La antigua feria, según la pintó Joaquín Sorolla |
Ahora que andamos entre los farolillos y la Maestranza, momento es para acercarnos a ese enorme enigma de qué es Sevilla, un misterio que sólo los poetas han acertado a definir. Entre ellos, un lugar muy preeminente ocupa José María Requena (1925-1998), un sevillano de Carmona, que es como decir doblemente sevillano, de cuya sensibilidad poética el académico Guillermo Díaz-Plaja dejó escrito a propósito de su obra "Gracia pensativa": “No puede mecerse en una fácil sucesión de ritmos populares o de música en rima. En general, el poeta procede por estrofas irregulares, anisosilábicas, en verso blanco. Ello significa la jerarquía que en él alcanza su inspiración en profundidad, que deja en segundo término el percutir de los crótalos, la música superficial que adorna muchas veces por modo esencial a la poesía andaluza"1.
Y más adelante añadía, para situarnos en nuestro mismo contexto de hoy en día, “acabo de regresar de la ciudad, bajo el esplendor crepitante de su feria, cuando todo el mundo comulga en una especie de éxtasis multitudinario y confirma, a las gentes béticas, en la idea de un universo clauso y redondo, válido por si mismo, y, por supuesto, intocable. Y Sevilla. ¿Cómo resistir la enloquecedora luminosidad de la ciudad en fiesta? ¿Cómo negarse al piropo gentil, a la subrayadora exclamación ante tanta hermosura?”.
Como el académico acierta a definir, “mucho más allá del requiebro emergido del resplandor de la belleza”, Requena ama a su ciudad "de otro modo".
Bajo estos parámetros escribió José María Requena su visión sobre Sevilla, que junto a declaración de amor rendido por su tierra no necesita de ningún narcisismo de los que se detienen en la superficialidad, sino que se dirige directamente al ser esencial y eterno de Sevilla. Y lo hace de esa forma rotunda que el poeta proclama con una fuerza que conmueve cada vez que se vuelve a leer:
No se canta la tierra de la entraña
►Sevilla en la madrugada
Es en ese contexto, donde José María Requena dejó retratada su visión de Sevilla:
DE madrugada, sobre todo, me pregunto
De sobra sé que nunca
Es preciso pensarla
No es bueno retratarla,
porque se vuelve tonta
Ni tampoco es posible
Yo la busco de noche,
Y presiento que es niña
Hay un algo de siempre, todavía,
Se ha pasado la historia
Fijaos cómo levanta hacia las nubes
Fijaos cómo le estalla
Fijaos cómo Sevilla
►La Maestranza
Unas páginas más adelante Requena incluye su visión personal de la Maestranza, con unos pocos rasgos que son definitivos.
Si al alma vertical de Joselito
Y si a don Juan Belmonte
Si el Juicio Final se celebrara
►Y la feria
Y en el tramo final de su obra, el poeta de Carmona se enfrenta a ese cierto enigma que es la feria, la feria de las casetas, los farolillos… y las pesetas. Lo hace rememorando lo que en sus inicios fue esta feria, cuando se instalaba en un prado llamado de San Sebastián y era antes que otra cosa una feria de ganado. Requena lo cuenta en estos términos:
HA venido la sangre a dislocarse,
Beben las bocas
Ha venido la sangre
Se ha escapado la sangre
Pero falta la tierra nada menos.
Falta el ganado
Faltan mulos, tan sabiamente duros
Faltan rebaños de cabras y de ovejas
Sólo sigue el caballo,
Se ha quedado la feria
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“Gracia pensativa”.
José María Requena.
Colección Adonais.
Editorial Rialp. 1969
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