Los inútiles de ANOET
ZABALA DE LA SERNA
Eso dicen los empresarios, los de ANOET, que el mundo del toro está en quiebra y no lo eso. Su llanto con altavoces contra el muro de las lamentaciones contiene tantas razones como falta de autocrítica. A partes desiguales, por supuesto. Las anquilosadas empresas taurinas que comandan el planeta tauro se sienten doloridas por el trato de las administraciones (los pliegos abusivos) y es verdad; las empresas taurinas que gobiernan las grandes plazas y el cotarro lloran y siguen el mensaje que lanzó José Antonio Martínez Uranga, a sus 80 años, desde el trono de Las Ventas: "la Fiesta se acaba". Y hablan de inmovilismo (con dos cojones, sin perdón). Y hablan de marginalidad. El mensaje de S.O.S. lanzado al viento es la soga del ahorcado en tiempos en los que nos quieren ahorcar.
¿Que si plantean alguna medida?, dice usted, querido lector. ¡Quia! Se quedan en la reducción de costes, tan necesaria y vital como los precios de las entradas en Sevilla y Bilbao. Todos a una, pero no en plan "baja tú, que a mí me da la risa". Madrid es otro cantar porque no es cuestión de precios en la plaza más barata de España, sino de dejadez, desilusión y falta de trabajo. La crisis ha hecho daño, y la falta de luces para combatirla también. Combatirla entre todos, porque no vale echarle la mierda siempre al de enfrente.
Las empresas hablan de marginalidad e incluyen la mediática. No se conoce en los últimos 20 años una reunión de estos inútiles de ANOET con los grandes editores para abordar la necesidad de aumentar el espacio de las secciones taurinas en la prensa escrita, que atraviesa también tiempos áridos ante la carestía del papel y otros muchos factores empezando por el de la publicidad; pero tampoco han buscado su hueco en la pujante red, en ELMUNDO.es, LARAZON.es o ABC.es, ni se les ha escuchado cuando pliegan la pestaña de TOROS en invierno o no hay una sola línea de información taurina. Para qué hablar de las televisiones y sus telediarios. Y radios. ¿Dónde estaba ANOET cuando chaparon el programa de toros de la COPE? ¿Y el de ONDA CERO? Porque ONDA CERO tuvo programa de toros, ¿no? Incluso había sección de TOROS en EL PAÍS; ahora se parece como una gota de agua a la nota de ANOET.
¿Han pedido Ramón Valencia, Canorea, Óscar y Pablo Chopera una reunión de urgencia con Pedro Sánchez por sus declaraciones como líder del PSOE? ¿Y con el emergente Pablo Iglesias? Por simple visión preventiva de futuro. Disculpas, he dicho futuro, palabra que no figura en su diccionario.
Las figuras del toreo habrán naufragado en muchas de sus últimas iniciativas o guerras, pero han tratado de salir del gueto en cuanto a presencia se refiere y envíar un mensaje positivo. Esta nota de ANOET la van a agitar los antis como si la hubieran escrito ellos. No ayudará mucho a salir de la marginalidad. ¿A quién puede interesar informar de un espectáculo en vías de extinción? A los que firmáis la nota de ANOET os echaron del Sur de Francia, habéis cerrado San Sebastián y arrasado Almeria; otros os habéis encargado de clausurar Barcelona y lleváis camino con Jerez y Valladolid; los de más allá de Despeñaperros habéis arrasado la temporada de Sevilla y mutilado abril; los de aquí habéis conducido a Las Ventas a números desconocidos de abonados en los últimos 35 años y despeñado la asistencia anual en más de 600.000 espectadores desde 2005.
Pese a todo, pese a vosotros, inútiles de ANOET, a pesar del haraquiri de vuestro comunicado, la Tauromaquia sigue siendo el segundo espectáculo de masas de España en el siglo XXI. Conviene no olvidarlo. Lo más grave es que lo gestionáis los mismos que lo dáis por muerto, vosotros, los señores feudales del XIX.
Un comunicado más que polémico
CARLOS CRIVELL
Sobre el fondo de este comunicado cabe decir que es posible que los empresarios tengan razón. Hay crisis, hay menos asistencia de público a las plazas – por la crisis y por la decadencia del propio espectáculo -, los gastos se han disparado y en muchas ocasiones hay pérdidas económicas. Este fondo que puede ser cierto, es sin embargo discutible por razones variadas. Los empresarios siguen organizando ferias, acuden a los concursos aunque los pliegos impongan un canon enorme, les han bajado los dineros a los ganaderos de forma radical, y a la hora de la verdad solo pagan con cierta generosidad a unos cuantos toreros. La mayoría de los matadores son liquidados con mínimas cantidades. Esta situación actual tiene componentes irremediables, la crisis y la decadencia del interés de la corrida, pero otros problemas han sido generados por los mismos empresarios que ahora se quejan.
El fondo no es totalmente acertado, pero es evidente que ni las formas empleadas ni el momento elegido son oportunos. Cualquiera que no esté muy versado en materia taurina y lea este comunicado podrá pensar que a los toros les quedan muy pocos años de vida. Decir que la Fiesta se acaba, así con rotundidad, es una exageración, pero es la forma menos acertada para conseguir nuevos clientes. Es como si un vendedor de frutas anunciara que pronto no quedarán ya piezas para vender porque son caras y malas. Es una evidente mala política. Es mala incluso para los que ya son aficionados, pero es malísima para quien no esté muy versado en asuntos taurinos, porque pensarán que los mismos que deben promocionar el espectáculo nos dicen que están en quiebra y que el futuro es negro. Así no se promociona nada.
Parece que han querido hacer una llamada de atención para comprobar la reacción de otros estamentos. El espectáculo taurino es muy caro. El IVA es alto y no parece que el Gobierno lo vaya a bajar pronto. Los pliegos son abusivos. Ahí sí pueden hacer un frente común. Ya aparecen algunas administraciones públicas que se han percatado del problema y sacan plazas a concurso a coste muy bajo, incluso con cero de canon. Otra cosa son los arrendamientos con entidades privadas, como ocurre en Sevilla con la propiedad del coso, pero hay un contrato privado por medio que en su día fue aceptado por las partes al firmarlo. Solo la buena voluntad de la propiedad podría modificar este concepto. Los gastos generales de la organización de un festejo han subido, pero al mismo tiempo que se les ha reducido los ingresos a muchos ganaderos y a los toreros que tienen menos tirón en la taquilla. Los empresarios lanzan este comunicado como llamada de atención, pero vuelven a tocar los costados de las figuras, que son las que llenan las plazas y tienen emolumentos altos de verdad. Y ese camino es peligroso, como ya se demostró en Sevilla. La única forma posible de valorar el auténtico valor de cada torero es conocer su fuerza en la taquilla, para lo cual las cuentas de la Fiesta deben ser claras y diáfanas. Por ejemplo, que se coloquen tornos en las puertas o que se comunique el número de entradas vendidas, así como los ingresos totales en taquilla. De eso nunca han hablado los empresarios. Por ahí podíamos empezar. Si El Juli llena, debe cobrar mucho. Si no llena, debe cobrar menos.
Por otra parte, los empresarios tienen una gran dosis de culpabilidad en algunas de las situaciones más lacerantes que vive hoy la Fiesta. La decadencia actual de algunas plazas es el resultado de una larga actividad con nula imaginación en la confección de los carteles y con unos precios desorbitados.
Sobre el momento, dicho queda que no parece el más oportuno. Las formas apocalípticas, creo que son innecesarias. El toreo necesita que se conforme un organismo que asocie a todos los participantes en la Fiesta. Y es verdad que el momento es muy malo, ahí llevan razón, pero ellos tienen su cuota de responsabilidad, y deben actuar de forma urgente sin anuncios tan nocivos para el espectáculo como es la nota emitida. Bueno sería que los empresarios jóvenes (Ajoet) comunicaran su opinión sobre las palabras de Anoet, porque si la organización de una corrida en plazas de primera genera gastos cuantiosos, que nadie piense que al empresario de Játiva le regalan las cosas. Y la desatención general por las novilladas es otra lacra que corroe los cimientos del toreo. Muchos problemas para posturas individualizadas. O se llega a una unión auténtica o llegaremos al caos definitivo. Y al fin de cuentas, ¿qué proponen como solución los empresarios? Que se pongan a trabajar todos los interesados juntos para mejorar el futuro.
Durísimo y descorazonador alegato empresarial sobre la Fiesta
ANTONIO LORCA
Si entrar en detalles concretos, los empresarios llegan a esta conclusión tras hacer balance ‘del grave deterioro económico que está sufriendo la fiesta, especialmente en los últimos cinco años’, y concluyen que ‘la crisis es de fondo’ porque están expuestos ‘a la presión de unas condiciones de contratación, arrendamientos y cánones desorbitados, que están dejando concursos desiertos, o que imposibilitan la concurrencia a las plazas más importantes del país; acompañados y lastrados por unas cargas sociales y fiscales asfixiantes’.
‘La fiesta se encuentra paralizada en su evolución -añaden- por unos inmovilismos vestidos de tradición, marginada de los medios audiovisuales y una larga lista de agresiones que detallaremos cuando proceda’. ‘La tauromaquia -continúan- necesita con urgencia el esfuerzo de todos sus integrantes para no caer en la marginalidad. Los empresarios y no solo nosotros, por supuesto, no podemos soportar la situación por más tiempo. Si no somos capaces de adaptarnos a la realidad, esta nos devorará. Por eso llamamos a todos los sectores a enfrentar los problemas con rigor y amplitud de miras. El toreo es un arte único e irrepetible, no bien comprendido por todos, pero es un patrimonio cultural de un valor incalculable; ahora está en nuestras manos que este legado no se pierda’.
Recuerdan los empresarios, más adelante, que son ellos quienes ‘imaginan, crean y venden el espectáculo, por lo que tienen una visión de conjunto de lo que ocurre, y su situación privilegiada como vértice en la pirámide organizativa, le dota de mayor información sobre los problemas que acontecen a cada parte del todo en el espectáculo; por eso, en estos duros momentos, tenemos la obligación de trasladar nuestro análisis a los demás sectores y a la afición’. A su juicio, ‘los síntomas estaban latentes y persistentes desde hace bastante tiempo, y todos nuestros intentos -no siempre bien entendidos- de hacer frente al muro de problemas que asolan el sector no han servido más que para posponer la solución a la crisis estructural que anega el sector’. ‘El sector empresarial -concluyen- ha sobrepasado su capacidad de absorción de los costes desproporcionados del espectáculo, desde su base, las novilladas, hasta las más excelsas corridas de toros’.
A la vista del contenido de este durísimo comunicado hay que hacer notar las negativas consecuencias que de él se pueden derivar para la fiesta. No es habitual que uno de los sectores protagonistas del negocio enturbie de esta manera su imagen y ofrezca sobrados motivos para que las instituciones, los aficionados y los espectadores abandonen toda esperanza de recuperación. Echar tierra, y de este modo, sobre el propio tejado no parece el método más adecuado para la solución de los problemas.
Los empresarios tienen todo el derecho para expresar libremente su opinión sobre el estado de la fiesta de los toros, pero toda sentencia debe tener en cuenta el daño que puede causar y una buena dosis de autocrítica, coherencia y sensatez.
Alguna responsabilidad tendrán los empresarios en la ‘quiebra’ actual de la fiesta. No son solo circunstancias ajenas las que han llevado a esta situación. La mayoría de estos grandes organizadores de espectáculos taurinos llevan muchos años al frente de sus plazas y han sido testigos y responsable de la riqueza, la bonanza y la supuesta debacle.
Habría que preguntarles, primero, cuál ha sido su estrategia contra la crisis, con quiénes han dialogado, cuáles son sus propuestas para el futuro. Habría que preguntarles qué han hecho por la fiesta más allá de limitarse a confeccionar carteles y echar a la gente de las plazas.
Los empresarios, como tal grupo, llevan años enrocados en planteamientos obsoletos, arcaicos y rancios, -alejados todos ellos (los empresarios y sus métodos) de las prácticas de la empresa moderna-, y no es de recibo que, a estas alturas, traten de limpiar sus conciencias con un comunicado insensato y vergonzoso.
Pronto se cumplirá un año de aquella comida en la que el empresario de La Maestranza de Sevilla criticó a las figuras por su escasa implicación en la crisis y provocó la huida de cinco de ellas. ¿No será el comunicado de ahora un aviso para navegantes antes de que se inicien las negociaciones para la próxima temporada? Si así fuera, sería mezquino.
Es posible en quiebra. Pero lo que está seriamente agrietado es el sector que, por toda solución, ofrece un mensaje demoledor y exento de toda responsabilidad. La fiesta de los toros merece personajes de mayor altura.
Apocalipsis now
ÁLVARO R. DEL MORAL
Miré los muros de la patria mía.
El caso es que los duelos y quebrantos de los empresarios no dejan de ser la cara de una moneda menguante que comparten con los principales toreros, que llevan algunos años en pie de guerra en contra de los patronos, mirándose su ombligo particular. ¿Cual es la razón última de este clima bélico? No es otro que la falta de pasta; de la ausencia de liquidez, de la guita corta… aquí ya no se maneja aquel dinero que tenía a todo el mundo a partir de un piñón. Con la hucha rota, han llegado los garrotazos. Pero conviene echar ligeramente la vista atrás. La clase empresarial se limitó durante muchos años a combinar carteles de toros y toreros -no siempre con atractivo- sin invertir demasiado en el futuro. Pero esa responsabilidad no es exclusiva. La primera fila del escalafón de luces también tendría algo que decir en el tapón que ha condenado la promoción de toreros nuevos o ha mantenido artificialmente a diestros mediocres o acabados que deberían llevar unos cuantos años dando de comer a las palomas. El angosto túnel en el que se adentra ahora la fiesta debe mucho a la falta de generosidad de todos los sectores. Nadie, absolutamente nadie, quiere ceder un ápice y se ha perdido de vista dos premisas fundamentales que sí podrían tener algo que ver con el mensaje de los empresarios: ¿el espectáculo que se está ofreciendo vale lo que cuesta? ¿Se cobra lo que se genera?
Pues así se queda esto.
Habría que recordar que el fin de la situación que llenó los bolsillos de unos y de otros fue una simbiosis tan rentable como perniciosa. El beneficio indirecto y el reclamo indudable -tampoco era fijo- para vender aquellos abonos hipertrofiados que poblaban todas las ferias de España llegaba aparejado a la presencia de las figuras del momento. Ésa fue una de las maneras de aumentar, no sabemos si artificialmente, esos honorarios de los toreros de la crema del escalafón –que unos denuncian y otros defienden- mientras se multiplicaban, ojo, las ganancias del empresario. Pero se estaba empezando a rozar una circunstancia muy peligrosa: se estaba dejando de cobrar lo que se generaba en la taquilla para un festejo concreto, entendido como unidad. Es algo parecido, en otra dimensión, a lo que hoy ocurre con José Tomás. Se lleva lo suyo y hasta lo de enfrente pero refuerza abonos, sólo los más cortos, y llena plazas con ternas de tono medio que en otras circunstancias sólo habrían enseñado cemento. ¿Es esto lícito? ¿Es pan para hoy y hambre para mañana? En esas circunstancias es más que rentable aunque la corrida escogida por el Divino sólo arroje números rojos ¿Qué es lo que está pasando ahora? Tan fácil y tan sencillo como que aquellos ciclos largos han dejado de interesar. Se cobraba y se cobra lo mismo por carteles del montón y por corridas de campanillas. En esa situación, y con la que está cayendo, los abonos -con excepciones honorables- ya no se venden y el abonado a dado sitio al espectador ocasional. Las entradas tienen que bajar y el espectáculo tiene que interesar. Ese espectador puntual es el nuevo cliente a cuidar pero la piedra en el camino es la bajada de presupuesto que se ha visto contaminada con el aumento de la fiscalidad y la rémora de unos gastos organizativos que hay que adecuar urgentemente. Repetimos: ya no hay pasta para todos. Ahí han llegado las curvas, las rebeliones de los toreros de la primera fila y los lamentos apocalípticos de los empresarios. El caso es que casi nadie habla de lo que se lleva un torero del pelotón en Madrid a plaza casi llena. Ahí no protesta ni el gato. Unos, porque se quedan fuera y otros, porque les trae al fresco. No sabemos si esto está en quiebra y, mucho menos, queremos ponerle fecha a la defunción de este mundillo maravilloso. Lo que sí sorprende es que nadie, absolutamente nadie, está dispuesto a moverse de su machito. Será por algo, ¿no?
Fuente: elcorreoweb.es
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