En San Sebastián ya se ha dado el primer paso para normalización taurina. Ha sido gracias a la cintura política de los tres grupos de la Oposición al actual gobierno de Bilbu. Y es que han encontrado lo que han venido a denominar una segunda vía, una fórmula que obvia la prohibición decretada por los actuales responsables de la Corporación de sacar a concurso la plaza de toros de Illumbe, una vez acabado el contrato suscrito en su día con la empresa que creó Manolo Chopera.
La segunda vía, en síntesis, no ha sido otra cosa que consensuar una fórmula que regule el alquiler de las instalaciones hoy de propiedad municipal. Y para que esos alquileres no queden al albur de lo que quiera el concejal de turno, lleva anexo la tabla de precios para las distintas modalidades de alquiler, que en el caso taurina van desde 38.720 euros para un ciclo de ocho corridas hasta 21.780 por otro de cuatro días, o los 7.000 euros para un día suelto.
El acuerdo ha sido posible gracias a la voluntad política de los tres grupos municipales de PNV, PSOE y PP. Y su razón es de gran importancia: Illumbe es primariamente una plaza de toros y como tal debe funcionar, por más que además permita otras fórmulas de uso.
Salvado este escollo, si el equipo de gobierno actúa con la lealtad institucional que le es exigible a la hora de cumplir los acuerdos municipales, San Sebastián deberá recuperar el próximo agosto sus tradicionales corridas con ocasión de la Semana Grande.
Si así fuere, como todos deseamos, oportuno resulta hacer una llamada de atención a todos los sectores taurinos para que actúen con la necesaria responsabilidad a la hora de organizar y participar un nuevo ciclo ferial.
Las circunstancias obligan a que se eluda toda clase de aventurerismo. No es el momento ni el lugar. Se hace necesario contar con ofertas solventes y serias, capaces no sólo de perpetuarse en el tiempo, sino también de recuperar una afición que ha atravesado momentos muy difíciles.
Y en que en San Sebastián todos nos jugamos mucho. Desde luego, mucho más que un negocio, por legítimo que sea. Nos jugamos romper con esa dinámica de desafecciones que nos han venido acosando desde distintos frentes.
Si los aficionados tienen que asumir su alícuota parte de responsabilidad en este empeño, no es menor la que le corresponde a los profesionales, ya sean en el ámbito empresarial ya entre los toreros. Poner unos cimientos sólidos que coloquen definitivamente a salvo la tradición y la historia taurina de la capital guipuzcoana es un empeño que merece la pena.
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