PAMPLONA. Quinta de la feria de San Fermín. Lleno. Toros de José Escolar, el 1º bis como sobrero, desiguales de presentación pero ofensivos; con cuatro mansos, sin recorrido y con peligro y dos (3º y 6º) más enclasados y con recorrido pero en diferente grado. Francisco Marco (de azul cielo y oro), silencio y silencio. Luis A. Gaspar “Paulita” (de blanco y oro), pitos y pitos. Paco Ureña (de verde manzana y oro), una oreja y una oreja; salió por la Puerta Grande.
Esto de las corridas duras tiene su aquel. Si no hubiera sido por la clase del toro que cerró plaza, ahora estaríamos diciendo que el lote de José Escolar había sido infumable, desde el encierro –cuando un toro rehusó la carrera– hasta el final. Y es que hubo cuatro toros a los que no les daba un muletazo ni “Lagartijo” que resucitara: sin viaje, orientados siempre, pendientes en todo momento del hombre que estaba detrás de los engaños…. Un verdadero regalito. Más recorrido tuvo el 3º, aunque con la clase y la bravura fueran muy justitas, pero al menos pasaba. Y uno, el citado 6º, que ese sí, ese fue un gran toro, que salvó el honor de la divisa blanca y roja. Pero sería engañar si aceptáramos que este cinqueño por nombre “Costurero” que cerró plaza, hiciera de tapabocas de lo mala que fue la corrida, que lo fue en grado superlativo.
Pero, igualmente, no por sabida hay que omitir una observación básica en el toreo: es cierto que este tipo de encastes, que aprenden y se orientan hasta por correspondencia, exigen de una lidia adecuada. Hay que reconocer que no todas las cuadrillas estuvieron en esta tarde por esa labor, impregnados por una cierta psicosis, no se dice aquí que injustificada, del peligro de estos nada candorosos “escolares”.
Y así, como salen arreando, por un porsiacaso se les da estopa en el caballo hasta decir basta, de cualquier modo y manera, y sin medida; lo del 5º fue hasta un bochorno sin sentido, porque en otras circunstancias este “escolar” bravucón habría ofrecido alguna opción, no muchas, pero al menos algunas. Pero tampoco permiten los capotazos enganchados y sin ninguna razón de ser –que los hubo a cientos y a cual peor–, ni tantas pasadas en falso en el tercio de banderillas, para irlas dejando de sobaquillo y de una en una. Es que se iba viendo minuto a minuto como el “escolar” de turno se iba poniendo cada vez más imposible.
Con estos encastes que desarrollan sentido, cada error en las primeras fases de lidia luego pasa factura, y qué factura, en el momento en que el matador trata de meterlo en la muleta. Hubo en esta ocasión un ejemplo evidente, que fue el 4º, justamente el “escolar” perezoso que no quiso hacer sus deberes matutinos corriendo los poco más de 800 metros. El pitón derecho era imposible, pero por el izquierdo llegaba a desplazarse más; bastaron dos errores iniciales de su lidiador para que se orientara y a partir de ahí ya no hubiera nada que hacer, ni la lidia sobre las piernas.
Se confiesa directamente que tantas observaciones preliminares, además de explicar lo que ocurrió en Pamplona en este 11 de julio, tienen otra razón de ser: poner en su contexto verdadero el triste paso por la feria sanferminera del local Francisco Marco y del aragonés “Paulita”, que a la postre fue el peor parado en el sorteo. Y menos mal que ambos estuvieron muy habilidosos con la espada, porque en otro caso aquello se habría convertido en un verdadero quinario. Nuestros respeto para las dos toreros en estas horas de infortunio; con que salieran por su propio pié y sus toros murieran en el ruedo, ya han cumplido en este caso, aunque ese cumplir no solucione en nada sus respectivas carreras.
El lote la fortuna le correspondió a Paco Ureña, que al final hasta salió por la Puerta del Encierro, por cierto en un paseo triunfal bastante desangelado. Para empezar tuvo un toro de los que exigen, al que toreó con buen gusto en los lances iniciales. Su mayor virtud ante este “escolar” radicó en saber cogerle la distancia y en manejar los engaños sin brusquedades. Luego las series de muletazos surgieron con diversidad de calidades. Tal como discurrían la faena, dentro de un trasteo que fue de menos a más, las series más engarzadas resultaron ser las últimas, que llegaron al tendido y a cuyo calor y amparo, después de una estocada caída, el personal pidió y le consiguió de la Presidencia una oreja.
Vaya esa benevolencia por la enjundia que supo imprimir a su actuación frente al buen “Costurero”, que era de los de alto diseño, nada de rebajas. Comenzó estirándose bien en las verónicas iniciales, las mejores de la tarde, para luego construir una faena sólida y bien ensamblada, en la que los muletazos se sucedían templadamente, por abajo y con largura. Una de las faenas mas sólidas de lo que va de feria. Mató por arriba y suya fue la oreja que le permitía los honores finales. Pero para que cada cosa esté su sitio, y en una tarde tan desafortunada para las cuadrillas, anotemos también que Ureña contó con una excelente colaboración en Víctor Hugo “Pirri” con el capote, Curro Vivas con los palos y Pedro Iturralde desde el caballo; los tres colaboraron al triunfo, aunque cometieran la descortesía final de abandonar a su matador en la vuelta al ruedo a hombros.
El encierro: “Curioso I “ se dio media vuelta
Complicadísimo resultó el quinto encierro de los Sanfermines, protagonizado por los toros de la ganadería de José Escolar, debutante en el coso de Pamplona, cuyo final registra cuatro heridos por asta de toro y un claro protagonista: el toro ´Curioso I´, que ha vuelto por sus propios pasos a los Corralillos de Santo Domingo a los pocos segundos de empezar la carrera.
Los astados han cubierto el recorrido encabezados por un cabestro y uno de los toros, que se adelantaron desde el comienzo. Detrás les seguía el resto de la manado ligeramente dispersa. Los cinco astados han tardado 2 minutos y 53 segundos en recorrer todo el camino hasta la plaza de Toros, en medio de un gran número de mozos, en uno de los días en los que más masificado estaba el vallado.
Las heridas se han producido en diversos tramos. En la cuesta de Santo Domingo, un morlaco ha corneado en el glúteo derecho a un joven estadounidense; en torno al Ayuntamiento otro compatriota, procedente de Philadelphia, ha sido empitonado en la pierna derecha y en la región perianal y se encuentra grave. En Telefónica, el se han producido dos cornadas: ha herido a otros dos corredores: un aficionado de Tortosa (Tarragona), corneado en la pierna izquierda, y otro de Valencia herido en la pierna en la izquierda; ambos tienen pronóstico reservado. Además, otras cinco personas han sido trasladadas por diversas contusiones que se han producido en el recorrido aunque a mediodía ya habían sido dadas de alta.
Por su excepcionalidad, todos los comentarios de la jornada han girado en torno al ya citado ´Curioso I´, un toro cárdeno oscuro meano, de 535 kilos de peso y con el número 34, que a media cuesta de Santo Domingo ha vuelto grupas y regresó a la corraleta.
Según el personal que cuida de las reses, “Curioso I” había pasado la noche "alterado", pero con el cohete de las 8 horas ha salido de los Corralillos con sus hermanos pero, nada más enfilar la cuesta, se ha dado media vuelta y se ha dirigido a su guarida nocturna. Un hecho insólito en la historia de los encierros de Pamplona. "El último caso parecido que está escrito se remonta a principios de los años 20 del siglo pasado cuando, después de que un toro no quisiera completar el recorrido, se sacó a un perro pastor para que lo dirigiese hasta la plaza", ha explicado el alcalde pamplonés.
Desde el primer momento se descartó por razones de seguridad forzarle a salir al recorrido para protagonizar una carrera en solitario por unas calles atestadas de corredores, sino que se le trasladó en lo que era un “encierrillo” pero a la inversa hasta los corrales del Campo del Gas, acompañado sólo los mansos y los pastores. Posteriormente, en camión se le trasladó a la plaza, de donde horas más tarde fue sorteado y enchiquerado.
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