Repaso de la temporada de los nuevos valores

por | 5 Dic 2016 | Informes

Empecé la temporada del 2016 escribiendo un artículo en este portal sobre la nueva generación de toreros, esos que suscitaron tanta expectación el invierno pasado. Adentrado ya en diciembre, y con los polvorones a la vista, toca repasar la campaña y sacar conclusiones. Esto no pretende ser un resumen exhaustivo del año, sino que un seguimiento a un grupo específico de toreros, con algún que otro adorno. En marzo solo tenía vaticinios sobre estos toreros, hoy, a toro pasado, podemos analizar su toreo con pausa en función de los hechos. Así pues, repasaré el 2016 de López Simón, Roca Rey y José Garrido, el trio de ases, para ver hasta donde ha llegado su toreo. En marzo, Ginés Marín, Álvaro Lorenzo y Varea eran novilleros punteros. Tomaron la alternativa en Mayo, escribiré como han navegado sus primero meses en el escalafón superior. Para terminar,  analizaré la temporada de triunfadores veteranos del verano. Los viejos rockeros del toreo que nos han recordado por qué llegaron a ser figuras, y el nivel que tienen que dar los nuevos valores – una tarde sí, otra también, y más si cabe en la siguiente – para tomar el cetro del toreo.  

El Trio de Ases

Comencemos con el líder, Alberto López Simón. El planteamiento de su temporada ha sido la de una primerísima figura, aunque aún no lo sea. Una primera figura debe empezar en las ferias de Levante, hacer doblete en Sevilla, triplete en Madrid, y no eludir los puertos veraniegos del norte en Pamplona y Bilbao. Por supuesto, la temporada no se acaba, por muy agotado que se esté, hasta El Pilar. Dejando a un lado los resultados, López Simón acudió a cada una de estas citas, con doble comparecencia en Bilbao y Pamplona. Además, toreó en muchos cosos de segunda y tercera, dando la cara en las provincias. Como el torero que tira del carro, se hizo ver, y eso es de elogiar. Si todos los toreros se plantearan reducir sus actuaciones (como viene siendo la moda) sería imposible montar una feria.

Hasta ahora, lo bueno. Pero también debo resaltar los altibajos en la campaña de López Simón. Su paso por las plazas de primera fue prueba de esto. Si bien cortó una media de oreja por tarde y cortó dos orejas tras una faena maciza en San Sebastián, su puerta grande en Madrid fue contestada y su paso por Bilbao fue de lo más inquietante. Todos sabemos la polémica y su desenlace de sobra, así que no hay sentido contarlo otra vez, pero, resaltaría dos problemas de fondo que surgen a raíz de ella. Primero, que el entorno de López Simón perjudicó a su poderdante y segundo, que causó malestar en la afición hacia el torero.  

Así pues, entre lo bueno de López Simón ha sido su forma de encarar la temporada, y entre lo malo, sus altibajos y las polémicas. Lo peor es que este descontento ha causado que el toreo de López Simón, es decir, lo verdaderamente importante, haya sido minusvalorado en cierta medida. Vayamos pues, a analizar su toreo.

A mi parecer tiene una cualidad para poder tirar del carro: el poder triunfar casi a golpe cantado. Por su forma de arrimarse, y ganas de agradar, Alberto tiene la capacidad para poder triunfar  a poco que se dejen los toros, y, si el toro lo permite, es capaz cuajar un faenón – solo hay que ver las estadísticas, sale a más de oreja por corrida, y en una de cada dos tardes ha cortado dos orejas a un toro. El toreo de Alberto se basa en pasarse los toros cerca, y ligar el toreo en un palmo de terreno; su forma de colocarse entre pase y pase es perfecta, siendo esta la técnica que soporta su tauromaquia. Cuando lo consigue, su toreo es de una gran emoción que llega con facilidad al público – a la gente siempre le ha gustado el torero que se arrima y liga pases. Quizá le falte la sutileza y creatividad de un artista, pero su tauromaquia es sencilla y desnuda: valor y ligazón, dos virtudes que no tiene fecha de caducidad.

Si López Simón tiró del carro, la temporada más deslumbrante la protagonizó Roca Rey. Solo Sevilla se le resistió en primavera, porque Andrés triunfo clamorosamente en Valencia y en Madrid. Ya metido en verano, Pamplona le abrió las puertas, y Roca Rey mostró que el toro del norte iba a entrar en su muleta. Desgraciadamente, dos fuertes volteretas y sendas contusiones cerebrales le apartaron de los ruedos a finales de agosto – no pudo consolidar su temporada, y le dejo hueco a López Simón de alzarse como líder. Aun así, la capacidad mostrada por este joven peruano le sitúa a la cabeza de su generación.

La gran virtud de Roca Rey es el valor. A partir de su valor surge la capacidad para poder encauzar las embestidas más complicadas y la firmeza para querer plantarle cara los a toros más difíciles. Habrá quien diga que exagero con lo de “los toros más difíciles” porque Andrés solo se ve las caras con ganaderías apetecibles, y las más duras las deja para otros. De acuerdo tiene el poder de escoger ganado, pero también en el encaste Domecq salen prendas. Los toros con los que triunfó en Valencia y Madrid tenían bastantes teclas, y en Sevilla nos recordó que hasta los Juan Pedros pegan volteretones. Sin embargo, el valor de Roca Rey plantó cara a estos y otros retos para triunfar de modo casi continuado.

Por ponerle un pero a su tauromaquia incipiente, Andrés abusa del toreo por la espalda. No lo digo por restarle méritos a las espaldinas ¡cómo se puede desdeñar un pase tan comprometido! Lo digo de un punto de vista estructural – un pase por la espalda debe surgir de la nada, debe de aparecer como un rayo de inspiración imprevisto. Roca Rey, porque lo ve tan claro, lo usa para resolver cualquier parón del toro entre pase y pase. A poco que  haya un mínimo de espacio por la espalda, espaldina. Este sobreuso le puede perjudicar, porque lo bello del toreo improvisado es precisamente eso, su improvisación. El único toreo que no pierde su brillo por sobreuso es el toreo fundamental, naturales y derechazos en redondo que son la base del toreo de muleta. El toreo accesorio es más fluido, y el público más caprichoso con él. Lo bueno de Roca Rey es que le hemos visto dominar el toreo fundamental, aún recuerdo la suavidad con la cual toreó aquel Cuvillo de Olivenza y ese es el camino a seguir. Se lo hemos visto así que se lo vamos a exigir: Andrés, eres un torerazo con valor enorme, tus arrimones son apabullantes, pero el toreo que te va a consolidar es el toreo en redondo de trazo largo y suave.

Por último, un detalle muy a tener en cuenta es la facilidad que tiene Roca Rey con la espada – es de los más seguros estoqueadores del escalafón. Su forma de entrar a matar se basa en el valor más que la técnica, pero llena la suerte de emoción. Un lujo que alguien que torea tan bien, también sea un estoqueador espectacular. 

El tercer puesto en este podio lo ocupa José Garrido, el más tapado de este trio de noveles. Empezó su temporada con buen pie, triunfando a golpe cantado en Olivenza y en Fallas  ante un lote exigente de Fuente Ymbros. Sin embargo, las cosas rodaron en tono menor en Sevilla y Madrid, y su temporada no terminaba de despegar. Y llegó Bilbao. Una plaza que ya presenció la corrida más importante de José como novillero, y este verano le vio cosechar su primer triunfo de matador de alternativa en puerto de montaña. Se puso la tarde a la espalda el día de la polémica de López Simón, y en su siguiente corrida salió en hombros. Un toque fuerte de atención que el torero necesitaba como agua de Mayo. Quiso anunciarse en Madrid en Otoño, y el destino se lo pago con una corrida exigente de Puerto de San Lorenzo que sirvió para que José mostrara su cara más heroica.   

La temporada de José Garrido fue la típica de un joven torero que sufre el parón post-alternativa, y se está peleando por hacerse un hueco en el escalafón superior. La inercia de su carrera novilleril le sirvió para verse anunciado en las grandes ferias, pero necesitaba cosechar triunfos en las grandes citas para hacerse un hueco en las provincias. Además, sin triunfos, las oportunidades, poco a poco, se irían diluyendo. Por eso fue tan importante la Semana Grande Bilbaína. Ese triunfo, y la tarde de Madrid, le ha dejado en el punto de mira – pero la presión por triunfar se hará presente otra vez en marzo. Hasta que se consolide como torero de ferias, cada temporada, cada feria, cada tarde es un empezar de cero.

¿Y qué podemos decir de su concepto torero? Las ganas de triunfar y la ambición no le faltan. Si el toro no embiste, se arrima él. José no tiene ningún reparo en echarse rodilla en tierra para llamar la atención del público, y sus intervenciones en quites son una clara señal de su afán de agradar y de quererse meter el público en el bolsillo. Con la muleta es un torero que aspira a poderles a los toros, tiene capacidad para encauzar embestidas reticentes y de estar por encima de lotes exigentes. Su concepto muletero es de mano baja y trazo largo, la estética se encuentra con la belleza de llevar al toro cosido a la muleta, no por la expresión corporal. Sí, a veces opta por la estética a través de un toreo más vertical y encajado, pero su fuerte es poder a las embestidas. Tiene condiciones para hacerse un hueco en las ferias. Para dar el siguiente pasó hasta la cima, tendrá que apurar y definir su concepto aún más, y la meta debe de ser estar a la altura de los grandes toros para poder cuajar faenas a los toros que llevan un cortijo en los pitones.   

Los que vienen

El  denominador común de los tres novilleros punteros que tomaron la alternativa en Nimes ha sido el típico bajón post-alternativa. En el mundo contemporáneo, y al fin y al cabo el toreo es un reflejo de éste, parece que no hay tiempo para cocer una carrera a fuego lento.

La novedad tiene que deslumbrar de inmediato, sea el jugador de fútbol que ilusiona en la cantera, o el novillero puntero. Pero la realidad no entiende de prisas – por muy avanzado que sea el novillero, raro es el caso que siga la inercia post-alternativa de torear y triunfar con el toro como hacía con el utrero.

Por supuesto, hay excepciones. Roca Rey ha triunfado con una fuerza tremenda en su primera temporada de matador, y Alejandro Talavante abrió la Puerta del Príncipe y La Puerta Grande de Madrid al año de doctorarse. Pero estos son casos atípicos.  Lo más lógico es que los noveles experimenten un par de temporadas de rodaje, de cogerle el aire al toro y, a partir de allí, si es que tiene cualidades, despegar.

En este contexto debemos situar las temporadas de Ginés Marín, Álvaro Lorenzo y Varea. El margen de confianza que se ganaron de novilleros sigue intacto. Han toreado menos de lo que hubieran esperado, pero esta es una carrera de fondo. Las primeras temporadas están para aprender y prepararse para las grandes empresas cuando se presenten.

Ginés ha sido el que más ha toreado, dieciocho corridas, alguna que otra en plaza de primera. Además, ha tenido la oportunidad de confirmar la alternativa en La México. Más allá que sus actuaciones, lo importante es que las empresas le están dando cancha y es un nombre que suena como uno más de la generación del cambio. Su faena más sonada puede que haya sido en el Festival por Adrián, recordando viejas historias de chavales que han deslumbrado en festivales, como Joselito en el festival por el Nevado del Ruíz.

Su toreo sigue siendo una yuxtaposición de arrimones juveniles, y clase madura. Dos estilos contrapuestos, que se ven fusionado en este joven. Estamos por ver si define su estilo, optando por un palo sobre otro, o si llegara a aunar dos toreos distintos en una misma figura. Además, con el capote tiene el don de torear como un ángel.

Álvaro Lorenzo se vistió de luces seis veces, mientras que Varea toreó tres corridas. A priori es un balance pobre para las cualidades que mostraron de novilleros. Pero el aficionado debe de ser paciente. Lorenzo sigue siendo un torero sobrio, enclasado y castellano, mientras Varea es pura frescura y alegría levantina. Vamos a darle margen y tiempo para que aprendan y comprobar si pueden cuajar en los toreros que llevan dentro.

Los viejos rockeros siguen a su ritmo

Esta temporada se anunció como la temporada del cambio. Sin embargo, el resultado ha sido que las figuras consagradas siguieron copando la mayoría de los puestos, salvo la apertura limitada a nuestro trio de ases. Es decir a López Simón, Roca Rey y, en menor medida, José Garrido. No nos debe sorprender – las revoluciones en el toreo se ven en raras ocasiones. El escalafón se genera poco a poco, durante varias temporadas.

Así pues, los carteles de tronío los ocuparon las figuras de siempre, Ponce, Morante, El Juli, Castella, Manzanares, Perera y Talavante. Los viejos rockeros siguieron a su ritmo. Sin embargo, entre la vieja guardia, hubo dos toreros que marcaron la diferencia: Enrique Ponce y Alejandro Talavante.

¿Qué que puedo escribir de Ponce que ya no se haya dicho? Poco. Solo dejar constancia que, a los cinco lustros de alternativa es asombroso que sigue en su fuga, cuajando un puñado de faenones que llenaron la temporada. Enrique nos regaló una obra magna en Santander y otra en Zaragoza. En El Pilar su espada de hojalata se empeñó de quitarle el rabo que su toreo mereció, pero el faenón ahí queda para la historia. Cualquiera comparación histórica que podemos hacer con Ponce se va a quedando corta; no tengo ningún reparo en decir que, a día de hoy, es el Lagartijo del siglo veintiuno. Por elegancia, capacidad y trayectoria.

El otro nombre propio de la temporada ha sido Alejandro Talavante, el indiscutible triunfador del año. Alejandro es un torero de fantasía. En sus principios de le definió como un torero de corte vertical, basado en el arrimón y la quietud, sin embargo ha cuajado en un artista sublime. Tiene una mano izquierda de goma y una capacidad para la improvisación deslumbrante. Su toreo en redondo es sutil, bello, pero a la vez rotundo y técnicamente impecable. Además, su lado creativo impregna a sus faenas con un halo de misticismo distinto. Al igual Roca Rey, basa parte de su toreo accesorio en los pases por la espalda, pero en Talavante estos tiene un porque, le dan un toque de distinción a sus trasteos. Ha sido el torero que mejor ha toreado esta temporada, y que más faenas ha dejado para el recuerdo. Por ello lo alzo como mi triunfador.

El Remate Final

Así dejamos el escalafón 2016. Con unas figuras contrastadas, unos jóvenes arreando y una cantera que promete. Mimbres hay para que el 2017 sea una temporada apasionante – lo más esperanzador es que todos los noveles que tienen de interés no caben en este repaso de fin de curso (a bote pronto quiero resaltar que el cartel de Román y Luís David Adamé está a la alza de cara al 2017). Habrá que esperar que los empresarios contraten a los toreros que verdaderamente interesan, y que dejen en el banquillo a esos toreros de segunda fila que ya han dicho todo lo que tenían por decir en el toreo – sabemos quién son, no hace falta nómbralos. El otro reto es, por supuesto, el toro. Siempre hay que cuidar la materia prima, y si además nos pueden servir una variedad de encastes (aunque solo sea algo más de Núñez, Atanasio y algún que otro toro gris) mejor.

Pero mientras tanto, tenemos América para matar el gusanillo durante el invierno. Una temporada americana llena de esperanza, no solo por la reapertura de la plaza de Bogotá, sino también por los llenazos en Acho al reclamo de Roca Rey, y los nuevos gestores de la Plaza México, aunque en el Distrito Federal aun no haya registrado las grandes entradas de Lima. Después de todas las palizas que se ha llevado el toreo es bonito terminar con este halo de esperanza. Que no se vea truncado. 

Quizá eso haya sido la mejor noticia de este año. Después de tantos años de malas noticias, de solo caernos palos y de poner la otra mejilla, parece que el toreo empieza a defenderse y a organizarse. Demasiado tarde, sí, pero todavía a tiempo para poder salvar esto. ¿Y la peor noticia? La respuesta es desgraciadamente fácil. Hemos perdido tres héroes vestido de luces, tres héroes en distintas fases de sus carreras, tres héroes que nos recordaron la verdad de la liturgia del toreo. Renatto Motta, El Pana y Víctor Barrio: no podemos olvidaros.

©John Gordon/2016

Apóyanos compartiendo este artículo:
Taurología

Taurología

Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *