Enrique Minguet, “Pensamientos
La corrida tuvo lugar el día 15 de mayo, festividad de San Isidro; entraron de los que hacen época, un lleno completo. La corrida celebrada fué la sexta de abono.
Se lidiaron seis toros de la antigua ganadería de Parladé, hoy propiedad del ganadero sevillano D. Luis Gamero Cívico. Los cornúpetos resultaron muy igualitos por lo que a la presentación se refiere; ahora bien, no todos estuvieron en posesión de sangre suficiente para considerarlos como toros bravos.
En conjunto, los seis se dejaron torear; el tercero y sexto fueron los más difíciles. ¡Suerte que tiene uno!, como diría Belmonte.
La corrida comenzó en medio de la más acerba protesta por parte de cierto publico intransigente y rabiosete, pues una y otra cosa hay que ser para tener el gusto de gastarse diez pesetas con el exclusivo objeto de pasar la tarde gritando, censurando y renegando de cuanto hacen los lidiadores. Hay gustos que merecen palos.
¡Con lo bien que por diez beatas se pasa la tarde en la Bombi, al lado de una de esas hembras dislocantes, con las que no queda otro remedio sino hacer faenas apretadas!
Ello es que algunos espectadores, dejándose llevar por las doctrinas que exponen algunos advenedizos, por los escritos (de algún modo han de llamarse) que publican algunos cronistas engreídos, e ignorantes los más, inteligentes teorías de unos o de otros, los aficionados están hechos un lio, resultando de todo ello verdadera Babel, en la que nadie se entiende.
Lo que ocurrió́ en esta corrida fué en extremo superiorísimo.
¿Quien fué el autor de la hazaña?, preguntaran aquellos que ignoraren los lidiadores que en la sexta de abono tomaron parte.
El lidiador que ejecutó la obra magna, la faena estupenda, no podía ser otro que José́ I; toreando, EL AMO; el tiene que ser quien haga las cosas más ajustadas, más a modo, quien haga las cosas mejores.
¡SEIS NATURALES!
A su toro primero le dio Gómez Ortega seis pases naturales; si el primero fue bueno, mejor fué el segundo, mejor el tercero, y así sucesivamente; canela pura, arte refinado, esencia del toreo rondeño.
Seis naturales que fueron un verdadero monumento, seis naturales ejecutados en terrenos del 10, y que quedaron allí́ para honra y prez del arte taurino; seis naturales ejecutados perfectamente, divinamente, extradespampanantemente bien.
El dinero de todos los multimillonarios norteamericanos no seria suficiente para pagar aquellos divinos pases ejecutados a las cinco de la tarde del día 15 de mayo, en la Plaza de Madrid, por Cayetano Sanz, Lagartijo el Grande y Guerrita; tres personas distintas y cuyo arte y fina esencia posee en un todo y lo demuestra siempre que el de Geles lo desea, siempre que lo requieren las circunstancias.
¿Terminó con esto la magna labor de José́?
¡N0!
Salió su segundo toro, y le tomó también con la zurda, dominándole al medio minuto.
La faena, valiente; basta decir que entre toro y torero no había un metro de distancia.
Valor, arte, salsa cañí́.
A su primer toro le puso dos pares de banderillas y al segundo un cambio; ejecución y colocación que resultó admirable, según costumbre habitual en este privilegiado artista.
Matando estuvo breve: una estocada a cada uno de sus toros.
Fué una buena tarde la que tuvo Joselito, una t.4rde más de triunfo que ha de anotar en su libro de éxitos, repleto ya de anotaciones.
Gaona quedó bien.
E! mejicano salió́ a por palmas, y palmas escuchó. Cuatro pares de banderillas puso al cuarto cornúpeto y uno al quinto, todos ellos soberanos.
La labor de muleta ejecutada en este toro fué valientísima, buena de todas veras, labor definitiva; el publico ovacionó al lidiador justa, muy justamente.
Con el estoque propinó un pinchazo y luego una entera; arrodillase Rodolfo ante la cara del morito y agarrándose de un pitón le ayudó a bien morir. La ovación fué inmensa, grande, acompañada de la correspondiente petición de oreja, que el presidente no concedió́. En su toro primero quedó medianamente.
La tarde para Gaona fué de las definitivas, de las que hacen aumentar muy mucho la rica fama de un lidiador.
A Belmonte no le salió́ su toro y, por tanto, no vimos a Belmonte; únicamente se le aplaudió́ en alguno que otro quite, en varios lances y en algunos muletazos.
Esperemos; no conviene precipitarse; ya le saldrá́ su toro al fenómeno de Triana, y el día que eso suceda presenciaremos lo que otras veces: un éxito enorme, un éxito franco.
¡Qué seis pases naturales!
Salve, José I, rey del toreo contemporáneo, amo, dueño, señor; salve, torero enciclopedista, contra viento y marea de sabihondos de guardarropía y de aficionados de pandereta, salve.
►Enrique Minguet Calderón de la Barca, “Pensamientos”. Anuario Taurino de 1916, editado por la Imprenta. De M. García y Galo Sáez.
La reseña de La Lidia
A excepción del primero que resultó bravo, fueron los restantes, de Gamero Cívico, blanduchos aunque de presentación estuvieron bien.
Dos cosas extraordinarias hubo en dicha corrida, a saber: 7 PASES NATURALES inmensos y correlativos de Joselito a su primer toro y la gran faena de Gaona en el quinto, inaugurada con un monumental pase de rodillas y acabada con una sobrinísima estocada que premió el público con la oreja de "Mojoso". ¿Qué el presidente no la otorgó? Que más da, si el público que pagaba dio su unánime voto a favor. Se equivocan tantas veces los presidentes que por una más, ¿quién lo va a saber? Gaona puede apuntarse el galardón del apéndice en la plaza madrileña aunque el presidente no quiera.
Colocaron los dos banderillas y en unión de Belmonte hicieron quites artísticos y adornados. El trianero tuvo escasísima fortuna en sus dos toros y se amedrantó ante la hostilidad del público, no haciendo nada digno de pasar a la historia.
¡Ah! Se me olvidada: “Magritas” colocó un grandísimo par de banderillas al quinto toro.
►La Lidia, 22 de mayo de 1916
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