27 julio.- No sé, ni casi hace al caso, si los impulsores de la iniciativa han sido los dos hombres que la Presidenta de Madrid tiene en la cosa de los toros: Ignacio González y Pedro A. Martín Marín, pero vaya nuevo papelón que le obligan a hacer a doña Esperanza. Tiene su lógica que se cese al director del Centro de Asuntos Taurinos, aunque sólo sea para mejorar las relaciones con los aficionados y con la prensa. Pero cesar a la marquesa de la Vega de Anso porque vota en contra de los carteles de sanisidro y se opone a que se conceda la prórroga a Taurodelta, es de los mayores sinsentidos que se pueden pensar. Primero y principal porque, incluso para los que no son de militancia liberal como doña Esperanza, la discrepancia no es motivo jamás para un decretar cese fulminante, salvo en la Cuba de los hermanos Castro. Pero, además, porque vistas de manera objetiva ambas discrepancias son razonables y están en línea con lo que piensa la inmensa mayoría de la afición madrileña, que en no pequeña medida son sus propios votantes, por cierto.
Qué papelón, doña Esperanza

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