¿Quién debe liderar la defensa de la Fiesta?

por | 7 Oct 2010 | Informes

En una coyuntura como la actual de la Fiesta, cualquier experto en resolución de situaciones análogas recomendaría dos cuestiones como las más principales: definir con precisión quién debe liderar públicamente las actuaciones y establecer un plan de trabajo en el que se contemplen las acciones que se van a llevar a cabo y el método de trabajo para todo ello.
 
Da lo mismo que miremos a las experiencias, ya nacionales, ya internacionales, en el sistema financiero, tan de moda por desgracia en los dos últimos años, como si a lo que nos referimos es a un conflicto diplomático o, más sencillamente, a cualquier asunto en el que se produce una confrontación de intereses. Sea de la naturaleza que fuere, en todos los que se han resuelto de forma satisfactoria encontramos esos dos elementos: un liderazgo indiscutido y una buena agenda de trabajo. Es más: cuando estos dos componentes no se dan, tales casos no se han resuelto como se quería.
 
En nuestro caso, hay que comenzar por constatar que se está dando la impresión de que entre los propios profesionales no hay una conciencia clara de la gravedad de lo que está ocurriendo. A lo mejor no es así, pero esa es la imagen que están dando, cuando lo que abundan son declaraciones ramplonas, sin fuste argumental y elaborado a base de los mismos tópicos de siempre.
 
Pero, sobre, todo para quien siga con atención todo lo que está ocurriendo, resulta clamorosa la ausencia de un liderazgo claro y público, que verdaderamente dé la imagen de tener a todo el toreo detrás. Más bien ocurre todo lo contrario. Puede ser comprensible que los individualismos sean muy marcados. Al fin al cabo este elemento es común a cualquier actividad creativa del Arte. Hasta en eso, con ser negativo, la Fiesta está definiendo su carácter propiamente artístico y cultural. Pero no es aconsejable que tal situación se mantenga en circunstancias como las actuales, cuando quienes quieren llevar su contracción taurina a la sociedad actúan al unísono, al amparo en las grandes redes de las comunicaciones.
 
El escenario y el contexto
 
Tampoco conviene escandalizarse por esta cierta jaula de grillos, que ni es nueva, si tiene por qué ser definitiva. Cualquier sabe que desde que el toreo se baja del caballo y, sobre todo, desde que adquiere el carácter de una actividad de negocio, se produce una confluencia de intereses diferentes y en la mayoría de los casos contrapuestos, que se agudizan, además, por ese carácter intrínsecamente individual de toda manifestación de Arte.
 
Y es normal que los intereses, por ejemplo, de los empresarios no puedan concordar con los de otros profesionales, en la misma medida en que los beneficios de unos dependen de los otros. Menos normal hay que considerar, en cambio, esa otra maraña de intereses diversos y confusos que se entrecruzan en las relaciones de unos estamentos con otros, que siempre ha hecho del negocio taurino algo abiertamente atípico. En lo único que todos coinciden, como el resto de los ciudadanos, es en la ventanilla de Hacienda; en todo lo demás, cada cual va por su lado, aunque todos vayan en el mismo barco.
 
Pero, además, toda esta maraña ha sido siempre lo suficientemente oscurantista como para que resulte inviable acometer su solución. Un caso, pequeño a lo mejor, pero significativo para lo que se trata de exponer: se quejan los taurinos de la política del 33% que se aplica a no pocos novilleros, como lo hacen de esas contrataciones que no respetan los mínimos del convenio. Pues bien, se acerca uno a algunos líderes sindicales para aclarar esas situaciones tan sangrantes, y les parece tema demasiado comprometido como para entrar en ellos. Todo lo despachan, como ha ocurrido este año, con un plante a un empresario de pueblo, plantea que además duró lo que se dice un suspiro. Hay más casos evidentes, como esa unánime crítica de los empresarios a los sistemas de adjudicación de las plazas de propiedad pública, y luego todos van a la carrera cuando se convoca un concurso.
 
En este cierto barullo profesional, queda una asignatura eternamente pendiente, cómo es que papel debe corresponder en este entramado a la afición, a la que se le reconoce un derecho básico: asistir al espectáculo previo paso por taquilla. A partir de ahí, el resto de posibilidades de participación se diluyen. Se creo una Comisión de ámbito nacional, en la que se pusieron tantas esperanzas, y duró eso que los taurinos denominan “diez minutos”. Se hizo la traslación en algunas autonomías de esta figura y pasó otro tanto. Se abrieron algunas puertas a su participación con el vigente Reglamento, pero se aplican en contados sitios y con extremo cuidado. Sin embargo, esta marginalidad a la que se somete a los aficionados resulta un absurdo, en la medida que el conjunto de la afición debiera formar esos conjunto social gracias a los cuales las reivindicaciones y las tareas de los profesionales pudieran presentarse ante las instituciones arropados por miles de personas.
 
Una de las controversias: ¿la Mesa del Toro o las figuras?
 
En un contexto como el anterior, no se sabe muy bien por qué pero no cuajan los pocos intentos que se han hecho de ir todos juntos. Y así, por ejemplo, habría que preguntarse por qué la Mesa del Toro no está siendo capaz de aunar todas las voluntades, ni está teniendo la proyección que hoy se necesita. Lo consiguió en su actuación estelar en el Parlamento Europeo, hace ya tiempo; pero a partir de ahí, se instaló en la sombra de la duda.
 
En estos días se han podido leer declaraciones de dirigentes de la Mesa glosando esa unidad. Cada uno es muy libre de decir lo que quiera; pero si de verdad se creen tales declaraciones, más bien parece que están confundiendo la realidad con los deseos. ¿Acaso es un dato marginal que uno de los cuatro grandes empresarios de la Fiesta afirme con todas las letras que esa Mesa no sirve, que hay que inventar otra cosa? Y se trata de quien concentra un porcentaje muy significativo del volumen de negocio del sector. Pero también, ¿no resultaría un signo de prudencia valorar cuál es la verdadera causa por la que las figuras del toreo, cuando van a realizar una acción institucional, prefieren ir solos que en compañía de la Mesa?
 
Un ejemplo, anecdótico, sin duda, pero significativo quizás lo explique. Con ocasión del debate en el Senado, gentes muy próximas a la Mesa del Toro fueron los calentaron al personal sobre la ausencia de las figuras en esa sesión parlamentaria. Un planteamiento absurdo y un tanto infantil, porque resulta que ese mismo día las figuras de las que se reclamaba su presencia estaban donde suelen estar los toreros durante la temporada: o toreando, o en la enfermería. Con lo cual, la intoxicación era una pifia monumental, además de una manifiesta falta de información sobre la actualidad taurina, porque el festival de Castellón estaba anunciado con más de 15 días de antelación. Pero aunque no torearan: ¿qué sale ganando la Fiesta con ese juego de tirarse puyas unos a otros?
 
Los que se han citado son públicos. Pero hay ser conscientes de que otras muchas personas representativas del sector mantienen también opiniones criticas sobre la Mesa, aunque sólo lo hagan en privado. Creer que porque estas opiniones no salgan a la luz no son dañinas es de un candor maravilloso. Sobre todo en un mundo en el que tanto influye el boca a boca.
 
Al final, se llega a la conclusión que por unas causas que no se terminan de aclarar, lo cierto es que la Mesa del Toro, que nació con tantos bríos y medios, se ha ido diluyendo y hoy un segmento significativo de profesionales no se sienten representados en ella.
 
La otra opción que ha aflorado es el grupo de las primeras figuras, que Zabala de la Serna ha bautizado con tino como el G-10. Hasta ahora han tenido como principal actividad la entrevista con la ministra de Cultura, pero en la agenda tienen otra serie de reuniones institucionales. Y así este jueves Ponce, El Juli y Cayetano se han entrevistado en nombre de ese G-10 con el secretario del Grupo Parlamentario del PSOE en el Congreso, Eduardo Madina, y el diputado Txiki Benegas, en otra de las acciones institucionales, a la que seguirá una reunión con el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
 
Para algunas de las personas consultadas, para que este G-10 se dedique a realizar estas actividades institucionales, antes habría que resolver el problema de su carencia de representatividad, tanto porque nadie ha delegado en ellos ninguna voluntad de negociar, como porque su propia posición dentro de la profesión es completamente distinta de la que tiene la media, ya sea por ingresos, ya por número de contratos, como por cualquier otro concepto que se quiera utilizar.  Hasta ni el toro sale por igual para todo el escalafón, desde Pedro Romero a nuestros días.
 
El problema es difícil de resolver. Recuérdese, por ejemplo, el caso de la AFE, la asociación de los futbolistas, que nunca ha sido gestionada por el Casillas de turno, siempre aparece a su frente un honrado jugador que fue en un club de segunda o tercera. Y tiene lógica: el problema del 99% de la profesión futbolística nada tiene que ver con las preocupaciones de CR9, por ejemplo. Cambiamos el balón por la muleta y las situaciones son análogas.
 
Sin embargo, hay que reconocer que frente a esta carencia básica, tienen un componente que, bien utilizado, puede resultar interesantísimo: su relevancia social, un factor que abre muchas puertas y acciona muchos teléfonos cuando de lo que se trata es de influir en las instituciones. Así ha sido en toda la historia de la Tauromaquia.
 
Pero sin duda habrá sectores de la Fiesta que se sientan al margen de este G-10. Unos lo harán por causas de fondo: entender que sus intereses no están siendo defendidos adecuadamente; otros, pura y simplemente, porque les están restando protagonismo. Y en medio, topo tipo de razones. En el fondo, las mismas que la Mesa puede exponer para explicar su distanciamiento. Lo cierto es que con su mejor voluntad están dedicando tiempo y esfuerzo y, con el síndrome de los individualismo, pueden encontrarse al final que nadie quiere unirse a su carro.
 
¿Habrá una vía para que estas dos iniciativas, la Mesa y el G-10, confluyan en una sola plataforma? Posible siempre puede ser, pero da la impresión de que en las actuales circunstancias no es fácil. Resulta imposible valorar con objetividad hacia donde podría inclinarse la balanza. Incluso hay que reconocer que es un empeño difícil. Pero resulta evidente que quien consiguiera ser el fiel desea balanza para aunar posiciones, le estaría haciendo un importante servicio a la Fiesta.
 
¿Un independiente puede ser la solución?
 
Teniendo en cuenta que en juego están temas normativos/regulatorios, como es el caso de la adscripción definitiva de las competencias taurinas, pero también otros muchos aspectos, prácticamente todos los que afectan a la Fiesta, comenzado por los problemas de Opinión Pública, en la vida civil y económica estas situaciones se han conseguido resolver acudiendo a un tercero, especializado en resolver conflictos y problemas estructurales.
 
En el caso, por ejemplo, de las actividades empresariales, estos problemas se suelen resolver acudiendo a un experto, que es quien con su equipo profesional tomas las riendas del asunto hasta su resolución final. Hay una larguísima experiencia en esta materia.
 
Pero cuando se contrata a un consultor de este tipo, no quiere ello decir que aquellos que le contratan desaparecen de la escena. Lo que ocurre es que en ellos se delega la dirección del trabajo, por más que en cada momento vayan luego pidiendo a unos u otros que realicen éstas o aquella gestión. Pero además entre sus cometidos esenciales se encuentran los dos que resultan más importantes para el caso de la Fiesta: aunar los criterios dispares del grupo para el que trabajan –incluyendo, el arbitraje entre las partes–  y coordinar la actuación en campos muy diversos.
 
Piénsese, por citar un aspecto, en los dos factores fundamentales que influyen en estos casos, como son la asesoría jurídica y la estrategia de comunicación, dos materias muy sensibles. Que se conozca, una situación de crisis no se ha resuelto nunca cuando estos dos factores caminan no sólo cada uno por su lado, sino que incluso cada uno de los afectados acude a una solución propia e individual. [Entre paréntesis, y que en la situación actual pueden estar teniendo una influencia en importante]. Conviene insistir: es un factor clave, hasta el punto que en los libros especializados está ya muy estudiado,
 
Sin embargo, en los estudios que pueden consultarse también se afirma de forma incontestable que para que el sistema funcione de manera satisfactoria, primero los distintas partes –.en este caso, la Mesa, el G-10 y los demás segmentos que no está n ni en uno ni en otro– están plenamente de acuerdo en esta fórmula y acepten ceder la dirección estratégica del trabajo. Y además, quien encabece a cada una de esas partes asuma la responsabilidad de dedicar a la tarea el tiempo y el trabajo, que no van a ser pocos, que resultan necesarios.
 
Por las características del mundo del toreo puede ser la fórmula más adecuada, En su contra tiene cuanto encierra de novedad, porque nunca en la historia de la Fiesta se ha acudido a una solución de esta naturaleza. Pero también es cierto que nunca en toda su historia la Fiesta había atravesado por un momento tan delicado y complejo como el actual.
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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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