MADRID. Novillada final de ciclo de Taurodelta. Ni un quinto de entrada en una tarde invernal y desapacible. Cinco novillos de Guadaira, de gran presencia –incluso excesiva– y mal juego, y un sobrero de Julio García (3º bis), manso y con problemas. Rafael Cerro (de blanco y plata), ovación tras aviso y petición mayoritaria y vuelta al ruedo de la cuadrilla. Tomás Campos (de azul cobalto y oro), ovación tras aviso y silencio tras aviso. Brandon Campos (de verde botella y oro), silencio tras aviso y palmas tras aviso.
Al término del festejo, el Jurado de este certamen declaró triunfador del ciclo al diestro Rafael Cerro.
Parte facultativo: Rafael Cerro fue asistido en la enfermería de “herida por asta de toro en región escrotal, con una trayectoria ascendente de 20 centímetros que penetra en cavidad abdominal. Se realiza laparotomía exploradora evidenciándose hemoperitoneo. Se realiza ligadura de vasos sangrantes, con revisión del resto de cavidad abdominal, no observándose otras lesiones. Pronóstico grave. Es intervenido bajo anestesia general en la Enfermería y trasladado a la Clínica La Fraternidad”.
Al término del festejo, cuando ya en el Hotel se estaba desvistiendo, Brandon Campos advirtió que sufría una cornada de 15 centímetros de extensión. Fue trasladado a la Clínica de la Fraternidad, donde por la noche fue intervenido quirúrgicamente.
Lo que mal comienza… mal acaba. Ni más ni menos eso ha ocurrido con el ciclo de novilladas de la primavera madrileña, que en su último acto parecía de riguroso invierno. Y no precisamente por culpa de una mayoría de los espadas actuantes, que han demostrado una voluntad férrea por abrirse camino. Pero cuando la materia prima falla, difícil es hacer una escultura.
Lo de este domingo ya han sido palabras mayores. El conjunto de utreros de Guadaira seleccionados para la final habrían pasado por una corrida de toros, e incluso un tanto descarada, en el80% de las plazas de nuestra geografía. Como además sacaron mal juego desde que aparecían por la puerta de chiqueros, pocas posibilidades tenían los tres finalistas de redondear una actuación rotunda. Se salvo un poco el que hizo 4º, más toreable que sus hermanos de camada, aunque su escasez de fondo impedía redondear la faena. El sobrero (3º bis) de Julio García que sustituyó al claudicante titular no mejoró precisamente el balance.
Una vuelta al ruedo, que tuvo que dar su cuadrilla por estar el torero en la enfermería, permitió alzarse a Rafael Cerro con el titulo de ganador del certamen. La verdad es que el extremeño fue un ejemplo de entrega y decisión, tanto con el complicado 1º como el más bonancible 4º. Sin arredrarse con los revolcones, Cerro nunca volvió la cara. Y con el ya citado 4º, tuvo momentos toreros y con buen aire y variedad, mientras el novillo duró. Su esfuerzo se vio justamente recompensado, aunque el Presidente de turno no tuviera un mínimo de sensibilidad para haberle concedido la oreja, para la que había petición más que suficiente.
Un esfuerzo, por cierto, que le obligó a pasar por la enfermería. Como al ganado bravo no se le puede perder la cara, en el 4º, cuya con toda la espada dentro y a punto de echarse, en un descuido de Rafael Cerro le empitonó de mala manera y le produjo una cornada califica como de pronostico grave.
Tanto en su primera actuación como en esta final, ha interesado el sentido del toreo de Tomás Campos. No es torero que se dedique “vender su mercancía”, sino que se centra en llevar a los toros con un buen sentido del temple y tratando siempre llevarlos largos y embebidos en los engaños. Cuando tuvo ocasión, como en las series con la mano izquierda en el 2º de la tarde. Toda la tarde estuvo por encima de sus novillos, además con decisión y firmeza. La impresión que deja tras este paso por Madrid es que Campos hay que esperarle: tiene un fondo interesante, que es importante que lo consiga desarrollar.
Al mexicano Brandon Campos le tocó bailar con la más fea. NI el problemático sobrero ni con el 6º, siempre con la cara por las nubes, rehusó la pelea, aunque en ello se encontrara con tres volteretas consecutivas. La decisión con la que volvía a la cara de sus enemigos son dignas de anotar. Una pena que tuviera un material tan deficiente en esta ocasión.
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