A lo mejor porque ahora que Curro ha hecho una rotunda declaración de fe en el credo taurino que proclama Diego Urdiales, pero también tras éxitos importantes que además han tenido eco mediatico, el torero riojano está en la cresta de la ola. Parece como si hubiera redescubierto aun torero, que hace ya dos años decía con toda sinceridad: “Como torero soy como soy, quiero torear despacio y reunido con el toro, no entiendo ni la velocidad ni las ventajas. Tampoco sé disimular nada, aunque a veces me digan que «venda más las cosas». Pero no me sale porque no lo siento. Mi concepto del toreo es la lentitud, la armonía, la búsqueda de lo que yo considero como bello y profundo. Lo demás, sinceramente no me interesa”.
Pero quizá se olvida que, en confesión del torero resultaba ”muy duro”, que entonces no había toreado “casi nada desde Madrid hasta llegar a Bilbao, tan sólo Dax y Alfaro. Pero es un poco la historia de mi vida como torero. Tampoco me arrepiento de nada en ese sentido. Me he marcado un camino y voy a ser fiel hasta el último momento”.
Pero cuando le ha llegado la hora de los reconocimientos, que en la temporada de 2015 ya veremos que resultados registra, Urdiales sigue siendo el mismo que hace dos o teres temporadas, por ejemplo cuando cuajó de principio a fin a un toro de Victoriano Martin en Bilbao. El mismo torero y con el mismo realismo. De hecho, el pensamiento de este torero era ya muy firme. No está de más recordar a estos efectos tres pincaladas de lo que por entonces le contó a Pablo García Mancha”
Una primera perla: “No busco que el toro sea de máxima nota, creo que entre ese astado ideal y el que no te ofrece opciones existe un gran número de toros que permiten hacer el toreo”.
Otra de no menor calado: “Mi búsqueda es tener un lenguaje propio con el capote y la muleta. Y para sentir el toreo no puedes imitar a nadie. Te fijas en las cosas buenas y las interiorizas para hacerlas tuyas. Busco mi camino, sé que es el más difícil dentro de la profesión, pero eso es absolutamente irrenunciable. Tengo muy claro lo que quiero y lo que no quiero”.
Y ese camino que siempre buscó tiene una primera realidad, que hoy en muchas ocasiones se pasa por alto: "El toreo empieza por la colocación". Pero sabedor también que “en mi carrera esa obligación de estar bien es constante”.
Un modo en entender el arte que también por aquellos años recordó en una conversación con Jorge Cancho, cuando le decía: “Creo que el toreo, como todo arte, no entiende de números ni de cosas materiales. Todo lo que queda permanece grabado en la mente y en el alma. Son las estadísticas y no los artistas las que dan importancia a los números. Pero es que cuando uno busca que se le respete en su justa medida y a su vez te llegan ofertas indignas de esta profesión resulta lógico que los números de los contratos no sean todo lo amplios que debieran de ser”.
Esta concepción del arte del toreo la ha mantenido inalterable, con independencia de lo que dijeran esas estadísticas taurinas. De hecho, ya con los triunfos en la mano, hace unos pocos días le confesaba a David Zamora: “Mi concepto es el toreo puro: cruzarte, dar el pecho, cargar la suerte, rematar atrás… Es lo que he buscado toda mi vida, por lo que he vivido el día a día durante todos toda mi vida y es lo que intento hacer. Siento el torero de esa manera y de eso se trata, de que cada uno tenga su personalidad. Y se trata de que esté basada en la verdad y en la pureza, en que los sentimientos seas capaz de imponerlos y que afloren cada tarde”.
Y con una concepción clara de esa fea expresión taurina del “toro que sirve”., que Urdiales reinterpreta de una forma propia: “Nunca he sido partidario de corridas duras y corridas blandas. Hay ganaderías que están en buen momento. Ganaderías bravas. Y otras que no están en buen momento. Dentro de toda la variedad de encastes que pueda haber, hay unas que están embistiendo y otras que no. Quizás está predominando el encaste domecq porque hay ganaderías que están echando temporadas muy buenas. Siempre he creído en el toro bravo, el toro que te permite hacer el toreo y dentro de las ganaderías que están en buen momento, cualquier toro puede embestir”.
Pero siempre confiado en sus propia forma de entender este arte y de su capacidad para explicarlo en los ruedos. “Estoy plenamente convencido — le dijo hace un tiempo a Teri Sáez– del arte que llevo en la cabeza, del torero que quiero ser. Y si me gusto a mí mismo, sé que gustaré a los demás. Eso no quita para que haya maestros a los que admiro y a los que observo como aficionado para sacar lo positivo de cada uno. Simplemente aspiro a ser figura del toreo. Parece un tópico, pero no lo es. Se trata de algo muy complicado que pasa por el trabajo diario, torear cada día mejor y ser más feliz en esta profesión”.
Una fe en sus propia concepción que le lleva a una convicción que ha manifestado en muchas ocasiones también cuando estaba en el paro estacional. “Las faenas más grandiosas, esas que pasan a la Historia, se producen gracias al toreo puro, clásico, el de toda la vida. Esos muletazos son los que se nos quedan a todos en la retina para el resto de nuestra existencia”. Quizás por eso siempre fue partidario de la estrategia de acoplarse al público o a la plaza donde está toreando: “Este es mi toreo y mi concepto, si gusta bien, si no… también, porque no sé torear de otra manera. Torear muy despacio, con pureza, que es como siento esta profesión y como me la enseñaron”.
En todo lo cual parte de una creencia firme: “Tengo la sensación que con menos muletazos la gente habla de ellos y se les queda en la memoria. La memoria es muy selectiva, quedando en ella lo que llega de forma más especial. Pero para interpretar ese toreo necesito un toro que colabore y se preste a esa forma de torear que es muy exigente con las embestidas. Si eso ocurre y hay acople, es lo máximo, hay sentimiento y pasión. Cada torero siente el toreo de una manera, yo lo siento así”.
Un sentimiento que anota con una forma peculiar: “Ya no busco siquiera disfrutar de cada tarde, sino de cada lance, de cada muletazo. Es la mejor manera de sentirte torero en cada momento y, además, cuando logras esa realización total con tu labor, acostumbra a ser el mejor camino hacia los contratos”.
Pero aún manteniendo limpia su fe en sí mismo, no por eso deja de reconocer lo que es la realidad actual: “sacar la cabeza en esa situación fue un milagro. Yo ahora lo pienso fríamente y veo la situación de otros chavales y lo veo como un milagro, pero para mantenerse también porque hay que estar bien en todas las ferias y antes esos toros y esas plazas donde la responsabilidad es muy grande y las corridas son tan complicadas Y si no estás bien y triunfas con cierta regularidad en sitios importantes te quitan de en medio o te cortan la cabeza y pasa otro. Además en esto no se tiene ninguna piedad”.
Con esa forma de afrontar su profesión, Urdiales tiene clara, en fin, cuál es la meta que se ha trazado: “Estaré en esta profesión el tiempo que sea, pero siempre con la mayor dignidad posible, de lo contrario, no merece la pena. No soy partidario de jugarme la vida de cualquier forma… Hay que ser fiel a unas ideas y morir por ellas”.
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