrid, aviados estamos. Con un trapío demasiado justo y sin remate, no se podía tapar ni con el manido argumento de que era una corrida muy “armónica”, porque además no lo era. Los cinco titulares de Núñez del Cuvillo carecieron de fondo y casi hasta de vida; alguno tuvo calidad, especialmente el 4º, pero también el 6º, pero les costaba un mundo sacarla a relucir: a la segunda carrera ya estaban pidiendo oxígeno. El sobrero de Victoriano del Río no estaba llamado para mejorar la escena.
Roca Rey parece hecho contra toda contradicción. Hasta molido a dolores desde mediada la corrida, no quiso renunciar a salir una vez más por la puerta grande del coso de la calle Xátiva. Con lo cual eso de exponer los muslos frente al toro parece un juego de niño.
Muy variado siempre en el manejo del capote, con imaginación para aportar variedad, técnicamente tuvo importancia la faena a su primero, que exigía una mano de seda, dejar las telas en la cara del toro, pero sin que nunca la punteara los pitones, para poder ligar los muletazos… Resulta hasta impensable que con tan débil enemigo se pudiera mover a los tendidos. Pero lo consiguió. Con más fuerza emotiva su faena al que cerraba plaza, prologada por un quite que puso a la plaza a revientacalderas. Si a este toro no le pincha, podría haber alcanzado un doble premio.
Y luego, claro, plantea siempre una puesta en escena que llena por completo el ruedo, con un sentido de superioridad encomiable, hasta a la hora de irse de la cara del toro. Nadie diría que este Roca Rey tan joven en tan sólo tres años se haya encaramado en el puesto que hoy disfruta. Pero lo ha conseguido y, además, para quedarse.
Con un “cuvillo” inane y un sobrero imposible, la tarde se le fue en blanco a José Mª Manzanares. Tampoco es que el alicantino buscara las apreturas, que cada día torea más despegado. Con lo bien que maneja la espada, tampoco en eso tuvo su día. A lo mejor podría pensar que perfilándose a semejante distancia como ahora hace, lo único claro es que se está en disposición de irse de la suerte, que es lo que pasó.
El Fandi, con el toro al que cortó una oreja (SCP) |
Abría cartel “El Fandi”, siempre animoso y bullidor, es decir: algo superficial. Por ejemplo, la calidad que ofrecía el 4º en sus embestidas pedía mucho más que un simple pasar, era para fajarse con un toreo caro. Sin embargo, hay que reconocer que el granadino siempre da su espectáculo, sin reservarse nada. El público se lo agradece.
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