Si el calendario pactado el pasado día 4 se cumple, a lo largo de la próxima semana el binomio que forman los empresarios y el grupo de las 10 figuras deberán estudiar con los todavía dirigentes de la Mesa del Toro los cambios de estructura, organización y financiación de esta plataforma, con forma jurídica de Federación.
Es el paso previo a la unificación de todos los sectores taurinos en una plataforma unitaria, que sea la que se responsabilice de llevar adelante el programa de actuaciones en defensa y apoyo de la Fiesta.
Como era previsible, la idea ha sido acogida con interés y cierta expectación, por lo que supone de paso adelante en un mundo marcado por unas divisiones gremiales muy acusadas. Pero, precisamente por eso, también ha sido recibida con una cierta dosis de recelo por quienes no se sienten representados suficientemente en los protagonistas actuales de este movimiento unitario, en el que sin embargo les gustaría participar más activamente.
Algunos recelos, no menores
Es el caso de los matadores de toros que no se encuentran en el elegido grupo de los 10 primeros del escalafón. Cuando se habla con ellos se observa que les duele y sienten la marginación que supone no haber sido ni siquiera informados, salvo por lo que va apareciendo en los medios de comunicación. Y lo que más se temen es que van a encontrarse con una situación de hecho, a la que luego deberán cotizar, sin que haya un resquicio para que su voz sea oída.
Valoran estos toreros las actuaciones de sus compañeros, en la misma medida que son conscientes que todas las actuaciones que han llevado a cabo las 10 figuras, difícilmente habrían tenido opción de realizarlas ellos. Y hasta se alegran de los éxitos que han conseguido, que consideran como decisivos. Pero ese reconocimiento no obsta para que, una vez pasado ese momento, cuando llega la hora de implantar un nuevo modelo, se les de algún género de audiencia.
Y aducen una razón de mucho peso: comparten con sus compañeros las circunstancias que vive la Fiesta en su conjunto, pero luego el desarrollo de la profesión lo tienen que afrontar en unas condiciones en casi todo diferentes que las que tienen las figuras.
Por eso se lamentan que "si no se contaba con nosotros para nada en el caso de la Mesa del Toro, ahora que se quieren cambiar las cosas para hacerlas mejor, sería una gran decepción que todo siguiera igual en nuestro caso", comentaba uno de estos matadores de toros.
Pero un planteamiento bastante parecido se detecta entre los empresarios que no se integran en el grupo de los grandes, pero que sin embargo a fin de temporada totalizan un importante número de festejos de todo orden, incluidos los de carácter popular. Otro tanto ocurre con los escalafones de plata, indispensables como son.
En todos estos colectivos hay una gran curiosidad por conocer cuál será ese nuevo sistema de financiación que se diseñe para la Mesa refundada: si afectaran a todos los colectivos del mundo taurino, si será mediante cuotas obligatorias o voluntarias, si se establecerán con criterios proporcionales al respectivo movimiento económico –formula frecuentemente seguida, por ejemplo, en la organizaciones empresariales y gremiales– o si serán de una cuantía fija, etc.
Los aficionados pueden pedir la palabra
También en el colectivo de aficionados, especialmente entre las distintas asociaciones, se ha recibido con extraordinario interés este intento de construir una plataforma unitaria, a tenor de los comentarios que llegan a nuestra Redacción.
Y argumentan con criterios que son de tener en cuenta. Y en este sentido, señalan que si en la Comisión Consultiva Nacional –jurídicamente vigente, pero absolutamente inoperante en la práctica desde hace muchos años– se tuvo en cuenta la presencia de los aficionados, a través de sus propias organizaciones, resultaría poco razonable que cuando se forma una plataforma con pretensión de englobar a todo lo taurino, no se les tuviera en cuenta.
Al menos las organizaciones con las que ha contactado este portal, son conscientes que su peso proporcional en una organización unitaria siempre sería de algún modo marginal, en la medida en que no participan directamente en la actividad taurina y menos en sus movimientos económicos. Pero, sin embargo, consideran que representan a ese sector –mayor o menos, según los casos– que sirve de soporte social a la Fiesta, que a la postre es el que debe acompañar con su apoyo a las decisiones de los profesionales. En este sentido, recuerdan cómo al portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados lo que le preocupaba, tras negar su apoyo a las reivindicaciones de la Mesa, es que se produjera un movimiento social en su contra.
En cualquier caso, aunque no sean llamados a participar, lo seguro es que no van a ser pocas las asociaciones de aficionados que se pronuncien; lo único descartable es que reciban a la nueva plataforma unitaria con indiferencia y en silencio. Y si lo los promotores del cambio piensa que todo va a ser decir amén y aplaudir, está cometiendo un error de libro. Eso en la sociedad del siglo XXI ya no se da. Ni en los toros, ni en ninguna otra actividad sea del género que sea.
Los problemas de toda refundación
Aunque el asunto no está ajeno a muchos comentarios en ambientes taurinos, a propósito vamos a dejar al margen la hipótesis de que esta refundación se promueva, simplemente, para alcanzar un mero cambio en su control; por ejemplo, para convertirla en un simple satélite de alguno de los sectores –obvioamente, de los que tienen mas peso– que conforman la Fiesta. Pensemos mejor que la hipótesis real se basa en el principio de buena voluntad de todos los implicados, que solo quieren contar con un instrumento más eficaz y representativo de la globalidad de profesionales.
Pues bien, sobre esa base y teniendo por delante problemas nada marginales como los que con anterioridad se exponían, la tarea que tienen por delante quienes sean llamados a asumir la responsabilidad de refundar y relanzar la Mesa del Toro no estará carente de riegos y dificultades. No serán muy diferentes a los que se producen en cualquier género de organización –ya sea social, ya económica, e incluso política– cuando quiere abrir una nueva etapa en su historia.
De hecho, si se analizan experiencias en otros campos de las actividades profesionales, se observan cuatro tipo de cuestiones que antes o después se tienen que afrontar. Si se hacen desde el primer momento, su implantación es más sencilla y fluida; si se retrasa a otro momento posterior, acaban siendo un tanto traumáticas.
►La primera de estas cuestiones siempre radica en cómo y con qué medidas se traslada una nueva imagen de la organización, que genere credibilidad entre los hasta ahora descreídos y sea capaz de representar una voz con prestigio en sí misma. No se conoce caso, entre los que llegaron a buen puerto, en el que esta línea de trabajo no pase por elegir una nueva cúpula dirigente, especialmente sus tres puntos más sensibles: la presidencia, de la que a su vez cuelgan los servicios jurídicos y el aparato de comunicación.
A nadie se le oculta que para conseguir este objetivo la elección de un Presidente resulta crucial, en la medida que es quien desde el inicio aporta credibilidad e imagen. Por eso, siempre se busca a alguien públicamente conocido, con capacidad para relacionarse, con conocimientos en la materia, de autoridad y confianza reconocidas por los propios asociados, independiente de todos los sectores a los que unitariamente va a representar y con la necesaria disponibilidad de tiempo y dedicación. Esto es: todo, menos una persona ansiosa por figurar en un cargo.
Pero es que si va a tener que representar a sectores que en determinados momentos tienen intereses legítimos pero encontrados, tendrá que tener capacidad y autoridad para arbitrar. Pero si en otros momentos tiene que ejercer de garante de los elementos esenciales de la Fiesta –por ejemplo, la integridad del toro– , detrás de los cuales siempre hay intereses de alguna de las partes, deberá tener la fortaleza necesaria para actuar con un criterio propio y fundado.
Se podría decir que, en el caso de la Mesa, no resulta fácil conseguir una personalidad de esas características y que, además, quiera asumir la responsabilidad y hacerlo en estos momentos difíciles. No se le puede negar su punto de razón a los que así opinen. Pero es que las cosas grandes –y la nueva Mesa lo es, sin duda alguna– nunca han sido fáciles, ni cómodas; siempre han exigido un plus de esfuerzo, para que salgan bien. Por eso el reto de los promotores de esta iniciativa es tan importante y de tanta trascendencia: esto es no es "un quítate tú que me pongo yo", esto es algo mucho más trascedente, si es que de verdad se trata de resolver los numerosos y serios problemas que han caído en aluvión sobre la Fiesta.
►El segundo bloque de cuestiones a resolver siempre han estado en el establecimiento de unas reglas del juego claras y unívocas, en las que estén bien establecidos derechos y deberes. Todo eso pasa porque las normas no ofrezcan dudas de interpretación, ni en la hora de estar todos de acuerdo, ni en los momentos de desacuerdo, que también vendrán.
El establecimiento de los diferentes cometidos que a cada cual le corresponde en la dirección de la organización; la naturaleza, el número y los poderes que se delegan en el estamento directivo; las vías de participación de todos en la toma de decisiones, las fórmulas de rendimiento de cuentas ante los asociados. Todo estos son, entre otros, elementos que unas normas que se quiere que resulten útiles y duraderas tienen que contemplar. Lo contrario supone arriesgarse a que casi antes de empezar, se disparen los problemas y las discusiones, esto es: la ineficacia.
Si lo anterior se acepta como válido, no puede extrañar la observación que antes se realizaba acerca de la importancia que encierra el acierto en el diseño de los servicios jurídicos de la nueva organización.
►Su miramos al tercer bloque de cuestiones, habría que comenzar por afirmar que incluso antes que esos factores recién enumerados, con ser importantes, los promotores tienen que consensuar de manera acertada y comúnmente aceptada por todos los ratios de representación que corresponden a cada uno de los sectores a los que se va a englobar.
Se trata de una de las decisiones de mayor valor estratégico de las que deben adoptarse, en la medida que en la Fiesta conviven no sólo sectores muy diversos en problemas e intereses, sino que además en cada uno de ellos se pueden localizar muchos subgrupos, todos con intereses legítimos pero no coincidentes.
Así, por ejemplo, resulta evidente que los toreros de lo que siempre se llamó el "Grupo especial" tienen unos intereses determinados, pero quienes están en grupos inferiores también tienen los suyos. Y de la misma forma no hay que pasar por alto que otro tanto ocurre entre los empresarios, entre los ganaderos, entre los propios banderilleros, hasta entre los mozos de espada. Y todos ellos pueden ser legítimos y, en consecuencia, dignos de ser atendidos.
►El cuarto grupo de cuestiones, en fin, se centra en la gestión de la imagen pública y la comunicación social. Y no ya en lo que concierne a las imagen corporativa de la Mesa y de sus directivos, con ser ello una tarea necesaria, sino que se trata de un empeño mucho más ambicioso.
En efecto, si se está de acuerdo en que el primer problema que afecta hoy a la Fiesta es el desarrollo de corrientes sociales y de opinión, constantes y muy beligerantes, que luego condicionan las actuaciones, entre otros, de los poderes públicos, lo primero que debiera acometer la Mesa es el desarrollo de un plan global de actuaciones en la Opinión Pública, de carácter muy amplio y acorde con ese contexto global –esto es: universal– en el que hoy nos movemos.
Basta mirar hacia los contradictores de la Fiesta para darse cuenta de la importancia que encierra este cometido. Cuando en cuestión de horas un fenómeno que se localiza en una población española lo vemos reeditado en los lugares más diversos del mundo, eso no es fruto de la casualidad. Esa es la consecuencia de un trabajo coordinado, que no conoce fronteras, en el que se trabaja sin ver ni el reloj ni el calendario, ni se tienen en cuenta las fronteras.
Pues bien, dar respuesta a todo eso y, lo que es más necesario, adelantarse a los movimientos de oposición, requiere de un importante aparato de trabajo, dotado de medios humanos y técnicos, que respondan a un plan previamente diseñado.
Podríamos decir que ésta es la primera y principal inversión que habría que realizar. En la vida civil y en la empresarial se conocen casos con bastante similitudes en su problemática social, en los que sus responsables no acertaron a valorar este tipo de trabajos. Se conoce también que ninguna de ellas consiguió salir adelante, sino que acabaron arrastrados por las corrientes opositoras.
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