La plaza de toros Quito vivió uno de los más importantes momentos de su rica historia cuando Enrique Ponce consiguió una extraordinaria actuación con dos grandes faenas de las que destaca por su trascendencia la realizada al cuarto de la tarde, que ante el clamor del público fue indultado.
Era la primera tarde de la feria que se celebraba sin la culminación de la muerte del toro en el ruedo, lo que supuso polémica entre los aficionados más puristas y quienes optaron por asistir a la plaza pese a la alteración de la tradición del ancestral rito. Al finalizar la lidia, los diestros optaron por señalar la suerte final con una banderilla corta o con la mano y el espectáculo, para quienes han acostumbrado a ver la suerte suprema como colofón supo a incompleto.
Con una gran entrada, sin llegar al lleno, en los tendidos se lidiaron reses de Huagrahuasi y Triana, justos de presencia y de los que destacaron por su juego el indultado cuarto, el tercero de la misma divisa de Huagrahuasi y el sexto, de Triana. Enrique Ponce, oreja y dos orejas y rabo. El Fandi, ovación y oreja. Martín Campuzano, ovación y oreja
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